Archivo de la etiqueta: 2010

Cartas a Sandra

Cartas a Sandra (Vergílio Ferreira)

Vergílio Ferreira
Acantilado
101 páginas
2010
Traducción de Isabel Soler

En esta novela de Vergílio Ferreira publicada por Acantilado con traducción de Isabel Soler, el autor portugués acomete algo que concierne a cualquier lector, el duelo, pues tarde o temprano todos perdemos algún ser querido cuya ausencia nos sume en la soledad, en el dolor, que aliviamos a través del recuerdo de la persona ausente, luego a través del recuerdo del recuerdo, así Paulo, quien a través de diez cartas a su amada Sandra trata de conjurar su ausencia. Cartas que a Paulo le sirven para exteriorizar sus pensamientos y para ajustar cuentas, pues la figura de Sandra a pesar de que tenga los visos de una divinidad, a quien la muerte preservó de cualquier menoscabo, a Paulo le dolía, le dolía ella y su forma de ser con él, y es a través de las palabras como Paulo formula preguntas sin respuestas, a aquello que le hizo sufrir en más de una ocasión, como el rechazo de ella, en sus comienzos, de una foto suya que él le ofreció. El recuerdo de su amada es un recuerdo sensual, muy carnal y en casi todas las cartas está presente ese momento de comunión, de arribar a lo recóndito, lo insalvable, lo indesvelable de su amada, ese momento donde dos cuerpos son uno y el amor entra en el orden de las esferas, de las constelaciones, una comunión ya imposible donde las palabras, copulativas o no, se reemplazan por los puntos supresivos que escribe el día a día, cuando Paulo en su cama no siga ya ocupando su espacio, su margen en la cama, el mismo que cuando Sandra vivía, sino que ocupe el centro, momento en el quizás Sandra deje de ser una divinidad y devenga algo más real, un rostro que se desdibuja, un cuerpo desleído, que la memoria de Paulo ya no podrá volver a recomponer.

La luz es más antigua que el amor

La luz es más antigua que el amor (Ricardo Menéndez Salmón)

Ricardo Menéndez Salmón
Seix Barral
2010
173 páginas

Tuve este libro entre manos cuando se publicó en 2010. Lo hojeé y lo dejé. Seis años después y fruto de la casualidad, cae esta novela de nuevo en mi poder y tras las recientes y muy gratificantes lecturas de Los caballos azules y El Sistema, mis ganas de leer a Salmón se ven acrecentadas.

La novela torna en un ensayo que reflexiona sobre la creación artística. El autor, se convierte en personaje de la obra, bajo la figura de Bocanegra. Lo vemos durante la adolescencia, en el instituto, donde al amparo de una redacción escolar (Lux antiquior amore) se principia su genio creador, se desborda su lava creativa, la anunciación de un escritor en ciernes.
En su vida adulta, Bocanegra afronta en un hospital las postrimerías de la muerte de su exmujer, enferma de cáncer y Ricardo nos brinda unas bellas páginas sobre lo que es enamorarse, amar alguien, explotar por dentro, despojarse de las máscaras, concebir el sexo como una inmersión, no sólo física. Una inmersión, a dos, en la que todo lo que circunda a los amantes queda en suspenso.
Bocanegra tras ocho novelas publicadas, incluida su Trilogía sobre el mal, pergeña la escritura de este manuscrito en 2010, La luz es más antigua que el amor, de la que hablará éste en su discurso, devenido ya una celebridad, al ir a recoger el Nobel de Literatura en el año 2040.

Lo interesante del libro, además del inmanente estilo del autor: potente, pródigo en matices, fecundo, hay unas reflexiones interesantes sobre aquello que conduce a alguien a escribir, a coger un pincel, «espíritus irredentos, un poco salvajes, que ganados por la tristeza no dedican sus vidas sólo a engendrar, comer beber y defecar, sino que intentan buscar un sentido, un para qué, una dimensión más allá de las evidentes a toda esa plétora derramada que es la vida humana«.

