Dostoyevski es ya un clásico de la literatura. A su muerte, en Rusia, su país de nacimiento, se le brindaron todos los honores, que en vida durante muchos años le fueron negados. Incluso fue enviado al paredón por sus ideas políticas que no gustaban a las autoridades. Milagrosamente la ejecución no se llevó a cabo, aunque estuvo exiliado cuatro años en Siberia. Dostoyevski pudo materializar su sueño que no era otro que escribir. Las más de las veces en condiciones adversas, acuciado por las deudas, causadas por su desmedida afición al juego, lo que le llevaba a escribir a todo trapo para publicar sus novelas y saldar así las deudas. Su última obra fue «Los hermanos Karamazov», una compilación de ideas que ya había desgranado en sus obras anteriores.
Las novelas de Dostoyevski no pasan de moda, son actuales a día de hoy, habiendo sido escritas hace más de cien años, porque Dostoyevski, que nunca acometió una novela histórica, se preocupó más por bajar a los infiernos, por mostrarnos los pliegues del alma, las contradicciones en las que incurrimos los humanos, tomando el tiempo presente, mitad del siglo XIX como referente.
En «Los hermanos karamazov» se tratan temas universales y disquisiciones filosóficas como lo absurdo del amor filial incondicionado, el miedo, la cólera, la pasión desmedida que marca el proceder humano. La cuestión de la fé, la religión, la libertad del inviduo, la necesidad de salvarse, el socialismo, el ateismo, el nihilismo, el misticismo y la negación de Dios. El amor redentor, la bondad insaciable, la fraternidad hermanadora, la conducta sublime, la paternidad responsable en hogares de padres alcoholizados.
A través de sus personajes: Alexander, Ivan, Fiodor, Smerdiakov, Kolia…, Dostoyevski se adentra en los recovecos del alma humana y con unos diálogos punzantes, dolorosos, terribles, conmovedores, somos testigos de la destrucción de un ser humano: el proceso judicial al que se ve sometido Dimitri, acusado de matar a su padre, Fiodor. El instinto parricida Dimitri no se oculta, sin llegar a materializarse, pero una serie de circunstancias lo condenarán injustamente, al dar crédito a las palabras de toda esa gente que movida por la inquina y el desprecio ven la ocasión propicia para ajustar cuentas con Dimitri, al que la mayoría detesta.
Los hermanos Karamazov es un libro conmovedor, que dota a la tragedia de un sentido estético bello, vibrante, gracias a unos diálogos vigorosos, no exentos de un toque filosófico para explicar las conductas de todos los que aparecen en el libro, movidos por el odio, la bondad, el amor, los celos. Sentimientos humanos sobre los que Dostoyevski en esta magna obra de más de mil páginas da un recital, tejiendo una red de la que es imposible escapar.