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En la ciudad dormida (Gabriel Insausti)

Gabriel Insausti (San Sebastián, 1969), poeta, ensayista, aforista, narrador, traductor… se enfunda En la ciudad dormida el traje alado del viajero y se desplaza hasta París, no para ir de tiendas, museos, empiporrarse a croissants, para asistir a una final de la Champions, etcétera, sino para ir de cementerio en cementerio (extralimitándose y llegando incluso al Panteón) como un juego de la oca fúnebre.

Al encuentro de quién va Gabriel, se estarán preguntando. Pues va en busca de los escritores que allí yacen entre las telarañas de la historia. Unos franceses: Badeulaire, Verlaine, Maupassant, Gautier, Sartre, Simone de Beauvoir, Voltaire, Rousseau, Zola… y otros foráneos como Wilde, Joseph Roth, Beckett, Cioran

La presencia física de Gabriel en los distintos cementerios se deja en manos del Viajero y a través del mismo el lector se pondrá al día de cómo varían las tumbas de unos escritores a otros y cómo hasta en el más allá siempre hay una lucha, o batalla, de clases. Luego, el Narrador, a modo de contrapunto, irá sustanciando y espesando aquello que el Viajero ve ante los sepulcros, para desde las tanatografías (se cede parte del espacio a hablar de la manera en la que los insignes escritores dejaron este mundo) ir hacia la biografía, de tal manera que los ensayos conforman un apasionante recorrido por la historia y la literatura, pues entre los yacentes hay naturalistas, surrealistas, simbolistas, existencialistas…

Editado por la editorial cántabra El Desvelo –en su colección ensayística, Altoparlante- Gabriel maneja y despliega su erudición con un tono desenfadado, jocoso, que provoca la hilaridad; en estas páginas uno no solo se divierte aprendiendo (y si uno no sacia aquí su sed de absoluto, si paliará en parte su sed de saber), que ya es el sumun, sino que además lo hace entre carcajadas y risotadas, merced a los juegos de palabras, el sentido del humor tan agudo y afilado del autor que expresa en sus sustanciosos comentarios y reflexiones, lo cual me lleva a afirmar que un libro de ensayos tan sugerente y enriquecedor como el presente no habría de ser confinado a la fosa común del olvido –la de los libros no leídos y/o guardados en los depósitos de las bibliotecas- pues debería tener al menos un sepulcro, discreto si se quiere, pero visible, reconocible y por tocarle un poco los cataplines a Beckett, incluso nombrable. De hecho En la ciudad dormida, se ha convertido, de facto, en uno de mis libros de cabezada, cabecera. La portada del libro, L’Entrée du cimetière de Caspar David Friedrich, nos puede hacer pensar, pues no hay contraportada orientadora, en un libro de fantasmas, en pesadillas poeanas, en terrores góticos.

El Desvelo Ediciones. 2019. 200 páginas.

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Pornmutaciones (Diego Luis Sanromán)

Tengo en gran aprecio dos pequeñas palabras: No sé. Son pequeñas, pero tienen alas, decía Szymborska. En estos doce relatos (y un glosario nada elemental que hacen trece) de Diego Luis Sanromán publicados recientemente en Stirner aparecen varias veces, por boca de sus personajes, esas dos palabras aladas. Está bien. Sabemos que la única certeza es la incertidumbre en todo.

Hay que echarle dos cojones para escribir (Diego) y publicar (Adriano) relatos tan libérrimos como estos; insertos en esa clase de literatura que no encuentra fácil acomodo en las autopistas de la información y el ocio a granel.

Salvando las distancias leía a Sanromán y me venían flashes de la película La región salvaje, ecos de lecturas como Carnicería de Vivero (ahí también se mentaba un Diluvio universal), Fragmenta de Pastor, El vuelo de los charcos de Eduardo Iglesias, Alma/Click de Javier Moreno, etcétera.

