Puro marketing

Ya se ha publicado, La reina en el palacio de las corrientes de aire, la tercera parte, de la trilogía (de culto dicen) del fallecido escritor sueco Stieg Larsson. En el telediario de TVE anunciaron el lanzamiento a bombo y platillo (cuando los libros que se anuncian en un telediario en un año los podemos contar con los dedos de las dos manos), y en una librería que visité ese mismo día, la gente se llevaba los libros, tanto el último libro como los anteriores de la saga como rosquillas. Ha sido todo un fenómeno, lo que ha sucedido con la saga Millennium. Me he leído los dos anteriores, y puedo afirmar que son entretenidos y punto. Ni creo que sean clásicos, ni Larsson sea un maestro de la literatura, ni nada parecido. La saga funciona porque las situaciones funcionan, y es «fácil de leer«, con lo que esto implica y la fácil acogida que tiene entre el gran público.

La reina en el palacio de las corrientes de aire

En un librería de Logroño, la entrada mostraba este aspecto. El despliegue para anunciar el lanzamiento del libro ha sido brutal, y la respuesta del público ha sido la esperada. A mi entender es puro marketing, pero si le pides a cualquier conocido que te recomiende un libro para el verano, si esa persona, que por término medio sólo ha leído dos libros al año, es muy probable que te hable del libro de Larsson, ese libro del que todo el mundo habla. Si pedimos consejo a alguien que lea 50 libros al año, seguramente te recomendase otro, pero los ávidos lectores escasean, y esto permite que un país donde se lee muy poco, todos acaben leyendo el mismo libro, hoy este y el año pasado La Catedral del Mar, porque dicho sea de paso, a todos les gusta leer el mismo libro que otros ya han leído, a fin de poer intercambiar impresiones, y sentirse reconfortado al sentir que formar parte de un grupo. Si les recomiendo La flor del toronjil, es muy posible que ni lo encuentren en las tiendas, no se trata de un best-seller claro está, y además la gente no quiere complicaciones, quiere algo fácil de leer, y ahí Larsson sabe cómo hacerlo de maravilla.

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