Aunque pueda parecer que no acaba, en realidad la calle sí termina, se llama María Teresa Gil de Gárate (antigua Queipo de Llano), en Logroño, en pleno centro, y es peatonal desde hace unos meses.
Y por cierto, no es que haya llovido, es que en Logroño el ayuntamiento tiene la costumbre de regar las calles todos los días, haga el tiempo que haga, en invierno o en verano. No se crean que nos sobra el agua (aunque estos días el Ebro baja hecho una furia), porque después en verano se gastan otros cuantos millones en campañas de ‘ahorra el agua’. Mientras el barrendero estira la manguera y va hasta la punta a ritmo cansino una vez abierta la llave de riego, se gasta más agua de la que pueda malgastar toda mi familia en un año.
La verdad. Una madrugada le pregunté a uno de estos «barrenderos» que por qué hacían eso si supuestamente el agua nos falta. Y se limitó a decirme que cumplía órdenes del Ayuntamiento. Qué me iba a decir si no, pero aún así…
En fin. Y así va el mundo…