Las Pornmutaciones del título ya nos sitúan en un escenario donde brotan por doquier las pollas, los coños (aquí, heridas), la lefa (no escuchaba esta palabra desde que en su día oía a Iniesta cantar aquello de: ¡tanta lefa para nada! ¡escupe bastarda). Pero al contrario del porno donde la realidad se constriñe y centra en un parte de la anatomía de los actores; polla, coño, ano, boca y ahí se queda la cámara, registrando, un buen número de minutos mientras los actores se vacían, en estos textos, proteicos, texturizados y seminales de Sanromán vuela la imaginación y quizás también la libido, en todas las direcciones, lanzando anzuelos, que al menos por mi parte, cobran su presa.

Está bien describir la realidad, pero está aún mejor dinamitarla desde dentro, darle espesura y sustancia, emplear la materia que segrega la inteligencia y la imaginación para literaturizar, aquí, el porno, trascendiéndolo, aupándolo desde la reflexión sobre el mismo. Click & Peep es una buena muestra de ello. Ahí se suceden varias escenas sexuales. El guion de las películas porno nos lleva a pensar que casi sería mejor que las películas fuesen mudas, pues nada se dice, o solo se dicen chorradas, dejándolo todo en manos de los gorjeos, ronroneos, gemidos, gritos, falsos todos ellos. Los diálogos, es un decir, son en inglés, y verlos traducidos permite poner el acento en ellos para confirmar lo anterior, y las palabras elevan el tono, pues lo visto, es lo visto mil veces y se demuestra que las palabras del narrador activan lo que las imágenes no logran cuando el porno es sinónimo de sopor, tedio y aburrimiento en cascada (o en corrida, en el mejor de los casos).

Aún me estoy recuperando de la lectura de Edén: cirugía mecánica (¿cómo clasificar este relato que parece una lección de anatomía robótica?). Lo proteico que decía antes se explicita en lo variopinto de las tramas. El soliloquio del asesino es brutal, busca remover las tripas y lo logra. Borrador de un informe es pasar a limpio las fantasías sensuales y juguetear con ellas, o darle vueltas sin parar como a un cubo de Rubik. Mi cabeza como el sol de la mañana, es un preámbulo (o prefacio, o incluso prepucio, si nos dejamos llevar por las anal-o(r)gías) suave para lo que se nos avecina, para ir metiendo las manos en harina, o en cabeza ajena. Todas las familias feroces nos aboca a un estado ruinoso, el del incesto ¿apocalíptico?. Es usted el Mago de los Vértigos, es territorio también para la fantasía sexual, para armar todos los deseos como un puzle en el cerebro que se deshace como la nieve y quema como ella en pos del santo grial de la autofelación.

Sanromán va en busca del humor y lo encuentra en el relato más breve, Sabes y en Tenebris Iptineus donde una cópula acaba resultando (con)fusión. Prima ahí la irrealidad embutida en una atmósfera muy bien conseguida, con los apuntes de un camarerooliscónpoeta. Producciones Nova Líbido presenta y Somewhere, someday, son dos divertidísimos relatos que abordan con mucha guasa el mundo historicista del porno como un producto industrial, cada día más consumido y demandado (una demanda cada vez más exigente en sus apetencias, superado el grado de saturación tal en el que nada parece impresionar al curtido espectador), abordando la mala suerte de muchos de sus actores y actrices cuando el porno se entrevera con lo criminal.

En suma, un doble feliz descubrimiento, el de una editorial y el de un autor, que bien podría afirmar que son la polla, pero no lo haré, a fin de que google no catalogue (si no lo ha hecho ya) esta blog como pornográfica.

Stirner. 2019. 134 páginas.

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Cyrano de Bergerac (Edmond Rostand)

La editorial Reino de Cordelia pública el clásico francés, Cyrano de Bergerac de Edmond Rostand (Marsella, 1868 – París, 1918, dramaturgo neorromántico francés, famoso por su obra Cyrano de Bergerac, estrenada en París en 1897 en el Théâtre de la Porte Saint-Martin, que se ha convertido en un clásico del teatro francés. Miembro de la Academia francesa desde 1901, estuvo casado con la poetisa Rosemonde Gérard, de la que se separó en 1915, y con la actriz de origen ruso Mary Marquet. Rostand murió en 1918 a consecuencia de la epidemia de gripe que asoló Europa y está enterrado en el cementerio de Marsella), con la estupenda traducción de Jaime y Laura Campmany, que apuran bien todo el jugo de la versificación, e ilustrado por José María Gallego, recuperando el texto de la versión original.

