Andrés Neuman
192 páginas
Alfaguara
2012
Me alegro mucho de haber leído este libro. He reído y llorado a partes iguales con él. En 179 páginas el autor argentino, crea un triángulo, tres voces, las de Elena, su marido Mario y su hijo Lito. Marío se muere. Elena lo sabe, su hijo no. Marío quiere fabricar un presente, unos recuerdos para su hijo, los últimos para cuando no esté, así que padre e hijo hacen un viaje en camión que les tendrá ocupados unos días. Mientras, Elena, sabedora del final de esta historia de amor, se entrega en los brazos de un médico, una entrega apasionada, enajenada, una relación en la que despeñarse, donde practicar puenting emocional, donde llegar al núcleo de su ser, más allá de lo convencional y los imperativos morales, familiares o sociales.
Con una prosa limpia, nada rimbombante, ajustada a los personajes. La del joven es mínima, plasmada en esos mensajes de sms que quieren comunicar con los menos caracteres posibles, algo parecido a Mario, que lo hace no por gusto, sino por limitación. Es Elena, la profesora de literatura, quien se ha leído todo, y donde comprueba que todos los libros cuentan su historia, la que debe aprender a vivir con su pérdida, a reconciliarse con su dolor, con su alegría.
Hay capítulos que convierten los ojos en un parabrisas en día de tormenta, donde las pestañas no son capaces de achicar tantas lágrimas.
Cómo se afronta una pérdida.
Cómo se gestiona el dolor.
Cuánto pagar por un atáud.
Cómo recordar a un difunto.
Cuánto debe durar el duelo.
Cómo ser infiel mientras tu marido agoniza.
Cómo superar la pérdida de un padre en la adolescencia, etc.
Estas preguntas y otras muchas son las que deben responder los personajes. Todo ello narrado con frases cortas, precisas, contundentes, y muchas de ellas alentadas por lo poético.