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El secreto de Lena (Michael Ende)

El secreto de Lena (Michael Ende)

Este cuento de 1991 titulado El secreto de Lena de Michael Ende, con traducción de Marinella Terzi, me recuerda a la película Cariño he encogido a los niños.

Lena es una cría a la cual le sienta bastante mal que sus padres no le obedezcan. Un buen día gracias a la hada Consolacion Interrogación se verá facultada para reducir el tamaño de sus progenitores -al ingerir estos es un mágico terrón de azúcar- cada vez que le lleven la contraria a la niña, a razón de un 50% de tamaño por cada desobediencia practicada. No tardarán apenas los padres en quedar reducidos al tamaño de una figurita, pasando, por ejemplo, las de Caín frente a un gato. Al principio a la niña todo esto le hace gracia, pero luego empieza a verle las orejas al lobo, pues se ve indefensa para hacer ella sola frente al día a día, y también a la noche si vienen truenos, sin el amparo y la protección de sus progenitores.

En este caso como lo que tenemos es una hada y no una bruja el desaguisado afortunadamente podrá revocarse, tornar todo a la situación inicial. Pero toda la magia conlleva un precio. ¿Estará Elena dispuesta a pagarlo?.

En este tipo de fábulas moralizantes todo acaba bien; los niños aprenden la lección y también los adultos. Algo que a fin de cuentas resulta tan sencillo como es acogerse al sentido común y ser flexible como el mimbre que se dobla antes que partirse, que partirse. Pues eso.

Ética para Amador de Fernando Savater

Ética para Amador (Fernando Savater 1991)

Este libro publicado por Fernando Savater en 1991 se tradujo luego a 26 idiomas y se comercializó en treinta países, según reza la contraportada. Nada mal para un libro de ética. Ahora que los libros de autoayuda (los «eróticos» también), ocupan más espacio en las librerías que los de filosofía, creo que Fernando lo tendría más complicado para lograr un éxito parejo.

Amador es, en 1991, el hijo adolescente de Fernando y su padre quiere escribirle algo parecido a una carta, este libro, donde le tratará de explicar como buenamente pueda de qué va esto de vivir. No consiguió Wittgenstein con sus libros aniquilar lo demás libros del mundo, ni lo consigue tampoco Fernando con esta Ética. Ya ha dicho Fernando en alguna entrevista que él no ha aportado nada sustancial a la filosofía y se siente más cómodo en el papel de divulgador, dándonos a conocer qué es lo que han dicho los grandes de la filosofía sobre los aspectos que a todos nos desvelan y apasionan.

La ética la centra Fernando en el acto (o para decirlo con Fromm, el arte de vivir), de vivir lo mejor que se pueda, respetando al otro, poniéndonos en su lugar, siendo abiertos de miras, tolerantes, buscando siempre el bien, la virtud, lo bueno, aquello que nos hace sentir bien, más allá de lo establecido por esos marcos jurídicos que penalizan o no ciertos comportamientos nuestros.
La clave está en pensar por nosotros mismos, llegando a la conclusión de que hacemos lo correcto o no, no mediatizados por una norma, por el miedo a una sanción, sino desde el convencimiento de que aquello es lo justo, lo virtuoso, todo ello en la red de relaciones e intereses en la que nos movemos, como seres sociales que somos, nos guste o no.

Su aire antipedagógico, nada moralizante, su sencillez y falta de ambición, su cariz socrático, de preguntar más que el ir dando respuestas de manual, es lo que lo convierte para mí este libro de Fernando en algo valioso.

Acabo con una cita que aparece en el libro, de John Stuart Mill de su libro Sobre la libertad. Ahora que los irlandeses están votando en referendum acerca de si quieren legalizar o no el matrimonio entre personas del mismo sexo, creo que la libertad y el progreso, pasan por ahí: por abrir puertas, o armarios, y despejar mentes y horizontes.

«La única libertad que merece ese nombre es la de buscar nuestro propio bien, por nuestro camino propio, en tanto no privemos a los demás del suyo o les impidamos esforzarse por conseguirlo. Cada uno es el guardián natural de su propia salud, sea física, mental o espiritual. La humanidad sale más gananciosa consintiendo a cada cual vivir a su manera que obligándole a vivir a la manera de los demás».