Cyrano como D’Artagnan es ya una figura clásica. Aunque como se nos informa en el prólogo; D’Artagnan desprendía aroma a paté de campaña, mientras que Cyrano de Bergerac ha olido siempre a auténtico foie gras, delicadamente elaborado no con hígado de pato o ganso, sino con vísceras de auténtico pavo real. D’Artagnan fue capitán de mosqueteros, Cyrano sirvió en la Compañía de la Guardia y se sabe que participó en el sitio de Arras durante la Guerra de los 30 Años, cuando las tropas españolas de Fernando de Austria se enfrentaron a las francesas del mariscal de Châtillon.

A Cyrano (poeta, dramaturgo, soldado…) lo hemos visto varias veces en la gran pantalla, quizás la más conocida sea con el rostro de Depardieu. Su nariz, enorme, elefántica, le trae a Cyrano por el camino de la amargura, pues su lengua afilada, su ingenio, su inteligencia, su vena poética, todo esto, se estrellará contra un muro cuando el amor que Cyrano sienta por su prima Roxane, no se vea correspondido, porque Cyrano no se ve capaz, lastrado por su protuberancia nasal a manifestarle sus sentimientos, tal que acabará haciéndolo por persona interpuesta, a través de Christian, joven cadete de gascuña, del que Roxane se ha quedado prendada, atrapada por sus atributos físicos que se verán secundados por lo que Christian le dice y escribe (a través de Cyrano) cuando vaya al frente, bajo un ardid que se resolverá fatalmente.

Se suceden escenas en un teatro, bajo el balcón de la amada, en el frente de batalla en pleno asedio, y siempre brillan ahí las palabras, los versos de Cyrano, clamando su independencia, dando un repaso a todo aquello que detesta (trepas, arribistas, aduladores, falsarios…) dispuesto a granjearse el odio (para corresponder a su rabia precisa de gigantes), la inquina y las enemistades que hagan falta con tal de seguir fiel a sí mismo, sin venderse al mejor postor.

Con libros como este tan bien editados por Reino de Cordelia, merced a las magníficas ilustraciones de José María Gallego, engalanando los afilados versos de Cyrano, donde a las aventuras se suman la épica, el humor y la tragedia, convierten la lectura en un auténtico placer, atemporal, ya que la actitud de Cyrano, su modo de ser soñador y alado (no soporta la gente que no sueña, dice, un Cirano más próximo a la oropéndola que al oropel), perdura y como él, hoy y mañana, otros, seguirán su estela, tocando con la nariz y con la espada, librando su particular batalla contra los espurios afanes humanos.

Hace unos quince años descubrí a Francesco Guccini y entre sus canciones siempre ha habido una que me ha gustado especialmente. Se titula, precisamente, Cirano, y dice así:

Vídeo de Cirano, Francesco Guccini:

Cirano (Francesco Guccini)

