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Las desapariciones (Hilario J. Rodríguez)

Las desapariciones
Hilario J. Rodríguez
Newcastle Ediciones
2022
146 páginas

El ameno ensayo de Hilario J. Rodríguez es sugerente desde su título, Las desapariciones, y la portada, en la que vemos a dos hombres trajeados caminando y observando un paisaje espectral. Tan llamativa resulta la palabra tachada como el espacio en ruinas o el abrumador peso de una ausencia.

Puede ser el Louvre sin la Gioconda, robo perpetrado por Peruggia en 1911 (vale la pena leer La esfinge regresa a casa, de Mario Coleoni, en su libro Contra Florencia, en el que se detalla más en extenso dicha sustracción), o Martial Bourdin al que un pensamiento perezoso y de manual le vale la etiqueta de terrorista, cuando él quería «destruir el tiempo», y muere en la detonación del explosivo que manipula cerca del Royal Observatory de Greenwich, o el asesinato del niño James en 1993 a manos de otros niños, o las jóvenes desaparecidas en los carteles que el autor tiene ocasión de ver a diario durante su estancia en los Estados Unidos, o la realidad entreverada con la ficción en los libros de Ellroy, cuando este decide investigar el asesinato de su madre, o los sueños capaces de atormentarnos ante la posibilidad de dejar morir a un ser querido dentro de ellos, o los espacios en blanco de los cuadros de Picasso, o el doble espacio en los escritos de Levrero, donde albergar todo aquello que pierde Levrero al dejar de escribir a mano y pasar a hacerlo a máquina, o esas cartas que el autor maneja de joven y que devuelve a su sitio, decepcionado, pues en ellas «solo había palabras», o la visita al Museo del Holocausto de Washington, al que se entra con un pasaporte, para ser otro, durante unas horas.
En definitiva, desapariciones, ausencias, puntos ciegos, ramificaciones narrativas que se nutren de series (True detective, Homeland), directores de cine (Guerin, Orson Welles, Crhis Marker), cantantes (Machín, Gardel), bandas de música (Coldplay), escritores (Sebald, Kafka, Walser, Salinger, Pynchon, DeLillo), para dar visibilidad también a escritores menos conocidos como Henry Darger, autor de una autobiografía de varios miles de páginas, presunto asesino de una mujer, Elsie Paraubek, y de nuevo ahí una fotografía (de la muerta): negativo de la muerte, la ausencia, la desaparición, y también la reticencia de Darger a ser apresado en los confines de una fotografía.
El texto, a pesar del reducido tamaño del libro, va acompañado con numerosas ilustraciones en color, de muy buena calidad, que ofrecen asimismo la posibilidad de un diálogo con el lector.

Un pensamiento en “Las desapariciones (Hilario J. Rodríguez)

  1. Palimp

    Tiene muy buena pinta. Lo del asesinato de Henry Darger es muy pero que muy presunto. Vamos, que no hay ninguna prueba.
    ¡Abrazos!

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