Use Lahoz
544 páginas
Alfaguara
2011
La estación pérdida es la primera novela que leo de Use Lahoz (y avanzo que no será la última). A lo largo de 544 páginas el autor da un repaso a cinco décadas de la Historia reciente de España, desde los años 40 hasta mediados los 90.
Leyéndolo tenía la sensación de estar viendo algo parecido a la conocida serie de televisión Cuéntame.
Ambición no le falta a Use, pues la empresa que se trae entre manos es de envergadura. Ante semejante proyecto el problema reside en cómo dosificar la historia, qué espacio dedicar a cada década y los años que la conforman, cómo repartir el peso de la trama entre los personajes principales y otros tantos secundarios. Una labor que en el caso de hacerse con tino y mano de orfebre puede deparar una obra maestra. La estación pérdida no lo es. O lo es y no me he dado cuenta, que uno es muy despistado.
Me resulta curioso que habiendo nacido Use Lahoz en 1976 y habiendo vivido por tanto los años 80 y los 90, las mejores páginas me hayan resultado las comprendidas en la primera mitad de libro, quizá porque disfruto más con lo que desconozco y no he vivido (los años 40, 50 y 60) que contrastando la realidad con las experiencias propias de los años 80 y 90 (cuando aparecen por ahí programas televisivos como el Quién sabe dónde, grupos grunge como Nirvana, cantautores sempiterenos como Silvio Rodríguez, las festivas Mama Chicho o Las Olimpiadas del 92…).
El peso de la historia recae en la figura de Santiago Lansac, quien llevará una vida pródiga en azares y cuajada en la desgracia, naciendo en Valdecadiar, un pueblo que ni aparece en los mapas, para vivir luego en Barcelona o Montevideo.
La mala cabeza de Santiago, los pájaros que amueblan su azotea, su capacidad innata de promotor inmobiliario para edificar sin descanso castillos en el aire, su tendencia a meterse en líos, su ingenuidad y sumisión a los juegos de azar, hacen de él una mina para cualquier escritor.
Use Lahoz irá moviendo a Santiago por el tablero, por la piel de la tierra, a través de pueblos, ciudades, urbes, barres de los bares y oficios varios, rodéandolo de mujeres que lo dejarán tirado, huérfano de amores filiales no correspondidos, de los que se resarcirá buscando otro amor con el que lamerse las heridas, para reescribir el pasado, donde su naturaleza volátil oficiará cada uno de sus actos, dejándose la vida en todo tipo de trabajos devenidos precarios por su irresponsabilidad, dilapidando lo ganado sin juicio alguno, siempre como un fugitivo, huyendo de la sombra de la justicia y de sí mismo, en un movimiento continuo que le evite pensar o reflexionar sobre su situación, enfangándose en sus trampas verbales, en una huida hacia delante que nunca soluciona nada y lo empeora todo. Y a su lado Candela, testiga muda de los desatinos de su amante y padre de sus hijos. La revocadora de todos los agujeros que provoca Santiago con su improcedente conducta. Candela dejándose la vida para encontrar su sitio y ofrecer un futuro a sus vástagos, mientras Santiago torpedea la palabra esperanza con cada una de sus acciones, con cada una de sus cagadas, que luego Candela irá tapando, cubriendo con embustes o evasivas las desventuras de su amado.
La novela de Use engancha. Una vez que la empiezas no ves la manera de acabarla (ese y no otro es el objeto de toda novela: apasionar al lector), y las idas y venidas de los personajes y la cantidad de cosas que les suceden, en un marco único: una España que salía de una Guerra Civil e iba camino cuatro décadas después de dejar de ser una dictadura para recuperar la libertad y la posibilidad por ejemplo de divorciarse, no contribuyen sino a hacer que el interés por la novela se vea acrecentada, vista ésta como un fresco histórico o sociológico.
Que el propio narrador sea quien cuestione una y otra vez las acciones de Santiago creo que es innecesario ya que debiera ser el lector quien sacara sus propias conclusiones a tenor de lo leído, más que asentir o coincidir o no con los juicios emitidos sobre Santiago.
Otra cosa que se repite mucho en la novela (hasta resultar cansino) y que un momento determinado me hacía troncharme de la risa es cuando leía eso de «años más tarde en uno de los boliches de Montevideo Santiago diría que.…», que parece que el autor va metiendo con calzador, sin remisión.
Los abundantes diálogos aligeran la historia y la hacen todavía más vivaz, a lo que contribuye el ritmo suelto que le imprime Use a su prosa, para ir pasando años y décadas sin aparente esfuerzo, con ligereza. La misma que tiene el libro.
Use Lahoz ha sido el último ganador del Premio Ojo Crítico con su novela La última estación.
Premios Ojo Crítica de Narrativa
1990 Javier García Sánchez
1991 Pedro Zarraluqui
1992 Miquel de Palol
1993 Felipe Benítez Reyes
1994 Juan Manuel González
1995 Irene Gracia
1996 Andrés Ibáñez
1997 Juan Manuel de Prada
1998 Lorenzo Silva
1999 Alejandro Cuevas
2000 Fernando Royuela
2001 Marta Sanz
2002 Ana Prieto Nadal
2003 Albert Sánchez Piñol
2004 Isaac Rosa
2005 Pilar Adón
2006 Julián Rodríguez
2007 Ismael Grasa
2008 Jon Bilbao
2009 Alberto Olmos
2010 Pablo Gutiérrez
2011 Ignacio Ferrando
2012 Use Lahoz
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