Venite pure avanti, voi con il naso corto,
signori imbellettati, io più non vi sopporto,
infilerò la penna ben dentro al vostro orgoglio
perchè con questa spada vi uccido quando voglio.
Venite pure avanti poeti sgangherati
inutili cantanti di giorni sciagurati,
buffoni che campate di versi senza forza
avrete soldi e gloria, ma non avete scorza;
godetevi il successo, godete finchè dura,
che il pubblico è ammaestrato e non vi fa paura
e andate chissà dove per non pagar le tasse
col ghigno e l’ ignoranza dei primi della classe.
Io sono solo un povero cadetto di Guascogna,
però non la sopporto la gente che non sogna.
Gli orpelli? L’arrivismo? All’ amo non abbocco
e al fin della licenza io non perdono e tocco,
io non perdono, non perdono e tocco!
Facciamola finita, venite tutti avanti
nuovi protagonisti, politici rampanti,
venite portaborse, ruffiani e mezze calze,
feroci conduttori di trasmissioni false
che avete spesso fatto del qualunquismo un arte,
coraggio liberisti, buttate giù le carte
tanto ci sarà sempre chi pagherà le spese
in questo benedetto, assurdo bel paese.
Non me ne frega niente se anch’ io sono sbagliato,
spiacere è il mio piacere, io amo essere odiato;
coi furbi e i prepotenti da sempre mi balocco
e al fin della licenza io non perdono e tocco,
io non perdono, non perdono e tocco!
Ma quando sono solo con questo naso al piede
che almeno di mezz’ ora da sempre mi precede
si spegne la mia rabbia e ricordo con dolore
che a me è quasi proibito il sogno di un amore;
non so quante ne ho amate, non so quante ne ho avute,
per colpa o per destino le donne le ho perdute
e quando sento il peso d’ essere sempre solo
mi chiudo in casa e scrivo e scrivendo mi consolo,
ma dentro di me sento che il grande amore esiste,
amo senza peccato, amo, ma sono triste
perchè Rossana è bella, siamo così diversi,
a parlarle non riesco: le parlerò coi versi,
le parlerò coi versi…
Venite gente vuota, facciamola finita,
voi preti che vendete a tutti un’ altra vita;
se c’è, come voi dite, un Dio nell’ infinito,
guardatevi nel cuore, l’ avete già tradito
e voi materialisti, col vostro chiodo fisso,
che Dio è morto e l’ uomo è solo in questo abisso,
le verità cercate per terra, da maiali,
tenetevi le ghiande, lasciatemi le ali;
tornate a casa nani, levatevi davanti,
per la mia rabbia enorme mi servono giganti.
Ai dogmi e ai pregiudizi da sempre non abbocco
e al fin della licenza io non perdono e tocco,
io non perdono, non perdono e tocco!
Io tocco i miei nemici col naso e con la spada,
ma in questa vita oggi non trovo più la strada.
Non voglio rassegnarmi ad essere cattivo,
tu sola puoi salvarmi, tu sola e te lo scrivo:
dev’ esserci, lo sento, in terra o in cielo un posto
dove non soffriremo e tutto sarà giusto.
Non ridere, ti prego, di queste mie parole,
io sono solo un’ ombra e tu, Rossana, il sole,
ma tu, lo so, non ridi, dolcissima signora
ed io non mi nascondo sotto la tua dimora
perchè oramai lo sento, non ho sofferto invano,
se mi ami come sono,
per sempre tuo, per sempre tuo, per sempre tuo…Cirano

Cirano (Traducción de Riccardo Venturi; sería aquí un lujo contar con una traducción de Micó)

Acercaos, acercaos, los de las narices cortas,
señores acicalados, ¡no os aguanto más!,
enfilaré mi pluma bien adentro de vuestros orgullos
porque con esta espada os mato cuando me place.

Acercaos, acercaos, poetas desquiciados,
inútiles cantantes de días desdichados,
bufones que vivís de versos huecos,
tendréis dinero y gloria pero os falta la fuerza;
gozad del éxito, gozadlo hasta que dure,
que el público está amaestrado y no os amedrenta
e id quién sabe dónde, para no pagar los impuestos,
con la sonrisa maliciosa y la ignorancia del primero de la clase.
Yo solo soy un pobre cadete de Guascogna
pero no soporto la gente que no sueña.
¿Los oropeles?, ¿el arribismo?, no pico en esos anzuelos
y al final de la licencia no perdono y toco.
Yo no perdono, no perdono y toco.

Acabemos de una vez, acercaos, acercaos todos,
nuevos protagonistas, políticos trepas;
acercaos serviles aduladores, rufianes y gentucilla,
feroces presentadores de falsas retransmisiones,
que con frecuencia habéis hecho del cualunquismo un arte;
sed valientes liberales y enseñad las cartas,
pues siempre existirá alguien que pagará el pato
de este bendito, absurdo y hermoso país.
No me importa nada si yo también estoy equivocado,
desagradar es de mi agrado y amo ser odiado;
con los listillos y los prepotentes desde siempre me divierto
y al final de la licencia no perdono y toco.
Yo no perdono, no perdono y toco.

