Editorial Alfaguara
2013
131 páginas
La escritora colombiana Piedad Bonnet perdió a su hijo Daniel Segura Bonnet de 28 años, al arrojarse éste al vacío desde un sexto piso.
Consumado el hecho, Piedad trata a través de la escritura de intentar sacar algo en claro, o cuando menos de ofrecer algo para la posteridad, ya que son los vivos los que mantienen con vida a los muertos, a través del recuerdo, de la memoria.
El suicidio se irá incubando con el tiempo, años y atrás y este secreto nos lo desvelerá Piedad, pues su hijo sufría problemas mentales desde la adolescencia, que le hacían desapegarse de la realidad, tener paranoias, lo cual dificultaba mucho su vida, a pesar de la medicación, que seguía y dejaba.
Piedad sabía que escribiría la crónica de una muerte anunciada, ya que es muy difícil o imposible evitar que alguien se quite la vida si éste es su deseo, y que ni todo el cariño filial, y esta es la gran putada, que una madre pueda dar a su vástago será suficiente para apartarlo de su meta, del objetivo de quitarse la vida.
Piedad en la narración de su dolor inserta citas de otros escritores, como Millás, Marías, Kertész, y retazos de cuentos de Nabokov o Carver (su cuento Parece una tontería también aparece en Niños en el tiempo de Ricardo Menéndez Salmón), y aunque el dolor es universal cada uno lo sufre y experimenta de una manera determinada.
Más allá de ese vacío sin orillas que deja la pérdida de un ser querido, un hijo, se suma otro, la impotencia de no poder freno a una muerte que puede suceder en cualquier momento, y ante la que nada parece poderse hacer.
Es imposible, al menos para mí, no emocionarme y desgarrarme al asomarme a ese acantilado sin fondo que es el corazón de Piedad, ante un dolor, que a pesar de ser filtrado por la literatura y encapsulado entre estas páginas, rezuma, en este testimonio sincero y descarnado que viene a ser una bella carta de amor de una madre hacia un hijo, pariéndolo de nuevo con palabras, para que no desaparezca de su memoria, para que tenga sentido la vida y la muerte de su hijo y algún sentido también la pena de Piedad.
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