Crónica de la XVIII Travesía de Hoyos de Iregua

Ayer domingo 8 de octubre 2012 tuvo lugar la XVIII travesía de Hoyos de Iregua. Allí nos juntamos más de 800 personas dispuestas a pasar un buen día caminando. Al comienzo, saliendo de Villoslada de Cameros yendo por un camino estrecho hizo que aquello pareciera una manifestación, y uno no podía otra cosa que andar esperando que el camino se abriese y poder acelerar.
Salida de la travesía Hoyos de Iregua
A los 3,7 km pasamos por el puente de las Rameras.
Luego otros 3,7 km más y llegamos la Ermita de Lomos de Orio. Allí se montó un tapón que nos tuvo una media hora esperando.
LLegada a la ermita de Lomos de Orio

Excursionistas extranjeras haciendo la Travesía
Nos dieron leche con colacao, foskitos, agua, aquarius. Allí estaba el Presidente de la Comunidad Autónoma de La Rioja, D. Pedro Sanz y José Ignacio Ceniceros el Presidente del Parlamento y algún otro político. Había entre los excursionistas alguna extranjera como esas dos chicas de la foto.

Luego vendría lo bueno, había que subir El Collado del Aspa que tiene 1920 metros y es un destroza piernas. Los menos entrenados, como yo, parecía que estábamos coronando la cima del Everest, parando para coger aire a cada poco. En total casi tres mil metros ascendiendo, con algunas rampas espectaculares.
Collado del Aspa
El cortafuegos del diablo

Agotamiento

Vistas desde El Collado Del Aspa

Luego tocó bajar un buen rato hasta que en el kilómetro 18 nos dieron de comer un buen bocata de lomo rebozado con pimientos, un emparedado bien tierno, una pieza de fruta (plátano o manzana), caldo de ave o de jamón, agua, aquarius y un vasito de vino. Como por allá andan las vacas a su aire lo normal es encontrar zurrullos como el de la foto. Estaba seco y no olía, lo cual me hubiera dado igual, pues iba en reserva y no estaba para alardes. Al lado nuestro los de la Cruz Roja le daban masajes a un chico que estaba clavado con los tirones que le habían dado en las piernas.
Un momento de descanso
Descansando tras la Ascensión
Ya teníamos hecho más de la mitad del recorrido y tras llenar el estómago y cargar las pilas tras un breve descanso, seguimos a lo nuestro, esto es caminando. Dejamos a la derecha el embalse de Pajares y fuimos rumbo la Laguna de la Nava. Allí las vacas pastaban en ese amplio prado.

Laguna de La Nava

Luego restaba muy poco para llegar, cogimos un tramo de la vía romana y nos metimos en el bosque, alfombrado el suelo de hojas, las rocas cubiertas de musgo, para finalmente llegar a Villoslada de Cameros, tras casi 9 horas andando y recibir después de cruzar la meta una camiseta de Cajarioja, una botella de leche lacturale, un diploma que acreditaba hacer concluido la marcha, y sobre todo con la satisfacción del trabajo bien hecho.
La vista soñada por el caminante
LLegando a Villoslada después de casi 9 horas

Conclusiones

La travesía, sin haber entrenado en condiciones, fue una matada para un servidor. Superé varias veces el umbral del dolor (a partir del kilómetro 14 me dolían las rodillas), pero en plena naturaleza, midiéndote contigo mismo, sufriendo a la par que gozando con unos paisajes tan maravillosos, valió la pena.

La organización fue excelente. Los voluntarios hicieron muy bien su trabajo y en todo momento te veías acompañado. Como comentaba una chica por un móvil que lo iba haciendo sola, a otra amiga. Esto es una maravilla: te traen y te llevan en autobús si quieres, todo está muy bien señalizado, te dan de comer y de beber, te masajean si es menester. No se puede pedir más. Fue grato además ver a una niña de 8 años haciendo la marcha con sus padres o a una invidente agarrada a un palo en compañía de otras dos personas, demostrando que los límites los fijamos nosotros.

Animo a la gente a hacerla, la experiencia es muy bonita. Además el tiempo fue extraordinario. No hizo ni mucho frío al comienzo ni demasiado calor al mediodía, lo que hizo la travesía menos dura de lo que podía haber sido si la climatología hubiera sido más adversa (otros años buena parte del camino estaba embarrado, o hacía tanto sol que no había agua, ni sombra suficiente para el caminante).

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