Maria Van Rysselberghe
Errata Naturae
2012
Traducción de Regina López Muñoz
Epílogo de Natalia Zarco
87 páginas
!Ay, el amor!, esa pasión que nos fortalece, consume, arrasa y aniquila.
Maria nos refiere lo que experimentó cuarenta años atrás, cuando se enamoró de Hubert. Han pasado los años y el recuerdo perdura, y lo que sintió entonces lo plasma sobre el papel.
El amor que ambos sintieron, no quisieron -o no pudieron- consumarlo, al estar los dos ya casados con sus respectivas parejas, y es esa tensión lo que alimenta el relato; una voluptuosidad sentimental, más que carnal, lo que nos llega a través de un texto, preciso, delicado, cadencioso, donde cada palabra busca su espacio justo, porque como le sucede a Maria, encontrar la palabra oportuna -escandalera, por ejemplo- la calma: parabienes de la buena literatura.
Son importantes las palabras, para Maria y para Hubert, así, en esa casita donde se fragua su amor, en una casa frente al Mar del Norte, son las palabras que Flaubert y Baudelaire han escrito, las que alimentan sus juegos nocturnos, su pasión; porque son palabras, versos, poemas, que parecen escritas sólo para describir lo que sienten el uno por el otro.
Maria Van Rysselberghe (1866-1959), la amiga más cercana de André Gide -que publicaría Los cuadernos de la Petite Dame- autora de esta novela, editada por Errata Naturae con traducción de Regina López Muñoz, expone a la perfección la imposibilidad de su amor, la insatisfacción ante algo que no se consuma, lo que les de(sa)grada su amor furtivo, acotado; un amor castrado por el afecto que sienten hacia sus parejas, ante el daño que una decisión precipitada -al calor de una pasión avasalladora- puede causarles, de tal manera que lo que pudo haber sido, quedará ahí en suspenso, ya idealizado, ya como algo hermoso, cuyo recuerdo es una sed que perdura en el tiempo y en el espacio.