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Burning, The Hangar (Logroño)

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La mítica banda de rock Burning, liderada por Johnny Cifuentes, que en 2024 cumplirá 50 años sobre los escenarios, nos ofreció ayer en la discoteca de Logroño The Hangar un conciertazo de más de dos horas, en la que nos hicieron gozar y movernos con temas clásicos como Qué hace una chica como tú en un sitio como este, Mueve tus caderas, Esto es un atraco, Jim Dinamita, No es extraño que tú estés loca por mí o Una noche sin ti, canción con la que concluyeron el concierto (ver video).

Ver video del concierto

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Nietzsche, noble y filósofo (Meta von Salis-Marschlins)

Meta von Salis-Marschlins (1855-1929) fue una de las cuatro evangelistas que tuvo Nietzsche. Las otra tres fueron Elisabeth Förster-Nietzsche, Lou Andreas-Salomé y Malwida von Meysenbug. Como evangelista podemos esperar que Meta nos hable de la obra, vida y milagros de Nietzsche, noble y filósofo.

Y quién es Meta, se preguntarán. Meta fue la primera mujer suiza doctorada en Filosofía, en 1887, también la primera historiadora y conoció a Nietzsche, y entró en su órbita, accediendo a su intimidad entre 1884 y 1888.

¿A qué nobleza hace mención Meta en el título de este libro?

A aquella basada en las premisas de la buena sangre, la dura disciplina y una cadena de superaciones.

Nobleza que le impele a Meta a considerar a Nietzche el filósofo del aristocratismo.

Nietzsche sabía que escribía para una minoría, y nunca deseó ver sus libros en manos de la la inmensa mayoría. Coincidía con Heráclito en su vida solitaria y con Epicuro en su sencilla dieta, pues tenía aversión a engordar.

Meta es consciente que en su acercamiento a Nietzsche debe evitar tanto la condena superficial como repetir como un loro o mostrar la ciega admiración. La proximidad con el filósofo le permite describir aspectos de su personalidad, encontrando en su naturaleza mezcla de delicadeza y severidad.
Meta quiere conocer mejor a Nietzsche leyendo sus obras, y así nos cuenta cómo Aurora, fue un consuelo y una fuente de esperanza durante los veinte meses de aquel exilio autoimpuesto.

A Meta le sorprendía la voz, suave y melodiosa, así como la tranquila manera de hablar de Nietzsche. La risa ofrecía a su cara una conmovedora expresión infantil, y sus ojos eran los de un hombre que ha sufrido mucho y que, a pesar de salir victorioso, se yergue melancólico sobre los abismos de la vida, nos cuenta. En las conversaciones que Meta mantiene con Nietzsche constata que para los elevados razonamientos, este no empleaba expresiones rebuscadas.

El texto que también es autobiográfico ofrece alguna información sobre la juventud de Meta.

Yo me alegro de que mi juventud no cayese en un periodo de superficialidad y molicie. Se desarrolló más influenciada por los libros que por la vida, soñando con el futuro y despreciando el presente.
Y todos aquellas cualidades que tenía, que tan bien hubieran sido bienvenidas en un hijo, a ella, como hija, la devaluaron aún más. Pero Meta pudo comprar su libertad al precio de convertirse en maestra.

Muchos encuentros tuvieron lugar en Sils, tan unido a Nietzsche como el santuario de la diosa en Éfeso a Heráclito. Ella comprueba que a Nietzsche le gusta que le escucharan.

Nietzsche reflexiona sobre el efecto que la escritura obra sobre su persona.

El pensador solitario, que para sus ideas no encuentra aceptación ni eco, sin querer alza la voz y en sus escritos cae fácilmente en un tono irritado

Una forma de comunicación entre Nietzsche y Meta son las cartas.

Ahora me causa menos preocupación que usted lea mis libros: el más breve trato personal obra como corrector de un simple conocimiento libresco de opiniones y valores ajenos.

¿Cómo era Nietzsche?

Él mismo era delicado, fácilmente vulnerable, dispuesto a la conciliación, lleno de temor a hacer daño a los demás; su tarea exigía dureza, prohibición de compromisos, le causaba a él y a los otros dolor y amargura.

