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El lector de Spinoza (Javier Sáez de Ibarra)

El lector de Spinoza (Javier Sáez de Ibarra)

Antes de decidir si encarar o no la novela Vida económica de Tomi Sánchez de Javier Sáez de Ibarra, y a fin de tantear el terreno, opté el Día de la Hispanidad por leer el primer libro de relatos que publicara Javier allá por 2004, El lector de Spinoza, cuya lectura me ha deparado una muy grata sorpresa con su estupendo debut

Después de leer los dieciséis relatos uno tiene la sensación de que Javier puede escribir lo que le venga en gana y que lo hará bien Son relatos variopintos, sugerentes, fruitivos, que cifran bien las infinitas posibilidades de la escritura, merced al caudal imaginativo del autor, manejando distintos registros (lo que conmina al lector, a su vez, a leer de muy distintas maneras), con elementos fantásticos y/o desazonadores en El resto invisible o Término, en los que brilla el humor y lo paródico en Gordo más que gordo, el fraseo subyugante en El lector de Spinoza, Cantar de noche (con elementos históricos y una muy plausible ambientación) o Si sólo (díptico o mejor, reverso de Las enseñanzas del barroco), la evocación de la mejor poesía en Eso y para ello una prosa que se muestra coloquial si estamos en el ámbito familiar en Las razones o acodados en la barra de un bar en Las enseñanzas del barroco (en el que un borracho es capaz de encandilar al camarero y también al lector), que deviene pura jerga en manos de unos pandilleros que dejan a otro chaval hecho un Nazareno con la puñetera curiosidad explícita por la Vía purgativa, alcanzar un tono más elevado en Carta del ex, que junto a El lector de Spinoza y Término marcan la cumbre, una cumbre discutidísima habida cuenta del nivel de casi todos los relatos

Sí que hay algunos relatos que me han resultado más flojos como El hombre que espera, El sombrero blanco, Las razones y Tres minutos setenta y siete segundos

Ahora ya estoy a tono para arrostrar las 416 páginas de la Vida económica de Tomi Sánchez

Páginas de espuma 2004 176 páginas

2666

2666 (Roberto Bolaño, 2004)

Roberto Bolaño
Editorial Anagrama
2004
1119 páginas

Amalfitano, uno de los personajes de la novela constata con desagrado que un joven y leído farmaceútico prefiere leer La metamorfosis a El proceso, Bartleby a Moby Dick, Un corazón simple a Bouvard y Pécuchet, Un cuento de Navidad en lugar de Historia de dos ciudades, etc, porque según Amalfitano ya ni los farmaceúticos ilustrados se atreven con las grandes obras imperfectas, torrenciales, las que abren caminos en lo desconocido. Escogen los ejercicios perfectos de los grandes maestros. O lo que es lo mismo: quieren ver a los grandes maestros en sesiones de esgrima de entrenamiento, pero no quieren saber nada de los combates de verdad, en donde los grandes maestros luchan contra aquello, ese aquello que nos atemoriza a todos, ese aquello que acoquina y encacha, y hay sangre y heridas mortales y fetidez.

Dicho esto, a la hora de leer algo de Roberto Bolaño (1953-2003), el camino más fácil para mí era leer Los detectives salvajes, obra que todo el mundo me recomendaba, anteponiéndola a esta. Pero una vez leída 2666, no me arrepiento de haberme dejado prendar por esta obra maestra, de más de 1.119 páginas, tan absorbentes, tan torrenciales y nutritivas, que de buen grado hubiera seguido leyendo hasta las 2666 páginas o más, porque la prosa de Bolaño resulta tan fluida y magnética, tan sugerente e imaginativa, que no quieres que se acabe, porque al final, después de tantas páginas, todo queda abierto, suspendido, como si todo esto no fuera más que un paréntesis, que en el caso de la parte de los crímenes (que recoge el alud de asesinatos de mujeres sucedidos entre 1992 y 1997 en la ciudad mexicana inventada de Santa Teresa, espejo de Ciudad Juárez), parece tratarse de un bucle, pues todo se repite, y ahora leo, que 4.737 mujeres guatemaltecas han desaparecido en territorio mexicano en los últimos dos años.

