Allí no existían automatismos agotadores como conversar durante la comida, charlas banales, trenes que tomar, o los cientos de ansiosas trivialidades que emponzoñan la vida diaria. Incluso los principales motivos que causan culpa y ansiedad se esfumaron hasta perderse en lejanos limbos […] esta nueva dispensa me dejaba diecinueve horas diarias de absoluta y divina libertad. El trabajo se volvió más fácil por momentos y, cuando no está trabajando, estaba explorando la abadía y los parajes de los alrededores, o leyendo.
Un tiempo para callar (Patrick Leigh Fermor) con traducción de Dolores Payás
Estas reflexiones de Patrick Leigh Fermor fruto de su estancia en distintos monasterios me recuerdan a las palabras de Thoreau: “Quise vivir profundamente y desechar todo aquello que no fuera vida”. Thoreau hablaba de sustraerse a las obligaciones autoimpuestas en las que se deslee nuestra existencia y PLF de las trivialidades que emponzoñan la vida diaria. De momento sirva este párrafo para tomarle el pulso a este vívido libro que me está entusiasmando ya desde su estupendo prólogo, de la también traductora del texto, Dolores Payás.