Gracias a Meta vemos el hondo impacto que en él tienen los libros de Dostoievski, como Humillados y ofendidos, cuyos pasajes lee con los ojos arrasados en lágrimas.

Para Nietzsche los libros que un hombre pone a su alrededor sirven como guía en su alma.

Meta y Nietzsche parecen ser dos almas gemelas.

El fanático amor a la independencia que yo misma tengo, hizo que lo comprendiera perfectamente. Por eso nunca le ofrecí nada que tuviera que rechazar. Pero sentía pena por él.

El repaso a las obras por parte de Meta, va más allá, abundando en su poesía, y ahí Meta ve el anhelo de un hogar, de una patria.

Su amor por la verdad no permitía el compromiso con el estándar cotidiano y la óptica ordinaria, ni su corazón permitía las constantes heridas y decepciones de quienes lo rodeaban. Su obra era su hijo, a quien sacrificó todo lo demás: también el grito anhelante de su alma necesitada de amor, también el anhelo de descanso de sus pies cansados. El sufrimiento, las privaciones y la soledad lo llevaron a las alturas del conocimiento: estuvo dispuesto a pagar el precio para alcanzarlas.

El libro se cierra con reflexiones de calado (que rebasan el propósito de estas notas) sobre un tema central de la moral: la compasión. Según Meta, Nietzche al igual que otros filósofos como Platón, Spinoza o Kant, coinciden en su desprecio de la compasión.

Dice Meta:

Estaba dispuesto a arriesgar su vida por sus ideas porque estas ideas significaban para él la realización de su existencia.

Y acabo con unas palabras de Aurora:

Nadie aprende, nadie se esfuerza, nadie enseña a soportar la soledad.

Nietzsche. Noble y filósofo
Meta von Salis-Marschlins
Ápeiron Ediciones
2022
Traducción y notas: Roberto Vivero
130 páginas

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Un candidato del futuro & Hombres de transición (Hermann Conradi)

No encuentro ningún libro de Hermann Conradi traducido al castellano (salvo un relato suyo, Una noche de primavera, reseñado en el blog de Manuel Fernández Labrada) por eso este ensayo que nos ocupa es, o puede ser, la vía de acceso a Conradi, que murió muy joven, a los 28 años, en 1890, y era uno de los exponentes más destacados del naturalismo alemán. Digo ensayo y tampoco es un ensayo, pues como manifiesta Roberto Vivero (responsable de la traducción y la edición) en un prólogo que no es tal y por eso se califica de Nota, de todas las muchas cosas que este libro podría ser, no es ninguna, quizás para hacerlo al gusto de Conradi, para lo cual sería necesario conocer su forma de ser, su espíritu y a ello podemos aproximarnos algo si leemos lo que otros, como Hermann Bahr, Carl Bleibtreu o Carl Korn escribieron sobre el precoz escritor a su muerte. Conradi para Vivero es un gigante, como Oskar Panizza, también olvidado.

El texto que más ha llamado mi atención ha sido el de Nietzsche, que nada tiene de panegírico y si de reconvención y que reza así.

Carta del 4 de octubre de 1886 a C. G. Naumann

Estimado señor editor, En respuesta a su amable carta, en esta ocasión solo quiero expresar mi negativa al deseo del señor Conradi. Este tipo de poetastros de veinticuatro años son los últimos lectores que deseo, y mucho menos quiero ser elogiado y pregonado públicamente por ellos.

Si Borges se enorgullecía de los libros que había leído, y Javier Gomá proponía enorgullecerse de no haber leído ciertos libros (por decisión propia), aquí Nietzsche incluso se daría el lujo de elegir quién puede leerle (y pregonarle) y quién no.

Las últimas 23 páginas del libro son la traducción de una parte del libro Hombres de transición & Un candidato del futuro.

