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España, la Ilustración pendiente (Luis Alfonso Iglesias Huelga)

España, la Ilustración pendiente, de Luis Alfonso Iglesias Huelga fue el Ensayo ganador del Primer Premio Internacional Diderot de Ápeiron Ediciones 2017. En el mismo, y de una manera cronológica iremos viendo los avances y frenos que el espíritu ilustrado, aplicado en la educación, desde mediados del siglo XVII hasta el fin de la Segunda República, en 1936.

El primer ilustrado español fue Feijoo (1676-1764), humanista considerado el espíritu del siglo, cuya propuesta pedagógica de naturaleza utilitarista estaba basada en la intuición, el entendimiento y la comprensión. La nueva pedagogía debía operar con el criterio de la razón frente a la falsa autoridad del error, de la superstición y de la costumbre. Autor de entre otras muchas obras de Cartas eruditas y curiosas, en las cuales abordaba temas como estimular el estudio o suprimir el terror a los eclipses.

Sarmiento, otro humanista, benedictino. Defendía la pasión por la lectura y apostaba porque en cada población con 500 habitantes hubiera una biblioteca pública. Para enseñar a los niños se debe buscar un hombre sabio, erudito, docto, pacífico y prudente, y que sepa acomodarse a la tierna edad de los niños, no con castigos y rigores, sino con halagos, cariños y premios. Contrario, tanto de los castigos corporales, como de la memorización.

Campomanes, defenderá la educación de los ciudadanos como la mejor garantía para poder inocular valores como el deber, la obediencia, el trabajo y el respeto a la autoridad y a las clases sociales establecidas. Gran impulsor de las Sociedades de Amigos del País.

Pablo de Olavide y Jáuregui (1725-1803). El filósofo ilustrado, que busca transformar la sociedad mediante el optimismo de la razón, la confianza en el progreso técnico fruto del conocimiento, la unión con la naturaleza y el rechazo del dogmatismo, especialmente en su variante religiosa. Será en la Universidad donde habrá de formarse la clase dirigente. Y en el método de enseñanza apuesta por reemplazar la dispersión de los apuntes por un libro de texto. Algo novedoso en aquel entonces. Lucha Pablo por la consecución de una «felicidad pública«, que solo se conseguirá con una nueva reforma educativa.

Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811). Para él, la tarea fundamental del Estado y, por supuesto, de un bueno gobierno es promover la educación publica de todos sus ciudadanos haciéndola accesible en función de las necesidades individuales y colectivas. Fue autor de una ingente obra de carácter pedagógico. Un pueblo sin educación, afirma Jovellanos, solo puede aspirar a la sumisa y precaria condición de jornalero, ya que la educación es la que otorga el derecho a la felicidad. Y ello se consigue con buenos maestros, los verdaderos protagonistas de una tarea que requiere prudencia, paciencia, virtud y compasión. Y si la ignorancia es el verdadero origen de todos los males de todas las sociedades, la ignorancia moral es más perjudicial ya que las ciencias y las artes forman ciudadanos útiles, pero el estudio de la virtud forma ciudadanos útiles y buenos. Las escuelas debían ser gratuitas y generales. Con una instrucción sólida, completa y general estaba convencido de que se podían conseguir ingenios perspicaces que, junto con las leyes sabía, llevase a España a ser la primera nación de la tierra. Y consideraba la educación como la condición básica e imprescindible para transformar la nación, necesitada de una cambio integral desde postulados íntegros.

Josefa Amar y Borbón (1744-1833). Reivindicó el derecho a la educación de las mujeres, desde la perspectiva que iguala talento y educación, plasmadas en sus Discursos, como el Discurso en defensa del talento de las mujeres y de su aptitud para el gobierno y otros cargos en que se emplean los hombres. Trató de hacer visibles a las mujeres, sometidas por la férrea estructura machista del Antiguo Régimen. Reivindicaba a las mujeres que habían contribuido al desarrollo del conocimiento, en el campo de las letras o las ciencias. Como Theano, Hipatia de Alejandría, Diótima, Nicostrata, Fabiola, Marcella, Eustequia, la Marquesa de Sebigné, Madame Dacier, la Princesa de Askoff, o por estos pagos, Luisa Sigea, Fancisca de Nebrija, Beatriz Galindo. O mujeres corajudas como María Pita, Juliana de Cibo o María Estrada.

