Primera novela de la larga y exitosa serie del Mundodisco, compuesta por unas cuantas novelas, con diferentes personajes, pero todas ellas ambientas en el mismo mundo.
Mundodisco hace honor a su nombre, ya que es un mundo que tiene forma de disco. Gira sobre su propio Eje y por el Borde el agua cae al vacío, como en las viejas creencias de la Edad Media. En lo que se diferencia de aquellas creencias es en que este mundo disco descansa sobre el lomo de 4 enormes elefantes (Gran P’thon, Tubul, Berilia y Jerakeen), que a su vez reposan sobre el lomo de la aún más gigantesca tortuga conocida como Gran A’Tuin, que se encarga de transportar este absurdo mundo por el espacio a buen ritmo (se realizó un pequeño corto como piloto de una serie de animación en que se explicaba gráficamente este Mundodisco).
Con estos precedentes, podría parecer que estamos ante una novela absurda y sin sentido, más aún si algunos de los personajes que aparecen en ella son auténticos Dioses que viven en lo alto de Cori Celeste, la montaña que se alza justo en el centro del Eje, El Equipaje, un cofre que tiene dientes y lengua y muy mala leche y que para seguir a su amo saca un gran número de pies por sus partes bajas para ir de un sitio a otro (es lo que tiene estar hecho de madera de Peral Sabio) o la mismísima Muerte, que como es universalmente conocido, viene en persona a recoger a los magos en lugar de delegar en alguno de sus secuaces.
Y es que el protagonista principal es un mago llamado Rincewind, de tercera y sin acabar sus estudios en la Universidad Invisible, pero mago al fin y al cabo. Fue expulsado cuando abrió uno de los libros mágicos y se le coló uno de los Grandes Hechizos, que le hizo olvidar el resto (pocos) que conocía.
En sus correrías le sigue Dosflores, un turista (el primero en la historia de Mundodisco) procedente del próspero Continente Contrapeso con intenciones de vivir todas las aventuras posibles. Y las viven.
Pero no, a pesar de que todo esto suene a absurdo y les pasen cosas realmente curiosas, además de cruzarse con los personajes más dispares, el fluir de la historia es tal que todo parece de lo más lógico y normal. No tiene nada que ver con otras importantes series de libros como La Guía del Autoestopísta Galáctico, mucho más absurda, El Señor de los Anillos, mucho más imaginativa, La Fundación, imprescindible y mucho más desarrollada o Harry Potter, mucho más “mágica”.
Esta primera novela del Mundodisco destaca por su imaginación, sus situaciones y sus personajes, pero sobre todo por lo bien que combina todos ellos y convierte en interesante el devenir de estos dos chalados a lo dextro y levo del enorme disco en el que habitan.
Supongo que uno de los aciertos de esta novela es tomarse a chufla todo, y a la vez de coger cosas que indudablemente proceden de otras obras a las que parodia, tener un estilo propio y ser fiel a sus propios personajes y al propio mundo en el que se desarrolla.
Por cierto, el título de la novela hace referencia al octarino, el octavo color básico del arcoiris del Mundodisco, el color de la mágia.
La historia acaba “en suspense” y tiene su continuación en “La luz fantástica”.
Indicar por último que sobre el mundodisco se han hecho algunas películas de animación, como Bienvenidos al Mundodisco, muy recomendable para hacerse una idea gráfica de a qué nos enfrentamos.
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