Slavoj Žižek
Anagrama
2016
No carece de interés este jugoso ensayo, el primero que leo, de Slavoj Žižek (Ljubljana, 1949) en el que éste formula muchas preguntas y expone una problemática que en mayor o menor medida nos concierne a todos.
Žižek reflexiona sobre la llegada de los inmigrantes a Europa, cuyo número va en aumento, sobre las causas que lo han propiciado: el colonialismo, las invasiones de Irak y Libia y sobre todo la globalización, que ahogando a unos países, obliga a sus habitantes a buscarse la vida en otra parte y se habla de cómo la Unión Europea afronta el problema recurriendo a Turquía que ha permitido la expansión de ISIS en Siria; o de una realidad que para decirlo con Sloterdijk separa a los del Interior de los del Exterior, lo que nos lleva a preguntarnos qué entendemos por prójimo.
No hay una solución clara ya que es un contexto con demasiados factores en juego: políticos, económicos, culturales, religiosos. El autor expone el problema -que podemos entender cómo una enfermedad- y presenta sus síntomas, recurriendo a casos terribles de pedofilia, feminicidio, violaciones, atentados terroristas, guerras silenciadas como la del Congo, con más de 4 millones de muertos, declaraciones como la de Netanyahu en 2015, tergiversando la historia y acusando a Haj Amin al-Husayni de darle a Hitler la idea del exterminio judío, y toda clase de actos aberrantes que se cometen por todo el planeta.
Valoro que Slavoj no se case con nadie y su argumentación busque la imparcialidad, arremetiendo del mismo modo contra la derecha cerril y antiinmigratoria como contra la izquierda -que ante la barbarie sólo puede opugnar sus buenos sentimientos- en su pretensión de romper ciertos tabúes. Lo triste es comprobar cómo aquellos que sacan los pies del tiesto (en pos de un pensamiento que desafía la ideología de su comunidad) no reciben más que incomprensión en el mejor de los casos o unos cuantos palos, en el peor; donde hay un mensaje global de odio, más o menos explícito que parece fortalecer el empeño de muchos en un deseado choque de civilizaciones, con una guerra global ahí en suspenso.
Es evidente que la solución pasa por mejorar las condiciones de vida de todos los países en juego, de tal manera que las migraciones fuesen voluntarias y no forzadas como suceden cada día con más intensidad, dejando miles de cuerpos sin vida en el Mediterráneo, convertido en un cementerio marino.
En esto creo que juegan un papel importante nuestros políticos y el arte de la diplomacia, y me pregunto en qué medida presidenciables como Donald Trump, si llega a ser Presidente, harán un mundo mejor o si por el contrario, a tenor de su ideología, un Presidente así no sería como si en caso de incendio en lugar de contar con un bombero, tuviéramos a un pirómano.