Doménica, es una novela póstuma de Gonzalo Torrente Ballester que compré en la fundación que lleva su nombre, a mi paso por Santiago de Compostela.
Conviene leer Doménica (y disfrutar de sus bonitas ilustraciones obra de Maravillas Delgado) al tiempo que, por ejemplo, Supermask. Olivia y el misterio del Panda de Jade, para ver la diferencia entre un libro como el de Gonzalo que rezuma imaginación, fantasía, humor y lo más importante, literatura de la buena, y sagas como Supermasks, que colonizan las librerías y que no son más que una majadería pues deben pensar que los niños son imbéciles, así sus textos son planos, banales, previsibles y aburridos.
Gonzalo mete en su texto entre otras muchas cosas hayas y ayas, reyes, princesas, ogros, encantamientos, brujas, guerras, y además hay incluso metaliteratura, pues Domenica, que no se llama Dominga porque sonaría obsceno, crea personajes y escenarios con su mente, algunos de los cuales luego cobran vida propia.
El texto es un gozo, habida cuenta su imprevisibilidad, reina la fantasía, la sorpresa y aunque haya muchos desencantamientos, al final, uno queda encantado con la lectura, tras habitar poco más de 100 páginas por los derroteros mentales de Gonzalo, que escribió esta novela con 90 años y que demuestran que la edad no mermó en sus postrimerías su fértil imaginación.