Tras Todo está perdonado (de la que hablaré en este blog en breve pues ya lo tengo leído y lo estoy todavía digiriendo), Rafael Reig vuelve a publicar y lo hace con Lo que no está escrito. La historia que se nos ofrece dista mucho de la ambición de su predecesora. Aquí son dos historias las que se van entrecuzando y unos pocos personajes los que sustentan las historias. Por un lado tenemos a un matrimonio separado y un hijo adolescente como bisagra. El padre coge a su hijo adolescente para llevárselo con él a pasar tres días a la Sierra de Guadarrama a las afueras de Madrid, una excursión con la que el padre y el hijo quizá puedan recuperar algo del terreno perdido, un terreno no obstante minado, pues Jorge ya va avisado, conoces a su padre, lo ha sufrido y conoce sus ataques de ira, su querencia por la bebida, su empeño en hacer de él, no alguien feliz, sino un HOMBRE. Al irse, Carlos, el padre, deja a su exmujer, Carmen un manuscrito para que lo lea en su ausencia. Una vez que el padre y el hijo se encuentran ya en la montaña y Carmen comienza su lectura de fin de semana, le comienzan a asaltar las dudas, porque lo que lee le resulta familiar, conocido, vivido e intuido y sumando a lo que el texto tiene de objetivo, lo que todo lector pone de su parte cuando lee, a Carmen le llevan los demonios creyendo que su ex puede estar tramando una venganza contra ella, usando a su hijo como herramienta.
En el manuscrito escrito por Carlos una panda de garrulos de un barrio cualquiera tratan de escapar de su miseria material, que no moral porque para ellos ya no hay redención, secuestrando a un joven y pidiendo rescate al padre de la chica que está forrado. Surgen las analogías entre el cuerpo de esa novela y las hazañas que sufrirá Jorge en la montaña. Subyace de todos modos la sensación de que todo está escrito y uno no pudiera escapar del barrio, ir más allá de los muros del cementerio aledaño en el que acabarán muriendo.
La novela como thriller psicológico funciona desde el primer momento porque lo que nos impele a seguir leyendo sin poder parar es conocer el destino del joven Jorge, de Carlos, de la secuestrada, de Yolanda. Reig además de describir con mano de orfebre y todo lujo de detalles los amaneceres, la fisionomía de los cielos, nubes y lubricanes, toma también tierra para estudiar el alma humana, los sentimientos de culpa, sumisión, banalidad, entrega, redención, sacrificio, etcétera que son la argamasa de los que están hechos Carlos y Carmen, incluso Yolanda que trata de arreglar un error con otro error. Y no de ellos sino de todos, porque con esos mimbres estamos hechos todos, salvo las divinidades.
Una novela la de de Rafael Reig que desasosiega por dentro al lector (al menos he sentido un cosquilleo varias veces por el espinazo). Una historia bien narrada, donde el autor, que es el que tiene el poder, nos lleva adonde el quiere, si bien, cada uno ponemos de nuestra parte, siendo más o menos permeables a los devaneos, delirios y emociones de los personajes.
Si en Todo está perdonado Clot obtenía la redención por la vía anal gracias a Lou Seltz , aquí no falta tampoco algo de sexo explícito gracias al Tuercas o esa visita a una sauna gay que Reig mete ahí de rondón para hacernos disfrutar de su humor bizarro.