I
Recibo un soplo de un amigo por correo electrónico: Una recomendación: Permafrost, de Eva Baltasar. Me ha entusiasmado.
II
Ayer, 16 de noviembre, día de las librerías, paso por una de ellas, voy -con anteojeras- hacia la B. Veo tres ejemplares de Permafrost, voy a la caja, lo pago (16,06 €), llego a casa y lo empiezo. De entrada, una cita de Bernhard: Nacer es una desgracia, decía, y mientras vivimos perpetuamos esa desgracia, que me recuerda a otra de Goytisolo, Tu nacimiento fue un error: repáralo.
III
La narradora es una suicida soltera y lesbiana. Decía Menchu Gutiérrez en una entrevista que la creación literaria, y el misterio, que era su motor, se dedicaba a extraer palabras de una materia silenciosa, quizás sea ese Permafrost, pienso, esa tierra permanentemente congelada que da título a la novela.
Eva Baltasar (Barcelona, 1978) escribe con un taladro neumático en las manos y por mucha capa congelada que haya su escritura va en vertical hasta hacerme sentir el relámpago en vena y la tormenta en los carrillos.
IV
Miro hacia atrás, y además de algún otro libro reciente como Ordesa, que ha acariciado y rasguñado las fibras de mi ser, pienso en otra estupenda novela de hace 10 años, Naturaleza infiel de Cristina Grande, con la que Permafrost guarda mucho parecido en cuanto al estilo (gran traducción al castellano de Nicole d´Amonville Alegría), a esa mirada de la narradora cargada de humor, lucidez, vitalidad e ironía, no de sarcasmo, a quien la vida en lugar de permitirle una salida digna, la por ella deseada, se ve asediada y cercada por esta vida salvaje y nuestra, mediada por la familia y sus afectos/defectos/desperfectos.
V
Concluyo con un endecasílabo.
Permafrost es cojonuda, pásalo.
Me lo habían recomendado, pero como fue la misma persona que me recomendó ‘Piscinas vacías’ no le hice mucho caso. Si tú le das el visto bueno, queda apuntado de inmediato.
Palimp, lo empecé por la tarde y hoy antes de las siete de la mañana ya estaba acabándolo. La pena es que sea tan breve, lo bueno es que esta novela forma parte de un tríptico. Me ha gustado mucho. Algunos libros me dejan muy frío, pero este Permafrost paradójicamente me ha resultado volcánico, un autorregalo mágico, Baltasar mediante :-)))
¡Anotado! El endecasílabo final me convenció. ¡Alegría!
Hola Lucas. ! Qué alegría verte por estos predios virtuales! Ya me dirás qué te parece el libro de Eva. Ahora ando leyendo a Ednodio y estoy gozando de lo lindo.
Un abrazo