Si Ninguna necesidad (Premio Ojo Crítico de Narrativa 2006) no me había dicho nada, Santos que yo te pinte aún menos. No sé si hablamos de una novela ultracorta o un de relato, pues son 43 páginas, en un libro que ocupa como la palma de mi mano y que se lee del tirón (y conviene hacerlo así) en una hora.
Este artefacto es un batiburrillo, un amasijo de palabras, todas puestas una detrás de las otras, sin saltos ni las interrupciones que propiciaría su organización en capítulos o párrafos en blanco. No, todo va del tirón, desde que empieza hasta que acaba, como cuando alguien se enfurruña y dice: «dejame hablar«, y no ceja en su empeño hasta que ha soltado su discurso, aliviado.
Seguro que Julián Rodríguez, tendría muy claro qué quería decir y cómo lo iba a hacer, y habrá un ejercicio de reflexión previo a la escritura, pero al leerlo uno tiene la sensación de que independientemente de que el autor se haya tirado una década puliendo la obra, desbastándola, hasta decidirse a publicarla o bien, que una tarde se sentara en un bar, con un manojo de servilletas y plasmara en ellas el libro que llevaba en mente, del tirón, el resultado sería el mismo: me ha resultado una obra sin orden ni concierto. Y eso no es malo, lo malo es la falta de chispa, de humor, de ironía, la escasa capacidad de invocar o sugerir nada en el ánimo del lector (yo), que uno vaya adentrándose en la lectura, como quien se pierde en una ciudad y solo busca desesperadamente el coche, sin reparar en nada de cuanto le rodea.
Decía vaguedades, el todo va bien de las ocasiones de compromiso. Vaguedades como las palabras de amistad sucedánea, y el amor sucedáneo y el tiempo sucedáneo. (pag 48)
La magia de la literatura es precisamenta esa, que mientras que a mí Santos que yo te pinte, me ha parecido una ristra de vaguedades, una muestra de verborrea digital, baldía, a otros internautas blogueros literarios, les ha parecido algo tan maravilloso, innovador y sugerente como para afirmar que Julián Rodríguez es uno de los grandes gurús de la narrativa de este siglo, o el futuro de literatura ibérica. Apuntar que según el DRAE un gurú es un maestro o guía espiritual, o a quien se le reconoce una autoridad intelectual: no digo más.
Recuerdo otro libro torrentero, La soledad de las vocales del gallego Jose María Pérez Alvárez, que me gustó muchísimo y , cuyo último libro Tela de Araña, es una obra de arte. Dicho queda.
Lo publica la editorial Errata Naturae, creada en 2008, con la ilustración en la portada de David Sánchez.
Los Planetas, ese grupo andaluz capaz de generar unas fabulosas atmósferas con sus guitarras, tienen una canción que lleva por título Santos que yo te pinte (demonios se tienen que volver).
Esta reseña la puedes leer mientras te escuchas la canción planetaria (si entiendes algo a la primera escucha: enhorabuena). O escuchar directamente la canción y pasar de la reseña, que quizás te salga más a cuenta.
A veces me pregunto de quien será el fantasma que te ha tapado los ojos para que no veas nada.