Este domingo 6 de octubre tuvo lugar la La Marcha de Hoyos Iregua. Esta era la XIX edición. La salida tuvo lugar en Villoslada de Cameros, a las ocho de la mañana. A esa hora comenzaba a amanecer y nos fue complicado encontrar un lugar donde aparcar, para los que no veníamos en autobús desde Logroño.
Salida desde Villoslada de Cameros.
Delante nuestro, por el puente, iba el Presidente de la Comunidad Autónoma de la Rioja, D. Pedro Sanz, acompañado del Presidente del Parlamento Riojano, D. José Ignacio Ceniceros. Vestían de sport, no con traje, e iban, como los otros 700 que estábamos allí presentes, a caminar, a disfrutar unas cuantas horas de travesía por La Sierra Cebollera.
Hasta las diez y pico el tiempo no nos acompañó, había niebla, sirimiri, una fina lluvia que iba calándonos poco a poco, máxime al no llevar chubasquero. Cuando paramos a repostar, chorreando, pudimos pertrecharnos de frutos secos, phoskitos, colacao, aquarius, agua y de bolsas de basura muy resistentes que nos hicieron las veces de chubasquero y la travesía menos dura.
Bruma, niebla y lluvia
Al haber menos gente que en la edición pasada y dejarnos caer hacia al final, durante buena parte del trayecto fuimos casi solos, sin toparnos con nadie o viendo como algunas jóvenes nos alcazaban, rebasaban y se alejaban, sin forzar, unas con las manos en los bolsillos, otras con los brazos cruzados: cosas de la edad.
Panorámica Siera de la Cebollera
A nuestro paso por Peñaloscintos descubrimos un lugar en el que de buena gana uno dejaría el cayado y se tumbaría a la bartola en un paraje muy hermoso. Nos confirmó un paisano, que no había allí ninguna casa rural a pesar de estar próximo a Ortigosa de Cameros.
Caminando por las entrañas del bosque.
A lo largo del camino hubo ocasión de darnos reiterados homenajes haciendo acopio de unas moras extraordinarias
Muchas horas esperando ver aparecer Villoslada de nuevo.
A las 16,32 h y después de casi 9 horas caminando, con paradas que no sumaron más de una hora, llegamos a Villoslada de Cameros, satisfechos por haber cumplido el objetivos, fatigados por tamaño esfuerzo y complacidos los sentidos por la belleza de lo visto o caminado.
Vale la pena hacer la Marcha. Este año fue más suave que el año pasado. El Cortafuegos pretérito fue muy salvaje. Este año el trazado fue menos duro y eso nos permitió disfrutar más de todo, ya que cuando te encuentras al límite de tus fuerzas a duras penas puedes levantar la mirada de las puntas de los pies. Me gustó mucho ver a gente superando sus límites. Una de las caminantes era una mujer invidente. La labor de todo el equipo de la organización fue irreprochable y nos hicieron el camino más llevadero.