En esa parte de los crímenes que bien se puede prestar al sensacionalismo, al amarillismo, a la exaltación dramática, a la truculencia desmedida, Bolaño opta por el comedimiento con una prosa analítica, que va dando cuenta durante casi 400 páginas de todas las mujeres asesinadas, la mayor parte de ellas también violadas, tanto anal como vaginalmente, algunas de ellas de poco más de diez años. Los asesinatos se suceden desde 1992 hasta 1998, donde finaliza el relato, casi cada día, sin que nadie pague por esos crímenes, más allá de poner entre rejas a Klaus, un tipo de origen alemán. Las mujeres aparecen tiradas en zanjas, al lado de contenedores, entre los arbustos de las carreteras, en ranchos. Las pruebas de semen casi siempre se pierden por el camino, los asesinos, la mayoría de las veces los novios, o amantes, desaparecen tras cometer los crímenes, o los ponen a la sombra para soltarlos pocos días después. La forma de narrar de Bolaño surte efecto, porque crimen a crimen, página a página, nos presenta con todo lujo de detalles, un panorama brutal, dantesco, demoledor, infernal, y lo peor de todo , aparentemente, irresoluble.

Otro de los ejes de la novela es la figura del escritor Archimboldi, de quien se prendan cuatro profesores de literatura. Tres hombres y una mujer: un francés, un español, un italiano y una inglesa. Cuatro seres unidos por su devoción hacia Archimboldi, a quien tratan de poner cara, de ubicarlo sobre el mapa, toda vez que Archimboldi, al estilo Pynchon, hace de su invisibilidad su razón de ser. Las pistas hacia Archimboldi mueren en México donde finaliza el relato de estos adoradores de Archimboldi, conscientes de que no van a encontrarlo, adoradores que descubren a través de diferentes permutaciones amorosas, en el caso del italiano y de la inglesa algo parecido a la felicidad.

No sé cuanto tiempo vamos a durar juntos, decía Norton en su carta. Ni a Morini (creo) ni a mí nos importa. Nos queremos y somos felices. Sé que vosotros lo comprenderéis.

La última parte del libro, resulta divertidísima, frenética. Se nos describe la figura del menguante Archimboldi, nacido como Hans Reiter, su infancia en un pueblo de Austria, su participación en la Segunda Guerra Mundial en el ejército alemán, el nacimiento de su vocación como escritor, su afán por pasar desapercibido, su amor hacia Ingeborg, su continuo deambular, una vez que consigue jugosas cantidades económicas como adelanto de las novelas que irá publicando, cómo retoma el contacto casi al final con su hermana, la cual está haciendo todo lo posible por liberar a su hijo encarcelado en una prisión mexicana.

Son muchos los personajes que aparecen, muchas las historias que tienen cabida en esta monumental novela, no solo por su extensión, sino también por la cantidad de temas que se tratan en estas cinco novelas condensadas en una sola. Una novela desbordante, que empapa al lector, sin remisión, que no puede hacer otra cosa, al menos en mi caso, que solazarme y dejarme llevar con el ingenio de Bolaño, con su sentido del humor, con su estilo, con su punto canalla, con su sabiduría (fruto de la experiencia) sobre la naturaleza humana, un humanismo presente en todas las páginas de esta bellísima novela que resulta conmovedora y desarmante.

Una lástima que Bolaño nos dejara tan pronto.

Trabajos del reino (Yuri Herrera 2004)

Yuri Herrera Trabajos del Reino
Yuri Herrera
2004
Editorial Periférica
135 páginas

Me había hecho la promesa de dedicar mi tiempo de lectura exclusivamente a La Broma Infinita de DFW. No he podido cumplirla. A fin de aliviar o minorar los efectos secundarios de la lectura de dicho tocho, me he visto obligado a intercalar la lectura del mismo con alguna otra lectura, a fin de no acabar sonado del todo con la broma y he recurrido a un valor seguro: Yuri Herrera.

¿Es la novela de Yuri Herrera una de las mejores que se publicaron en México en 2004?. No lo sé, lo que sí puedo afirmar es que Trabajos del Reino me ha gustado mucho, y que es una buena novela. A Yuri lo descubrí hace meses con La Transmigración de los cuerpos, después seguí con Señales que precederán al fin del mundo y acabo con la novela que Yuri publicó en 2004 en México y en 2008 en España, Trabajos del Reino. Las tres novelas que hasta la fecha ha publicado Yuri las ha editado la Editorial Periférica. Y los libros son una cucada. Este último es tamaño bolsillo y resulta ideal para llevártelo encima y sacártelo en esos ratos en los que no tienes nada mejor que hacer que leer.

Las novelas de Yuri son cuentos con aliento poético (aliento que en manos de otros muchos escritores menos dotados devendría en halitosis) o a mí así se me antojan. En esta ocasión el protagonista es un joven que da de bruces con un mafioso local, a quien le hace gracia la forma que este tiene de cantar y le ofrece trabajar para él en la Corte, porque el mafioso es el Rey y todos los que danzan y viven a su costa, son la Corte.
Hace siglos la gente se dejaba la vida para entrar a trabajar en la Corte (Cervantes sin ir más lejos) y poder vivir plácidamente cerca del bienestar que generaban las Monarquías y la vida en el Palacio. Ahora la gente no es tan ambiciosa y con tener una plaza fija de funcionario se conforma.

