Editorial Anagrama
2003
150 páginas
Varias veces me he visto tentado por este libro, que ha reeditado Impedimenta, el año pasado. Finalmente me he leído el libro que publicaría Anagrama allá por 2003.
Habiendo leído ayer El amigo del desierto también de D´Ors, uno va reconociendo ciertos elementos comunes en ambas novelas, más allá de una extensión casi similar.
Estas andanzas del veinteañero Zollinger se llevan a cabo en un mundo utópico, donde no hay apenas maldad, o la única que Zollinger sufrirá será aquella que le obligue a dejar su pueblo, para vagar durante seis años y pico, hasta que finalmente complete el viaje circular que le devolverá al punto de partida.
El libro se estructura en seis apartados. El anhelo de Zollinger por ser impresor, su salida del pueblo y posterior trabajo como guardavía, más tarde como soldado, luego como ermitaño, después como zapatero y finalmente como impresor, viendo así cumplidos todos sus sueños.
Zollinger está lejos de ser un héroe, si bien, su forma de entender la vida lo hace especial. Donde otros se dejan arrollar y vencer por el tedio, la ira, la envidia (o cualquier otra pulsión humana), Zollinger, quizás por su corta edad, por su falta de maldad o bien porque le falta dos hervores, siempre saca algo positivo de todas las situaciones que vive. Así, será capaz de ser feliz ejerciendo de ferroviario (enamorado), de funcionario chupatintas estampado sellos, bajo un singular régimen castrense, remendando zapatos o abrazando árboles sinfónicos en medio de un bosque donde no entra la luz del día.
Las andanzas del impresor Zollinger, entretienen, divierten, provocan la risa y resultan un bálsamo para el espíritu por su buen rollito, su aliento mágico y por esa mirada esperanzada, que hacen de esta novelita una fábula fabulosa.
August razonaba para sí que al igual que frente a un impreso sucio y desaliñado el espíritu del lector se contrae y, sea por las tachaduras o por estar mal doblado, tienden las manos a soltarlo lo antes posible, a todos gustan, por el contrario, los impresos limpios y presentables; parece que ante ellos el espíritu se ensancha, e inicia uno la lectura de los mismos con otra predisposición; con los documentos bien compuestos y pulcros se siente uno orgulloso de la condición humana. (página 101)
No se pueden manejar expedientes impunemente. Son demasiado abstractos. (página 97)
Pablo D´Ors | El amigo del desierto
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