Nos cuenta Bocanegra que él escribe para evitar la entropía, la muerte, que cada vez que la dignidad humana fracasa, levanta la mano, y la hace caer sobre el papel, quizás para colmar esa ambición de querer contarlo todo.

El resto de los artistas de la novela: Rothko, Adriano de Robertis, Semiasin, los tres pintores conciben la pintura como un desafío hacia la religión, hacia el régimen totalitario, hacia eso que llamamos cordura. Pintar como destino, grande o pequeño, pero destino al fin y al cabo.

La creación, el éxito, no los aparta del precipicio. Como los poetas de Fin de poema tampoco Rothko sabe oponer nada a la muerte, a cuyo encuentro irá volándose la tapa de los sesos.

«Mi capacidad de mirar es tal que mis ojos terminarán por consumirse. Y este desgaste de las pupilas será la enfermedad que me llevará a morir. Una noche miraré tan fijamente en la oscuridad que terminaré dentro de ella»

Palabra de Rothko.

Danilo Kiš

Penas precoces (Danilo Kiš)

Danilo Kiš
Muchnik Editores
2000
121 páginas

Penas precoces es primer acercamiento al mundo de Danilo Kiš (1935-1989).
En esta breve novela Danilo nos habla de sus años de mocedad en un pueblo de la antigua Yugoslavia.

Respira la novela un aire naturalista, rural, ingenuo, en esa sucesión de recuerdos que se suceden en el campo, en la granja, en la escuela. Una candidez que no esconde la tragedia, pero Danilo se muestra más lírico que desgarrador. Pero el drama está ahí. Danilo es judío y su padre es enviado al campo de concentración de Auschwitz del que nunca regresará.

Danilo, no es el único que emplea la escritura como un arcón, como un ancla para fijar la memoria, pues como dice, «el archivo paterno que se llevará con él, cuando dejen el pueblo será el ajuar de su infancia, la única prueba material de que alguna vez existió su padre, porque sin esas fotos ni esos manuscritos, estaría convencido de que todo aquello no había existido, de que todo había sido una historia posterior, soñada, inventada para consolarse. De no hacerlo así, el personaje de su padre se habría borrado de su memoria, como tantos otros y cuando extendiera su mano, tocaría el vacío». Pues eso. Para fines tan elevados sirve la literatura.

Y cuando uno sueña con ser escritor y lo consigue como le sucede a Danilo puede entonces rendir tributos como el que le dedica al perro Dingo, al que cederá la voz para contar en su relato El niño y el perro, la trágica historia de su perra vida, un perro tan sensible que cuando su amo, el niño Andi, se tenga que separar de él, decidirá dejarse morir.

Cierra el libro El arpa eolia mi relato preferido, el colofón perfecto, pues ¿no es acaso el libro otra arpa eolia?, y si acercamos el oído a sus hojas no reconoceremos también el sonido del tiempo, el reverberar de historias en sordina, el grito desesperado de unos recuerdos que no quieren ser pasto del pasado.

Diarios 1999-2003

Diarios 1999-2003 (Iñaki Uriarte 2010)

Iñaki Uriarte
Pepitas de calabaza
2010
187 páginas

Iñaki (Nueva York, 1946) el autor de estos diarios es un okupa, un vago, un rentista. No lo digo yo. Lo dice él, en estos diarios.

Iñaki hace suyas las palabras de Ferlosio: !Cómo os habéis equivocado siempre!. Era el afán al trabajo, al quebranto, a la fatiga; no al sosiego, ni a la holganza, ni al goce, ni a la hartura, a quienes teníais que haberles preguntado: <<¿Para qué servís?>>.

Iñaki ha publicado diversos artículos en el Correo, ha hecho crítica literaria de bestsellers, pero nunca ha escrito un libro. El siguiente párrafo servirá como declaración de intenciones.