El cantante y compositor de corridos es el Artista y una vez en Corte conocerá al Orfebre, al Médico, al Heredero, a la Niña, a la Bruja, al Periodista, el Gringo, el Gerente, etc. De una manera muy sutil a través de los ojos del Artista seremos testigos de ese mundo, de la vida en el palacio, donde no faltan las intrigas y conjuras, las cuchilladas traperas, las venganzas, el mancillamiento y el deshonor. Y para aliviar el dolor nada como el amor balsámico, en cuyo lomo viaja la esperanza.

Y como no todo es mirar y solazarse, el día a lleva abocará al Artista al punto de no retorno, donde el posicionamiento o algo tan simple como pensar por uno mismo, dibujará una mira telescópica en la testa de improvisado pensador.

Yuri logra algo mágico y consiste en que lo que lees te parece de primera mano, un buen puñado de palabras, frases, párrafos a estrenar, que un servidor rumia con deleite. Hay muchas razones para leer a Yuri, pero esta me parece fundamental. Donde otros aburren y estiran los clichés y las frases hechas hasta el aburrimiento, Yuri ofrece unos textos ofrecidos para ser leídos con otros ojos.

Ninguna necesidad (Julián Rodriguez 2004)

Ninguna necesidad Julián Rodríguez

Julián Rodríguez
Editorial Mondadori
128 páginas
2004

Un buen día estaba leyendo un libro de Imre Kerstz, Fiasco, y juro que lo intenté y me fajé, pero después de unos cuantos días lo devolví a la estantería. No es que estuviera condicionado por el título, que creyera que contenía la semilla de algo que se autocumpliría. Lo que me trabajó el higado hasta llevarme a la lona, obligándome a tirar la toalla fue que el bueno de Imre, iba encadenando en su escritura paréntesis en cascada, guardando el significado en el interior de algo similar a una matrioska. Yo quería leer, y aquello parecía una clase de matemáticas con sus paréntesis (corchetes no) y al final cada frase era un jeroglífico, un laberinto de puertas (paréntesis) que se abrían y cerraban y me recordaba mis años mozos, cuando hacía psicotécnicos, contando paréntesis y dando cuenta ante mí mismo de mi buena agudeza visual. Desde entonces los paréntesis me sientan mal a las púpilas, así que cuando Julián Rodríguez, a la sazón autor del libro, empezó por ahí (seis paréntesis en dos páginas primerizas) saltaron todas las alarmas. Como la novela es cortita, 113 páginas, algunas con un par de párrafos y con los capítulos que hacen mención a cada día de la semana separados por páginas en blanco, lo que es la chicha del libro da para un par de horas, así que los paréntesis han resultado un mal menor.

Nada había leído de Julián Rodríguez y a todo escritor hay que darle una oportunidad (aunque la falta de tiempo juegue en nuestra contra). El libro no me ha disgustado, no hay razón para ello, aunque en ningún momento ha removido en mi interior el caldo espeso de los sentimientos, ni ha depositado su lectura zarzas en mi corazón: no digo más (que en cualquier momento saco el Bolígrafo de gel verde y la lío). Vamos, que ni fu ni fa. ¿Ataraxia?. Parecido. Ningún escalofrío, ninguna carcajada, ningún brillo especial en la mirada, mientras iba leyendo las andanzas de El Muerto, narradas por ese amigo suyo con el que compartió tiempo y vivencias.

El Muerto, va camino de serlo, y su amigo, el narrador de la historia, va al hospital. Allí le dicen que su amigo está en la antesala del más allá, cioé, le queda una semana para palmarla. Así que en una semana, tiempo más que suficiente para crear el mundo (hasta que el Papa diga que el Mundo no se creó en 7 días, demos por bueno el plazo) y también para que en ese lapso de tiempo transcurra una historia, que se alimenta no obstante del pasado, de los recuerdos que afloran en las fotos que el narrador se lleva de la casa del Muerto.
Ahí están el pueblo, la playa, los viajes, los aviones, y demás piezas de recambio de la maquinaria humana.

El libro está lejos de resultar sentimental. Se va al otro lado, al desapego emocional y parece que los seres humanos salieran o hubieran vivido en búrbujas, como los tripulantes de la película Alien. La pérdida de un ser querido convertido en un ejercicio de memoria, en un acto de reflexión, un alto en el camino, que no les impedirá al resto seguir viviendo sus vidas o sus muertes (como casi todas las muertes).

Blog de Julián Rodríguez