Pero cuando estoy sólo,con esta nariz enorme
que desde siempre me ha precedido por lo menos en media hora,
mi rabia se apaga y recuerdo con dolor,
que me está casi prohibido soñar con un amor;
no sé a cuántas habré amado, no sé a cuántas habré poseído,
pero por mi culpa o por azares del destino, a las mujeres las he perdido
y cuando siento el peso de estar siempre sólo,
me encierro en casa y escribo, escribiendo me consuelo,
pero en mi interior siento que el gran amor existe,
anzuelo sin pecado, amo pero estoy triste,
porque Rosana es bella, somos tan distintos;
no logro hablarle:
le hablaré con los versos,
le hablaré con los versos.

Acercaos gentes vacías, acabemos de una vez:
Vosotros los curas que a todos vendeis otra vida;
si existe, como decís,un Dios en el infinito,
miraos en el corazón, ya lo habéis traicionado;
y vosotros los materialistas, con vuestra eterna obsesión
de que Dios ha muerto y que el hombre está sólo en este abismo,
buscáis las verdades por el suelo, como los cerdos,
quedaos con las bellotas, dejadme las alas;
volved a casa enanos, apartaos de mi vista,
para mi enorme rabia necesito gigantes.
No pico el anzuelo de dogmas y prejuicios
y al final de la licencia no perdono y toco.
Yo no perdono, no perdono y toco.

Toco mis enemigos con la nariz y con la espada
pero en esta vida, hoy, no encuentro mi camino,
no quiero resignarme a ser malvado,
tú sola puedes salvarme, tú sola y te lo escribo;
debe existir, lo siento, en la tierra o en el cielo un lugar
donde no sufriremos y todo será justo.
No te rías, te lo ruego, de estas mis palabras,
yo solo soy una sombra y tú, Rosana, el sol;
pero tú, lo sé, no ríes, dulcísima señora
y yo ya no me oculto bajo tu morada
porque ahora siento que no he sufrido en vano,
si me amas como soy,
por siempre tuyo seré, Cirano

Reino de Cordelia. 2019. Traducción de Jaime y Laura Campmany. Ilustraciones de José María Gallego.

www.devaneos.com

Lista de locos y otros alfabetos (Bernardo Atxaga)

A finales de 2016 releí Dos hermanos y disfruté tanto como la vez primera vez, dos décadas atrás. En marzo del año en curso, me vi beneficiado de unas cuantas horas de solaz librescas con Horas extras, reeditado por Hurtado & Ortega. En mayo releí, en este caso, Esos cielos (1996) y poco después de su lectura arribé a la conclusión de que El hijo del acordeonista (2004), leído la semana siguiente, era un novelón. En estos devaneos librescos Bernardo Atxaga es el escritor al que más tiempo voy dedicando este año. Los libros aquí mentados no son nuevos, lo último publicado por Atxaga en el territorio de la novela fue, NARP. El caso de Felisa Rodríguez (puede leerse aquí), son antiguos o reediciones, muy oportunas tanto la de Hurtado & Ortega, como esta que nos ocupa, Lista de locos y otros alfabetos, publicado (y prácticamente inencontrable) en 1998 en Siruela y recuperado felizmente ahora por Xordica.

Son dieciséis alfabetos los aquí recopilados, que aparecieron en su día en otros medios: El País, El Mundo, jornadas literarias para “Ejercicios de estilo”, Cuentos de fútbol, revista Zehar, etc. Atxaga advierte en la Addenda de que los textos han sido corregidos y transformados para la ocasión, lo cual no evita, aunque resulta comprensible cuando el arco temporal de la escritura es tan amplio, que uno advierta al menos tres reiteraciones. La edición de Xordica es estupenda, si bien choca ver ahí escrito Lecioncilla en el título de uno de los Alfabetos, y más tarde leccioncilla, o Lichtenberg, escrito una vez con “n” y otra con “m”, así como algún “que” sin acentuar, o algún error de concordancia en cuanto al número, pero bueno, peccata minuta, nihil obstat.

