Momentos humanos de la tercera guerra mundial

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Hablaba el otro día del libro de Landolfi, Cancroregina, donde dos zumbados, a bordo de una máquina, la Cancroregina del título, se lanzaban a una odisea espacial, donde uno de ellos moría y el otro quedaba flotando en ese líquido amniótico sideral, un poco a la deriva, física y mental.
El relato de DeLillo, Momentos humanos de la tercera guerra mundial -de su libro de relatos El ángel esmeralda– aborda un tema parecido. Dos hombres está en una nave, mientras en la tierra ha estallado una guerra, y uno de ellos, el tripulante más joven, parece empezar también una especie de desconexión, una desnaturalización, que en lugar de llevarlo al nihilismo y la destrucción, se acerca más a la del demiurgo que mirando a su retoño, en este caso la tierra, se siente satisfecho, en paz consigo mismo, a pesar de que su existencia tenga una naturaleza límbica y su mundo -todo aquello que su mirada subsume y le solaza- sea cuanto ve a través de la ventanilla de su nave. Demiurgo panóptico enclaustrado orbitando hacia la Nada. DeLillo emplea una jerga sideral que al leerla crea una sensación extraña, como de elevación, como si al leer, flotaras.

Un pensamiento en “Momentos humanos de la tercera guerra mundial

  1. Javi

    Hola. Este relato es muy bueno, es verdad, pero prefiero el que da título al libro, El ángel esmeralda. Me parece que describe muy bien lo que se vive en muchos barrios deprimidos, no sólo en Estados Unidos.
    Un saludo.

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