En la contraportada leo que el estilo de Conradi superó las posibilidades de comprensión de sus contemporáneos. Y yo añadiría que también la de los lectores del futuro, porque sería necesario un buen aparato crítico para arrojar luz sobre la escritura de Conradi, que al no haber conocido a Ortega y Gasset no supo que la claridad era la cortesía del filósofo. A pesar de esto, veo cómo Conradi tenía en alta estima a Dostoievski:

Oh, Dostoievski, dales, dales a esos -ya se sabe a quién me refiero- o al menos tú sabes a quiénes me refiero, único, uniquísimo, incomparable, dales los instrumentos de tu abismal psicología: a todos aquellos que quieren tener algo que decir pero no han vivido nada, absolutamente nada: estos esclavos de los objetos que siempre han permanecido en la esfera de coerción y tributo de las cosas, de los fenómenos, y se han liberado, así, de todos los problemas y conflictos… Falta de experiencia que ya denunciaba Walter Benjamin.

También encarece Conradi a Nietzsche. Si aquel propuso el superhombre, Conradi, con el tiempo como herramienta, clasifica al hombre en filisteos (el hombre del pasado), el hombre de transición (presente) y los hombres del futuro.

Hermann Conradi
Un candidato de futuro & Hombres de transición
Ápeiron Ediciones
Traducción y edición de Roberto Vivero
2022
74 páginas

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Azada de jardín (Diario) José Ángel Cilleruelo

Antes de escribir sobre Azada de jardín releo mi reseña de Dedos de leñador (considerado por el autor el hermano mayor, del que ahora tengo entre manos) libro que principió el ciclo diarístico de José Ángel Cilleruelo, recogiendo cien días, y alguno más de 2019.

En Azada de jardín, aparecen algunos días más de 2019 y cien días sueltos de 2021. Recordemos que por medio aconteció la pandemia, que hoy parece un mal sueño, sin que llegará, creo, a producir ningún cambio sustancial.

El individualismo ha alcanzado el tuétano de la sociedad.

Y lo curioso es que cuando Cilleruelo relee aquel diario, en algunos momentos, con algunas entradas tiene la sensación de leerlas por primera vez. Esta sé que es una sensación extraña, la de leerte a ti mi mismo, como si no fueses tú el que hubiera escrito lo leído.

Y no se nos hurta el tono confesional.

Es el poema quien traza su profundidad subjetiva, al margen de la realidad de quien lo firma. Siempre he creído en este principio germinal de la escritura. Pero he decidido publicar este libro que lo contradice de principio a fin […] Es como si traicionase a cada paso las concepciones del escritor que quería ser cuando me escribía con Rafael Pérez Estrada.

Tras cuatro décadas de escritura constante, me he visto obligado a escribir bajo la subjetividad de mi propio yo biográfico […] para que la prosa que hacía tuviera algún significado para mí.

Los dos libros forman una unidad y esto se evidencia cuando constato que muchos de los temas aquí tratados se repiten, como si las preocupaciones del autor fuesen una constante. En 2019 el autor dejaba la docencia después de treinta y cuatro años en la enseñanza, y ahora dos años después debe tomar conciencia de lo que es. Si ya no es profesor ahora sí que puede, quizás, considerarse escritor. Y si bien sigue publicando, hay un ánimo derrotista al constatar la suerte que corren los libros cuando ven la luz, para casi desvanecerse en el acto.

da igual cuándo se edite el libro para que nadie le haga caso.

Un apunte interesante tiene que ver con labor editorial.

Creo que la auténtica dejación culpable no es la de la crítica, sino la desaparición de la figura del editor literario, sustituida por el editor profesional.

Lo vemos acudiendo a los Encantes, adquiriendo libros, encontrando las ganas para leerlos, también al mercado dominical de libros viejos de San Antonio. Nos desliza algún dato de carácter personal, como las visitas a su madre nonagenaria, o la aparición de su hijo en Londres. Nutriéndose estos textos (de manera referencial) también de otras obras suyas recientemente publicadas, y aquí reseñadas, como El ausente (en el diario conocemos la génesis de ese libro, la epifanía que el autor experimenta cuando visita la librería Walther Köing, en el Barrio de los Museos de Viena, al hojear el libro 100 Selbstildnisse de Gerhard Richter), o de las entradas y series presentes en su (ineludible) blog El Visir de Abisinia, ya sea sobre espejos, tranvías, o las recogidas en el Diario 1944 o Diario 2044.
Pero aquí no se desvela la intimidad, y no es lo importante fiscalizar qué libros lee el autor, qué exposiciones visita o qué películas visiona, sino el resultado de todas estas experiencias. Quizás al descubrir:

que lo presencial, aunque ocupe muchas horas, resulte nimio al lado del pensamiento.

