Hitler 1938 (Giles Macdonogh 2010)

Hitler 1938
Giles Macdonogh
2010
Editorial Crítica
396 páginas

No faltan cada año nuevas hornadas de libros sobre los nazis más destacados: Hitler, Goebbels, Göring, Himmler, ya sean biografías, o bien libros que versan sobre la II Guerra Mundial (Hastings, Beevor, Kershaw..).
Este libro de Giles Macdonogh me lo compré en la Feria del libro antiguo y usado de Logroño. Lo compré por cinco euros cuando el año que lo publicaron superaba los veinte, quizá sea porque está descatalogado por el distribuidor.

Hitler, al contrario que otros muchos dictadores sigue teniendo tirón. De hecho, en casi todas las casetas de libros vendían, Mi lucha. Ahora que la crisis económica exacerba y radicaliza ciertas posturas, propiciando el auge de la extrema derecha, nunca viene mal, leer, para conocer mejor, en qué derivaron las políticas raciales y posterior exterminio, llevadas a cabo por Hitler y sus correlegionarios.

El autor, el británico Giles Macdonogh, centra su atención en lo que sucedió en 1938, año en el que se tomaron grandes decisiones. El libro se estructura en doce capítulos, uno por cada mes, una conclusión, un epílogo, y casi 90 páginas con notas.

El autor no descubre nada nuevo, y más allá de comentar esos momentos claves (Hitler se autoproclama Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, el Anschluss el 12 de marzo), el Acuerdo de Munich y conferencias (de Evian del 6 al 15 de julio), reuniones (con Neville Chamberlain, Primer Ministro Británico, encaminadas a evitar la Guerra), La noche de los cristales rotos, los movimientos de la oposición para acabar con Hitler, que tuvieron lugar, echará mano de esas notas a pie de página de la historia, de testimonios, e historias sumninistadas por quienes sufrieron las decisiones adoptadas por los Nazis, que les obligarían a dejar su países, Alemania, Austria y luego Polonia, Hungría, etc, o bien les condenaría a morir exterminados en un campo de concentración, por ser judíos.

En 1938 Alemania sufre problemas económicos graves, carece de materias primas, tiene una elevada deuda, problemas que se ven agravados con su autarquía y que trataran de paliar mediante los planes de expansión, primero anexionando Austria y después obteniendo territorios de Checoslovaquia -ocupación de los Sudetes-, zonas ricas en materias primas, a la vez que le permitirá a Hitler revertir las punitivas medidas adoptadas en el Tratado de Versalles. Otra fuente de ingresos consistirá en esquilmar a los judíos. En 1938 el judío ya es el enemigo, objeto de burla y escarnio, si bien no parece que en la mente de Hilter tuviera ya decidida «la solución final«. A lo largo del 38 la política racial de Hitler alentará, mediante la coacción o la cárcel, a los judíos a emigrar de Alemania. La idea es que se marchen lo antes posible y con lo menos posible, tras ser esquilmados de todos sus bienes y patrimonios, que los judios ricos financien la emigración de los menos favorecidos. A medida que se va produciendo la salida de los judíos, se irán convirtiendo en una patata caliente, ya que el resto de países comienzan a cerrar sus fronteras, se vuelven legalistas, y ya ni les vale, que estén bautizados o no. Esto me recuerda mucho las imágenes de esas pateras con subsaharianos a bordo que van a la deriva frente a la costa de Malta sin que nadie salga en su auxilio.

El autor recoge las historias de esos curas que bautizaban a cientos de judíos en un día, dándoles así una oportunidad de sobrevivir, cómo algunos alemanes que no habían perdido la dignidad al comienzo y también después, se ofrecían a echarles una mano, ayudándoles a cruzar una frontera, los múltiples casos de suicidio que se sucedieron entre aquellos que intuyeron que la vida que se les avecinaba no era vida, como los que lograban salir de los campos de concentración ese año, volvían a sus hogares demacrados y sin ganas de comentar lo sucedido, ante el miedo de que sus familiares corrieran la misma suerte, etc. Y estas historias menores se alternan con los menudeos amorosos de los jerarcas nazis, con sus pequeñas obsesiones o sus delirios de grandeza, con su afán por llenarse los bolsillos, mientras Hitler irá tomando decisiones sobre la marcha (muchas de las cuales horripilarán a los generales y al Alto Mando que se llevaban las manos a la cabeza a la par que eran cesados en sus cargos), pero sin que nadie fuera capaz, desgraciadamente, de pararle los pies.

Hubiera resultado más enjundioso el libro si hubiera habido un mayor análisis de las circunstancias por parte del autor, dado que su lectura resulta poco consistente, de escaso calado. Esta clase de libros me resultan coyunturales, parecen encargos para el gran público, que distan mucho de la capacidad analítica ofrecida, por ejemplo, en la estupenda biografía de Himmler, de Peter Longerich, por citar uno.

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