Patrick Modiano publicó Calle de las Tiendas Oscuras en 1978, con 33 años. No llegó a España hasta 2009. Sorprende, considerando que esta novela se llevó en su día el Premio Goncourt. La publicaría Anagrama con traducción de María Teresa Gallego Urrutia.
Esta es la cuarta novela que leo de Modiano (Accidente nocturno, Un circo pasa y La hierba de las noches) y la que más me ha gustado. Modiano trabaja aquí el tema de la identidad y la memoria. Un tal Guy Roland, tratará de averiguar quién es él, dando forma y relieve a su pasado, el cual se va componiendo como las pequeñas teselas de un mosaico, recogiendo datos, nombres, fechas, fotografías, direcciones postales, que sus interlocutores le van brindando en las distintas conversaciones que mantiene con ellos. Guy va tirando del hilo, desmadejando el embrollo, tratando de armar las piezas de un muñeco muy endeble, durante los años de la Ocupación. Modiano -así nos lo hace saber por boca de sus personajes- sabe que apenas dejamos huella con nuestras vidas, que nuestras existencias son poco más que un suspiro, que en todo caso, más que llenarnos la boca con las cosas que hacemos o dejamos de hacer, son los otros, los que nos construyen, sustentan y sustraen del olvido recordándonos. Esa es la premisa. A Guy le bastaría simplemente con que alguien le reconociera, le pusiera cara. Parece cuestión baladí, no lo es y sobre este asunto, Modiano arma una novela muy notable que he leído del tirón y cuyo final es consecuente. La vida es una búsqueda, un ir al pasado, pues como dice uno de los personajes lo importante no es el porvenir, sino el pasado, y en el caso de Guy de nada le serviría ir sumando días sin reconocerse.
Modiano es uno de mis escritores favoritos y un Nobel merecido. Pone mucho de su vida en sus novelas, que me gustan por su halo de misterio por cómo trata la identidad, la memoria. Además no son muy largas así que me resultan muy agradables de leer. Linda reseña. Ciao.