Yo no escribo bien, no he escrito nunca cuentos, ni se me ha ocurrido empezar una novela, no tengo voluntad, talento ni ambición suficientes para meterme en ese berenjenal de angustias y montaña rusa de vanidades y humillaciones que supone intentar publicar un libro. En fin, que no dispongo del arsenal necesario para ir a esa guerra.

Iñaki, en lugar de escribir una novela al uso, decide escribir este diario y plasmar ahí sus vivencias y anécdotas acontecidas en los años comprendidos entre 1999 y 2003, volviendo sobre él mismo y escribiendo directamente sobre su vida. Haciendo esto (escribiendo estos diarios), dice Uriarte, dirigiéndose a otros como él, dejaréis a vuestra pequeña posteridad, a la que está al alcance de la mano, a vuestra familia y a vuestros amigos, una imagen de vosotros y de vuestras vidas que sin duda leerán con interés.

Ciertos libros, diarios también, se cimentan sobre citas o palabras ajenas. Los diarios de Uriarte, es uno de ellos, a pesar de lo cual, Uriarte se muestra, se ofrece, se vuelve transparente, se desnuda y nos habla de sus cosas, de su gato, de su querencia por Benidorm, sus playas urbanas, su erotismo playero, de lo que le place viajar, de su visión del nacionalismo vasco, de su paso por Barcelona, sus viajes por Italia, de sus artículos en el Correo, de las presentaciones de libros ajenos, de su condición de rentista (con ingresos parejos al SMI), de su no necesidad de trabajar, de su capacidad para holgar, de la búsqueda de un estilo al escribir, de la poesía de Borges, etc.

Y estas anécdotas, pensamientos y reflexiones de Uriarte, son el barniz, la impronta de Iñaki, a merced no obstante de abundantes citas ajenas, porque hay ciertos escritores que son como ventrilocuos de esos clásicos de la literatura. Iñaki siente devoción por lo francés y se embebe con Montaigne a quien siempre tiene en sus pensamientos y en sus maletas cuando va de viaje y se pasean también por estos diarios con mayor o menor predominio otros muchos escritores como Borges, Baroja, Ferlosio, Cortazar, Juaristi, Savater, Vila-Matas, Cueto, Prada, Nietzsche, Schopenhauer, Cioran, Kant, Rousseau, Steiner, etc .

Dice Uriarte en su libro que a menudo sucede que pensamos en una cosa y poco después leemos algo (si nos gusta leer) que habla de eso que tenemos en mente. Pues bien leí hace poco a Celso Castro (entre culebras y extraños) y en su relato aparecían también Nietzsche y Schopenhauer, leo a Luis Martínez de Mingo (pienso para perros) y aparecen Juaristi y Gustavo Bueno, e incluso en el libro de Mingo hay un intercambio de «proezas» como respuesta a estas confesiones de Uriarte (He estado en la cárcel, he hecho una huelga de hambre, he sufrido un divorcio, he asistido a un moribundo. Una vez fabriqué una bomba…).
A la vista de lo anterior no sé si todos estos escritores se conocen de algo o es que su imaginación es tan limitada que todos acaban dándole vueltas una y otra vez a lo mismos temas de siempre, a los mismos clásicos.

Andrés Trapiello ya viene haciendo algo parecido a esto que ha hecho Uriarte desde 1990 con sus diarios. Yo comencé Troppo Vero y ahí se quedó, iniciado y ahora polvoriento. La diferencia es que Trapiello, al año 2002, por ejemplo, le dedicó casi 800 páginas. Uriarte a cuatro años (1999-2003) le dedica sólo 187 páginas.

Si esto de los diarios es o no una moda lo dirán las ventas de libros como este.

Uriarte ha publicado recientemente su tercer libro de diarios (2008-2010).

Los ensayos de Montaigne los voy a seguir leyendo, los diarios de Uriarte, es posible que también.