Francisco Carrabús (1752-1810). Fundador del Banco de España. Partidario del divorcio. Propone una educación común, universal, gratuita, y, en cierto modo, laica, porque defiende que un religioso no puede ser un buen docente debido a que su rigorismo conlleva siempre la degradación de los alumnos hasta convertirlos en unos seres melancólicos e indolentes. La dureza de la crítica que hace a los colegios y escuelas en manos del clero se acrecienta al calificar a las universidades de «cloacas de la humanidad que solo han exhalado sobre ella la corrupción y el error».

León de Arroyal (1755-1813). Ensayista, poeta y emprendedor. A él se le atribuye la expresión «pan y toros». Inspirándose en Montesquieu y su división de poderes cree que la libertad son categorías que discurren de forma paralela y que deben fundamentar el orden político. Defensor de la enseñanza primaria obligatoria.

Juan Bautista Picornell y Gomila (1757-1825). Pedagogo afrancesado e ilustrado de acción. Defiende que al hombre lo conforma la educación que recibe y la educación es el eje esencial de cualquier cambio individual o social. En su método pedagógico debe adaptarse el aprendizaje a cada alumno, acomodándose a su edad, sin expresiones retóricas e ininteligibles.

José María Blanco Crespo (1775-1841). Asegura que el clero es el estamento más apologeta del casticismo encargado de mantener al pueblo bajo el yugo de una servidumbre religiosa e intelectual. La Iglesia es el causante de que España se encuentre en el estado degradación que impide el progreso intelectual. Para él, la religión es una forma de superstición que impregna todo el ámbito de vida en España, tanto la publica como la privada.
Religión, superstición, intolerancia, casticismo, en definitiva, una sociedad víctima de la ignorancia y el fanatismo en ausencia del uso de la razón y el desarrollo científico. Para él, la responsabilidad del Santo Oficio en al atraso científico y social de España es enorme, así, la lista de intelectuales y científicos más importante de España hay que buscarla en los libros de la Inquisición: Samaniego, Jovellanos, Clavijo-Fajardo, Urquijo, etc. Impulsar el conocimiento es un acto de patriotismo más valioso que pasarse el día visitando altares. Y disfrutar con el aprendizaje es algo connatural al ser humano que encuentra placer en el hecho mismo de conocer disfrutando de la facultad de leer y escribir.

Julián Sanz del Río (1814-1869). Introdujo el krausismo en España; el primer movimiento académico en Europa desde 1850 hasta 1875. A su juicio, solo la educación es la fuerza natural capaz de mover la inteligencia y la voluntad de un pueblo. Solamente desde la educación y la moral racional se puede alcanzar la vida digna. Tal es la fuerza de la razón que sola o acompañada, favorecida o perseguida el tiempo no tiene poder sobre ella; cada nueva palabra suya abre un nuevo horizonte, extiende y afirma, después de grandes luchas, el reino de la verdad.

Concepción Arenal (1820-1893). Para ella la educación era la única vía para acaban con la injusticia social puesto que las calamidades presentes en nuestro sociedad solo terminarán cuando podamos disfrutar de una educación obligatoria y gratuita con enseñanzas especificas para adultos y mujeres. Para que la sociedad pueda avanzar hacia la justicia todo deber moral debe ser legal, y para lograrlo la educación debe ser el medio y el fin. Afirma el autor del ensayo, que a Concepción le sorprendería la distinción que en la actualidad los políticos hacen entre «lo legal y lo ético». En La mujer de su casa (1881) denuncia que tras esa visión equivocada que el hombre tiene de que la mujer perfecta es aquella que solo piensa en su familia y en su casa se esconde el interés por someterla debilitando sus potencialidades de desarrollo social al calificar engañosamente al sexo femenino con el sexo débil. Para Concepción Arenal, el único medio de regeneración social válido es educar a la mujer porque no habrá una sociedad justa mientras la mitad del género humano viva relegado.

Giner de los Ríos (1839-1915). Para Unamuno, el Sócrates español. Para él, ser hombre es ser consciente de la existencia del otro y de sus pesares. En 1887 España contaba con 12 millones de analfabetos, el 68% de la población. En 1876, junto a Azcárate y Salmerón escriben los estatutos de una nueva asociación, la Institución Libre de Enseñanza, cuyo objetivo es crear en Madrid una Institución libre consagrada al cultivo y propagación de la ciencia, en sus diversos órdenes, especialmente por medio de la Enseñanza. La Institución asimismo es completamente ajena a todo espíritu e interés de comunión religiosa, escuela filosófica o partido político, proclamando tan solo el principio de la libertad e inviolabilidad de la ciencia, y de la consiguiente independencia respecto de cualquier otra autoridad que no sea la de la propia conciencia del profesor, único responsable de sus doctrinas.
Desde 1876 hasta la guerra civil de 1936, la Institución Libre de Enseñanza se convirtió en el centro de gravedad de toda una época de la cultura española y en un cauce para la introducción en España de las más avanzadas teorías pedagógicas y científicas que se estaban desarrollando fuera de las fronteras españolas. El sueño de Giner pasaba por que España figurase en el mapa europeo del desarrollo científico y cultural, y por supuesto, educativo.