Por eso la frontera entre el ensayo y el diario no está nada clara. El diario sigue aquí un orden cronológico, una parcelación del tiempo, pero dentro de cada día escogido para ser literaturizado, lo que importa son las reflexiones que le suscitan todo aquello que ve, escucha, siente, aprende. De esta manera encontramos, por ejemplo, reflexiones acerca de La Afrodita de Cnido, y la manera en la que se va tratando el desnudo y el vestido en las esculturas con el correr de los siglos, donde la túnica, por ejemplo, vestía un cuerpo que se imaginaba desnudo.

O cómo al ver El rayo verde de Eric Rohmer, pienso en cómo se despachan (y despechan) hogaño las películas, con un me gusta, no está mal, se deja ver, me ha flipado o sencillamente con algún elemento gráfico, y con qué actitud se veían antaño.

En los ochenta, cada película suya era esperada con ansiedad y celebrada con colas en la puerta de los cines. Y con horas y horas de conversaciones, después, más extensas y densas que las que se habían contemplado en la pantalla […] Luego se acabaron los noventa y la vida siguió ya sin el impacto de sus películas. Sin que nadie lo citara ni lo programase […] la esencia misma del conversar que se vivía como habitual en la década de los ochenta.

O bien, cuando el autor ve La profesora de piano (Jan Ole Gerster, 2019), afirma que:

El mito del profesor arrogante (pero también el del profesor entregado y hasta del simpático) ha quedado como un mero estorbo frente al aprendizaje en el autoservicio de la tecnología […] al ser desplazada la excelencia por el efectismo.

Hay entradas que son una vindicación de poetas arrumbados por la historia, como Lorenzo Gomis. O explicitar la conexión con poetas más jóvenes (aunque según leo: los nuevos me son tan ajenos como los hitos en el lanzamiento con arco) como Vicente Luis Mora. Asimismo la realidad se filtra en estas páginas, a modo de obituario, a la muerte de Franco Battiato. Y qué necesario resulta hoy que la razón parece haberse extraviado, el encontrar un centro de gravedad permanente. O recuerdos de la infancia medieval del autor, cuando se iba la luz y surgían las velas. Al hilo de lo cual afirma que hoy que la percepción de la realidad es la misma, de día o de noche, el misticismo se ha convertido en una experiencia imposible

Algunas frases creo que presentan un espíritu aforístico:

La penumbra es la auténtica luz del verano.

Sufrir es la única victoria heroica.

El imparable avance digital convierte la realidad en algo inactual.

El auge de lo virtual, parece dejar la realidad convertida en algo ya obsoleto.

El propósito lo veo claro: que “real” ya sea considerado en exclusiva el universo virtual y la realidad se relegue a la categoría de mero pleonasmo.

Pero sale vencedor, una vez más, un lenguaje máquina, sin escrituras implícitas. El lenguaje de nuestra época. A veces suena ofensivo, pero solo es autoinmune: se destruye a sí mismo.

La fotografía ocupa, lo vemos si visitamos el blog del autor, un lugar importante. Muchas de las series son textos que acompañan fotografías, o fotografías engalanadas con textos, como quieran. El autor visita una exposición de Guido Guidi (cuyo nombre parece ser el germen de un ejercicio psicotécnico), y en las fotografías, que distan mucho de ser las esperadas cuando pensamos en Venecia, el autor halla lo que busca en todo cuanto escribe, a saber:

El sentimiento que se resiste a desaparecer cuando ya no está.

La mejor fotografía que pueda ser vista no necesita la mediación de una máquina. La cámara es el fracaso de los ojos para mirar y de la memoria para recordar. También es, sobre todo, el fracaso del presente.

Como ven, el libro ofrece un sinfín de reflexiones, a mi parecer, interesantes. Aquí he espigado algunas, no todas, porque no se trata de vaciar el diario de su contenido, sino de ofrecer algunas pinceladas, un bosquejo, en esto texto que sirve como prolongación a lo leído.

Y no olvidemos nunca algo que aquí se afirma.

Un lector necesita lectores.

Azada de jardín. Diario
José Ángel Cilleruelo
Editorial Polibea
2023
323 páginas