«Dicen que los monjes de hace ocho o nueve siglos debían enfrentarse a públicos lejanos, a veces hostiles, reacios siempre a marchar tras los pasos de una demostración teológica o de una condena moral, y que de esta dificultad y de la necesidad de vencerla surgieron los Alphabeta exemplorum. Se trataba de que el peso de los discursos estuviera bien repartido, y de que cada una de las veintitantas letras del alfabeto correspondiente arrimara su diminuto hombro y contribuyera a llevar la carga: que la A demostrara la existencia del Alma, por ejemplo; o que la B tuviera a bien hablar de san Basilio (…). Cuando uno de estos Alphabeta exemplorum llegó a mis manos, yo ya estaba preparado para entender de qué servía aquel artilugio verbal (…). Decidí, pues, sin apenas dudarlo, apropiarme del método (…); pasó un año, y ya llegaban a la decena los alfabetos que habían salido de mi mesa para ser leídos o publicados en los lugares más dispares. Mis amigos comenzaron a preocuparse».

Atxaga se acomoda al formato alfabeto hasta cierto punto. Sigue esta senda en el primero de ellos, Cuento sorprendente en forma de alfabeto, en Un cuento para Volante, en Alfabeto para la montaña, si bien no se otorga el mismo peso a cada letra del alfabeto y en la mayoría de las ocasiones a muchas no se les presta atención alguna, si bien ese orden alfabético pautará la narración en unos casos o las reflexiones, cuando el alfabeto cae del lado del ensayo. En Red para coger fantasmas, uno de los textos más interesantes en mi opinión, no se ciñe a alfabeto alguno.

Como en otros libros de Atxaga prima la mirada amable, luminosa, poco dada a la polémica estéril; brilla el humor en el Alfabeto sobre el único verano de mi vida en que fui un Don Juan (con coñas marineras como la vasca tocando el ukelele), el ingenio, en Alfabeto francés en honor de Jorge Luis Borges; se demuestra que no importa tanto el tema como el tratamiento, de ahí que se saque jugo a ensayos breves como Alfabeto de una marina; no falta tampoco el relato portátil, ya sea yendo a la naturaleza como en el Alfabeto sobre la montaña, o bien, la ruta literaria, la del viajero que seguirá los pasos y posos del Holden Caulfield salingeriano por Nueva York, que apenas aclarará nada al viajero, o sí, llegando incluso al núcleo de la novela y las pretensiones de Salinger.

No caer en las redes de la polémica y el ruido ensordecedor no supone no dedicar tiempo al juicio crítico, que Atxaga despliega en los tres mejores alfabetos del libro, en mi opinión, a saber, Lección de Groenlandia, originalmente expuesta por el escritor Leif Eriksson el café…, que demuestra muy bien la potencialidad, embrujo y magia de la literatura y la ficción en todas sus manifestaciones; Alfabeto sobre la cultura vasca, donde Atxaga sitúa la lengua y la literatura vasca en su sitio, no como algo del siglo XX, sino con raíces que se hunden varios siglos antes. Muy interesante lo que comenta sobre los bertsolaris. Los que somos de La Rioja y tenemos ascendencia vasca y pillábamos de críos en la televisión la ETB, creo que más de una vez nos hemos quedado pegados, plasmados frente al televisor viendo a los bertsolaris en acción, sin entender, desgraciadamente nada de aquella salmódica e inextricable versificación. En Lecioncilla sobre el plagio o alfabeto que acaba en P, Atxaga se interesa sobre aquello que tiene que ver con la creación, el concepto de artista, genio o creador que estos tienen de sí mismos, lo difícil que supone crear algo nuevo, las dificultades de diferenciar el original de la copia, y la manera en la que cada generación va, más que creando, actualizando lo anterior.

Una colección de textos heterogéneos, que bien se prestan a la relectura, los aquí ofrecidos por Atxaga, marcados por su amenidad, con los que uno disfruta, viaja, reflexiona, divaga, se entretiene, ensimisma y aprende. Luego para leer, siempre, nos sobrarán los motivos.

Xordica editorial. 2019. 284 páginas. Ilustración de Isidro Ferrer.