Joaquín Costa (1846-1911). Filólogo, filósofo, historiador, geógrafo y economista. Para el movimiento regeneracionista nada hay más ventajoso que el saber y este solo se alcanza mediante la educación. Para él era preciso alcanzar Europa y hacerlo no a gran velocidad, sino a «velocidad vertiginosa». Las formas de gobierno no tenían ningún sentido si no conllevaban un cambio estructural profundo capaz de convertir a España en un país moderno. Europeización y regeneración son para Costa dos términos equivalentes y complementarios.

Leopoldo García-Alas y Ureña (1852-1901). No cree que la solución pase por una pedagogía intuitiva repleta de «hedonismo educativo», sino por el desarrollo racional de la memoria, que no de la memorización, y por la perseverancia del esfuerzo. Para él la enseñanza debe atender únicamente a la formación intelectual y moral del individuo y rechazar cualquier tendencia de tipo utilitarista. No hay que recomendar a los niños el bien moral por su utilidad sino por su belleza porque es preciso educar a los ciudadanos por su condición de seres humanos y no por su función. La mejor manera de servir a la patria es contribuyendo a la educación y a la cultura de los pueblos, las empresas más duraderas y más valiosas.

Manuel Bartolomé Cossío (1857-1935). El jarrero parece que volverá a tener un instituto con su nombre. Fue el creador de las Misiones Pedagógicas.

Escribe Cossío:
¿Quién duda ya a estas horas de que, en primer término, la causa más inmediata de nuestra catástrofe ha sido la ignorancia? Por ignorantes somos pobres e inmorales, y por ignorantes hemos dado y estamos dando al mundo uno de los espectáculos más vergonzosos de la historia. Pues todavía hay algo más desconsolador y deprimente que esta ignorancia: la incapacidad en que, después del desastre, nos hallamos para salir de ella. Fieles a toda nuestra imbécil política contemporánea, en que, por milagro se ha visto a la educación y a la enseñanza figurar, como no sea vergonzantemente, arrinconada, y a última hora, en vísperas ya casi de la ruina, en ninguno de los innumerables y rimbombantes manifiestos de partido, y como consecuencia de este criminal abandono, no tenemos hoy conciencia clara, ni de nuestro atraso brutal- que no merece otro nombre- ni de la magnitud e intensidad del remedio que exige. Y, por carecer de esa conciencia es por lo que nos falta corazón para indignarnos y voluntad para decidirnos inmediatamente a barrer tanta miseria.

Francisco Ferrer Guardia (1859-1909). Defiende la coeducación, que produce unas generaciones alejadas de las clases y las categorías y, por tanto, más humanas y fraternales. En el aprendizaje de un niño es juego es fundamental como herramienta educativa. Los profesores tienen que educar en la creatividad y, obviamente, abrazar nuevos procedimientos de evaluación. En la escuela deben convivir alumnos de todas las clases sociales con el fin de refundirlos en una clase, la de seres humanos, en busca de un futuro común. Se le acusó a él y a su doctrina pedagógica de haber instigado los hechos revolucionarios de la Semana Trágica.
Murió fusilado en 1909.

Adolfo González Posada (1860-1944). Pedagogo, sociólogo y Catedrático de Derecho Político. Escribe Ideas pedagógicas modernas (1892) y Breve historia del krausismo español (1936). Recoge la idea de que la escuela es el maestro como guía. Considera que educar es impregnar de tolerancia y justicia las relaciones humanas y, por supuesto, el maestro será la autoridad que afectuosamente conducirá el entendimiento del alumno teniendo en cuenta el carácter de cada cual y huyendo de la vanidad del que busca competir para obtener el aplauso y el «oropel propio». Afirma que sin buenos maestros, no hay buena enseñanza y la reforma de nuestra educación pasa por formar maestros y profesores porque la función del enseñante, además de aptitud y vocación, exige formación adecuada y no improvisación. Cree que la universidad ha perdido su esencia genuina convirtiéndose en una oficina de exámenes sin sentido y programas vacíos.
En 1899 escribe Feminismo. Introductor del término «feminismo» en España, no solo referido a la condición civil de las mujeres, sino también a su condición política, social y económica. Esa doctrina de la liberación, que es el feminismo, contiene una reivindicación de primer orden arraigada en su demanda de igualdad de derechos: la cooperación necesaria, por natural, de las «dos manifestaciones de la especie humana». Adolfo, tenía en la pasión de enseñar el sentido de su vida.

