Archivo de la etiqueta: Ediciones La Palma

Juan Carlos Chirinos

La manzana de Nietzsche (Juan Carlos Chirinos)

Juan Carlos Chirinos
Ediciones La Palma
146 páginas
2016

Si leer es viajar en el tiempo y en el espacio con este libro de relatos de Juan Carlos Chirinos se obra el milagro. Por las páginas asoman personajes reales como Nietzsche, Chomsky, Piaget, Cortázar.

En ese caso tenemos algo de información previa, un contexto o más bien un juicio hecho sobre el personaje, que el relato trata de cuestionar, desbaratar, como sucede con un modosito Piaget niño de naturaleza belicosa, o con un Chomsky aparentemente más preocupado por su economía familiar que por la salvación del mundo.

Hay relatos especialmente brillantes como Memoria involuntaria, La manzana de Nietzche, Decir casi lo mismo o El sueño de los justos, pero los otros no desmerecen para nada, ya que en cada uno de ellos hay (o yo lo encuentro) un hallazgo.

Chirinos ya sea en los relatos más extensos o en los de apenas tres páginas, capta la atención del lector, lo sorprende, lo subyuga y lo hace vibrar, en ese espacio bisagra entre fantasía y realidad, aderezados los relatos con misterio, suspense, magia, humor y carnalidad pues en muchos de ellos palpita el sexo, el deseo, los miembros enhiestos, las vulvas anhelantes. Se suceden los escenarios, distintas ciudades, diversas épocas históricas y como ese Chomsky que entiende un idioma nuevo por arte de magia, el autor muestra su versatilidad ciñendo su fértil lenguaje a cada época, lo que hace de cada lectura una aventura, dando sentido a aquello que a menudo conocemos como el placer de leer, que los buenos libros nos deparan .

En suma, ha sido ésta una lectura muy gratificante.

La universidad blanca de Ismael Belda

La Universidad blanca (Ismael Belda)

Pocos libros me animan a acercarme a la poesía. Leer este de Ismael Belda (Valencia, 1977) ha sido una decisión acertada. Quizás, porque este libro difiere mucho del lirismo que chorrean la mayoría de libros de poemas, de versos intrincados y significados ocultos, donde más que mostrar, juegan a guardarlo todo bajo el manto de los interrogantes, bajo la hojarasca marchita de palabras tan inflamadas como hueras.

Esta poesía en prosa de Belda me engancha desde el extrañamiento, desde la sorpresa, desde los márgenes, y sustenta su narración en las manos de un autómata, que viaja, que tiene sexo mecánico, penetrado por la historia de Rosamunda, acompañado su cerebro artificial por ciertas voces como la de Vlad Tepes, Donatien o Kleist. Rosamunda, desplazada luego en ese cableado amoroso del autómata por Venetia Phair, en busca ésta de un mapa que no posee: Vesperal. Como se titula la novela que Ismael dice llevar 10 años escribiendo y que quiero leer cuando se publique.

Un mundo que imagina o crea Ismael para nosotros, que bebe (y nos emborracha) de lo fantástico, en la universidad blanca, con sus nueve divisiones (si pudiera saltar los muros, remontar el río hasta su fuente, yo sería el más alto cantor, indiferente al día, a mis hermanos; músico de los vientos dorados de tu amor, los alados y lentos derroteros de luz de tu terrible y viva espada. En los linderos, en la noche furtiva y los aloes últimos de la albada, se esconde, aún cerrada, oscura, atroz, la entrada donde sollozan los oboes).

Un texto que al igual que la postrera y profunda primavera, también florece en sí mismo.