Es este uno de esos libros que te meten por los ojos. Esos que vienen con unas tiras en su portada donde te informan de los cientos de miles o millones de copias que se llevan vendidos. No hablamos de calidad literaria ni nada parecido, sólo de ejemplares vendidos. A veces esto funciona y la gente se hace con ellos de forma compulsiva. Las Navidades siempre les supone un empujón en cuanto a ventas. Yo opté por otra opción, lo cogí en la biblioteca y no me gasté un chavo. Un amigo mío que hacía 15 años que no leía un libro, retomó la lectura con esta novela. Al recabar su opinión sobre la misma, me replicó que no sabía qué contestar, pues no había leído nada en tanto tiempo que no sabía de qué escribía ahora la gente, si las historias era parecidas a las que cuenta Safier. Pues no amigo, lo de Safier es una rara avis, en el mundillo literario, no es ni novela histórica, ni es novela negra, tampoco una autobiografía, sino una disparatada comedia, donde los personajes parecen sacados de una película de Walt Disney, esas donde los ratones, las ardillas, las vacas hablan entre ellos, con conductas humanas. En este caso se entiende, pues la protagonista es una joven de 32 años, una presentadora televisiva de éxito, con unos kilos de más, cuyo marido ejerce de amo de casa, y su hija le echa en cara cada día que apenas le dedica tiempo. A su vez la presentadora, de nombre Kim, se acuesta con otro presentador, por quien bebe los vientos. El día que recibe un premio y se encuentra en la azotea de un hotel recibe un impacto de una nave espacial y muere, para reencarnarse nada menos que una hormiga. Luego a través de la acumulación del Karma podrá ir mejorando su aspecto, cambiando de fisionomía, dentro del reino animal, pasando a ser un conejillo de las indias, una vaca, etcétera.
Como telón de fondo las ganas de Kim de redimirse, mientras la protagonista parece no tener muy claro, como quien deshoja la margarita si quiere o no a Alex, su marido. Safier, alemán hace unas cuantas coñas sobre temas alemanes, que harán gracia allí, donde el libro ha sido un superventas, quizá porque el autor ha sido guionista de televisión y es bien conocido (Seguro que aquí una novela de Buenafuente sería un éxito). Opta Safier por parir una coña constante, con diálogos donde no deja títere con cabeza, donde se mofa de todo el mundo, despachando las emociones humanas y los sentimientos humanos de un plumazo, lo que quizá supone el mayor problema de esta novela. La comicidad no está reñida con la profundidad, pero Safier de manera un tanto atolondrada, sin mucho criterio hace que la protagonista cambie cada dos por tres de parecer, que su banalidad y superficialidad, más que una crítica del mundo que nos rodea, impregne el resto de la historia, para arrojar una «vacua e hilarante fábula» sobre un puñado de gente que el autor tan bien conoce.