Annie Ernaux en esta novela autobiográfica, con traducción de Mercedes y Berta Corral, relata un episodio, un acontecimiento, como ella lo denomina, clave en su vida: el aborto que llevo a cabo en 1963 cuando contaba con 21 años y estaba acabando la carrera universitaria y preparando una tesina sobre la mujer en el surrealismo. Aborto que en Francia en aquel entonces estaba penalizado con la cárcel. Este libro me recuerda a otro, por su temática, el de Marta Sanz, Daniela Astor y la caja negra.
Una de las dos citas con las que se inicia el libro es de Yüko Tsushima y dice: quizá la memoria solo consiste en mirar las cosas hasta el final… Ernaux comparte este enunciado y su texto va en esta dirección, decidida a contar su acontecimiento abortivo hasta el final. El aborto ha de ejecutarlo a escondidas pues como decía anteriormente estaba penado en Francia y se veían expuestos a penas de cárcel tanto las mujeres que deseaban abortar como los médicos o facultativos dispuestos a ayudarlas. Al final las mujeres debían ponerse en manos de aborteras, corriendo un alto riesgo; algunas de ellas fallecían desangradas o enfermas de septicemia. Era habitual utilizar agujas de punto para de una manera casera poder acabar con el feto. Ernaux desvela su inquietud, su pesadumbre, sin poder compartir apenas con nadie el paso que estaba dispuesta a dar, ocultándoselo a sus padres.
Ernaux queda embarazada de un chico con el que luego mantiene una relación que ya no es tal, que se desentiende de su embarazo y del posible aborto si hubiera lugar. La religión católica que profesaba Ernaux hasta entonces (hasta que le confiesa a un cura lo que ha hecho y éste la pone de vuelta y media) le hace sentir culpable por lo que ha hecho, es a través de la escritura como consigue liberarse o arrostrar su acontecimiento. Parecido a lo que hiciera en La vergüenza descargándose de lo que le aconteció con 12 años, un día en el que su padre estuvo a un tris de asesinar a su madre. Ernaux cree que las cosas que le ocurren le suceden para que dé cuenta de ellas(Miramos el feto. Tiene un cuerpo minúsculo y una gran cabeza. Bajo los párpados transparentes, los ojos, parecen dos manchas azules. Parece una muñeca India. Le miramos el sexo. Nos parece ver el comienzo de un pene. Así que he sido capaz de fabricar esto. O. se sienta en el taburete. Llora. Lloramos en silencio. Es una escena que no tiene nombre en la que la vida y la muerte se dan la mano. Es una escena de sacrificio. No sabemos qué hacer con el feto. O. va a buscar a su dormitorio una bolsa de galletas vacía y lo mete dentro). Que quizás el verdadero objetivo de su vida sea este : que mi cuerpo, mis sensaciones y mis pensamientos se conviertan en escritura, es decir, en algo inteligible y general, y que mi existencia pase a disolverse completamente en la cabeza y en la vida de los otros.
Amen(a).
Emotiva como siempre, Ernaux.
Seguiré con Pura pasión y cuando lea toda la bibliografía de Annie Ernaux, o la que está publicada en castellano, podré ponerme entonces con el libro de Moisés Mori, Escenas de la vida de Annie Ernaux (diario de lecturas 2005-2008).