Abre la puerta de Alena Collar (Madrid, 1960) publicado por Talentura, recoge 30 relatos cortos en poco más de 180 páginas.
La lectura viene a ser como un paseo por la desgracia ajena, algo parecido a Piscinas vacías de Laura Ferrero pero sin tantas dosis de dramatismo. Una desgracia ajena que siempre deviene propia. No se nos hurta la enfermedad, la muerte, los niños robados, los trabajos precarios, los sueños incumplidos, las víctimas de la violencia machista, la necesidad de abandonar un hogar, la incomprensión familiar, las consecuencias de la guerra civil… y también hay algo de luz cuando se abre la puerta a la camaradería, la amistad, el afecto.
Aquí la escritura vendría a ser como esa manguera que en manos de la escritora decide empapar al lector de realidad y lo hace con relatos que beben de lo cotidiano y lo prosaico, con diálogos que parecen sacados de cualquier patio de luces, del bar de la esquina, de la carnicería del barrio, de la charleta con un familiar, de un vagon de metro; son vidas funcionariales y experiencias tan normales como humanas a las que Alena Collar quiere dar voz y relieve; relatos cuyo planteamiento dista mucho, por ejemplo, del de las Vidas minúsculas de Pierre Michon, cuyo tono era más elevado, el lenguaje más alambicado y más sugerente su estilo; aquí hay como cierta urgencia por contarlo y describirlo todo y ahora, de llevar a cabo una taxonomía de la realidad menos complaciente, de abrir los ojos a ciertos temas incómodos que le sirvan de catarsis al lector, si bien yo prefiero huir de lo explícito, no estrangular nunca la sugerencia y finalizar los libros o los relatos como hacía Williams en su espléndido Stoner.
Muchas Gracias, Francisco. He visto tu reseña por casualidad. Te agradezco mucho tus generosas palabras. Un cordial saludo.
Hola Alena, gracias por tu comentario. Un saludo.
Francisco