Aniceto Sela (1863-1935), profesor en la Institución Libre de Enseñanza. Para él, el adagio latino «No estudies para la escuela, estudia para la vida», era la base de la educación como valor que permite al ser humano hacerse a lo largo de su existencia. Considera que el secreto más importante de la pedagogía es trabajar sin descanso por la propia educación de los educadores. Apuesta por un modelo de disciplina que prescindiendo del típico sistema de premios y castigos procure activar en el alumnado los resortes de la conciencia, la afectividad y la dignidad personal.

Alberto Jiménez Fraud (1883-1964). Impulsó y dirigió la Residencia de Estudiantes. Concebía la educación, no solo como la capacidad de disponer de conocimientos sobre cualquiera de los campos del saber, sino como la cúspide del ser humano que pone el saber en relación con la existencia para tratar de conseguir una sociedad más justa y solidaria.

Aquí concluye en el ensayo el repaso a las grandes personalidades ilustradas.
El último capítulo del libro va dedicado al Espíritu de las leyes, abordando la legislación educativa entre 1812 y 1936.

La Constitución de Cádiz recoge el derecho a la educación. La considera una preocupación nacional, y lo plasma en leyes. Se entiende que la modernización de España pasaba por crear un sistema educativo moderno. La restauración absolutista de 1823, devolverá el proceso educativo al pasado. Se especifica entonces el papel fundamental y casi exclusivo de la Iglesia católica en la educación con el objeto de formar buenos cristianos y ciudadanos dóciles.
La Constitución de 1837, proclamará la aconfesionalidad del Estado. En 1838 se crea la primera escuela de párvulos y escuelas destinadas a formar a los maestros.
En 1845 se aprueba otra Constitución y se produce un acercamiento a la Iglesia católica, con el Concordato de 1851, entre Isabel II y el Papa Pío IX. En 1864 la encíclica de Pío IX, «Quanta Cura» y en el «Syllabus» en 1864, atacaban la libertad de pensamiento y la separación entre Iglesia y Estado.
Entre 1875 y 1931, en el espacio que media entre la Restauración y la Segunda República, con la alternancia del partido Liberal y Conservador, frenará la apremiante renovación educativa exigida en la legislación. Las fuerzas políticas, lejos de alcanzar acuerdos sobre la educación, permanecían en la defensa enconada de sus interpretaciones accidentales priorizando los intereses particulares, una situación que se cronificará definitivamente.

No le falta razón a Alfonso, pues desde el fin de la dictadura, se han sucedido en nuestro país ocho leyes educativas. LOECE, LODE, LOGSE, LOPEG, LOCE, LOE, LOMCE y LOMLOE. Y visto que en esta cuestión de la educación no hay voluntad de llegar a un pacto de Estado, y que lo primero que hace un gobierno cuando llega al poder, si tiene la mayoría suficiente es aprobar una nueva ley, esto no tiene vistos de cambiar. Así que podemos hablar, efectivamente, de cronificación.

Para la Segunda República la enseñanza constituyó la piedra angular de su proyecto político. En 1930 la tasa de analfabetos en España era de un 30% entre los hombres y un 40% entre las mujeres. En 1931 se crearon 7000 escuelas. La Constitución republicana de 1931 establecía la enseñanza laica, gratuita, obligatoria, autónoma, bilingüe, con el Estado aconfesional como garante.

El sueño que había nacido con la Ilustración parecía plasmarse en esta Carta Magna, dice el autor. Y concluye el ensayo con un epílogo esperanzador, el de un ilusionante proyecto en común: el de la Ilustración pendiente, un futuro en construcción más tolerante y más libre, en definitiva, más ilustrado, concluye.

Doscientas quince páginas en un recorrido vertiginoso, y muy sustancioso e iluminador, para identificar a las personas, hombres y mujeres, que se afanaron por hacer de España un país ilustrado, y por ende, mejor.

Un ensayo el de Alfonso Iglesias (Sotondrio, 1963) que es un «banquete espiritual«, un regalo para el lector curioso, e interesado por la historia y por un tema, el de la educación, que siempre estará encima de la mesa, porque como hemos oído por boca de muchos de estos Ilustrados es consustancial a nuestra forma de ser y estar en el mundo.

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