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Anagrama
2014

!Ponte, mesita! (Anne Serre 2014)

Anne Serre
!Ponte, mesita!
69 páginas
2014
Anagrama

!Ponte, mesita! de Anne Serre va de poco a nada. Un relato de poco más de 60 páginas, dividido en tres partes.

La primera parte resulta al menos interesante porque la autora francesa trata de engancharnos con el relato de una familia formada por un padre, una madre y tres hijas adolescentes, todos ellos entregados al frenesí sexual, bajo el lema «agujero veo agujero quiero«. Así todo pasa por tapar agujeros, copar oquedades, sacar brillo a lametones a cualquier miembro enhiesto o rendija carnal que palpite como fruta madura. Todo muy sensual, lúbrico y voluptuoso. El padre se viste de mujer y la madre necesita ser penetrada como el que necesita respirar.

Además del plantel titular, la familia cuenta también con otros secundarios como un médico, un agente de seguros o dos hermanos gemelos que se dejan llevar también por el sexo desbocado.
A todo esto, todos los miembros y miembras de la familia creen estar haciendo lo correcto, entendiendo el incesto, la pedofilia o el adulterio como convenciones sociales que nada tienen que ver con los verdaderos sentimientos.
Cuando los servicios sociales, alertados por vecinos envidiosos, comienzan a hocicar en el hogar, deben mantener las formas y esos dos meses de parón suponen un punto de inflexión en sus lúbricas y seminales existencias.

Segunda parte. La protagonista con 15 de años se va de casa. Comienza su deambuleo: Normandia, Provenza, Lago Maggiore y Roma. Conoce hombres, pero no quiere sexo. Reconstruye su identidad paso a paso. Y se enamora de un chica, pero no es correspondida.

Anne Serre
Anne Serre

Tercera parte: con su padre y su madre muertos, decide volver a casa. Una de los hermanas ya está casada, tiene un hijo y ahora son felices y quieren comer perdices y deciden que el pasado debe quedar atrás y lo que toca es abrazarse al porvenir y entonces las dos están de acuerdo y colorín colorado este rutinario cuento se ha acabado.

Respecto al título, !Ponte, mesita! hace mención a un cuento de los hermanos Grimm, aunque ambos cuentos se parecen como un huevo a un gallina.

Literatura francesa en devaneos

Jean Echenoz (Ravel)
Jerome Ferrari (El sermón sobre la caída de Roma, Donde dejé mi alma)
Laurent Maugvinier (Lo que yo llamo olvido)
Olivier Truc (El último lapón)
Joyce Mansour (Islas flotantes)
Mathias Enard (El alcohol y la nostalgia)
Pierre Michon (El origen del mundo)
Maxence Fermine (El violín negro, Nieve)
Adrian Gidé (El viaje de Urien)

Pablo D´Ors Editorial anagrama  2003

Andanzas del impresor Zollinger (Pablo D´Ors 2003)

Pablo D´Ors
Editorial Anagrama
2003
150 páginas

Varias veces me he visto tentado por este libro, que ha reeditado Impedimenta, el año pasado. Finalmente me he leído el libro que publicaría Anagrama allá por 2003.

Habiendo leído ayer El amigo del desierto también de D´Ors, uno va reconociendo ciertos elementos comunes en ambas novelas, más allá de una extensión casi similar.

Estas andanzas del veinteañero Zollinger se llevan a cabo en un mundo utópico, donde no hay apenas maldad, o la única que Zollinger sufrirá será aquella que le obligue a dejar su pueblo, para vagar durante seis años y pico, hasta que finalmente complete el viaje circular que le devolverá al punto de partida.

El libro se estructura en seis apartados. El anhelo de Zollinger por ser impresor, su salida del pueblo y posterior trabajo como guardavía, más tarde como soldado, luego como ermitaño, después como zapatero y finalmente como impresor, viendo así cumplidos todos sus sueños.

Zollinger está lejos de ser un héroe, si bien, su forma de entender la vida lo hace especial. Donde otros se dejan arrollar y vencer por el tedio, la ira, la envidia (o cualquier otra pulsión humana), Zollinger, quizás por su corta edad, por su falta de maldad o bien porque le falta dos hervores, siempre saca algo positivo de todas las situaciones que vive. Así, será capaz de ser feliz ejerciendo de ferroviario (enamorado), de funcionario chupatintas estampado sellos, bajo un singular régimen castrense, remendando zapatos o abrazando árboles sinfónicos en medio de un bosque donde no entra la luz del día.

Las andanzas del impresor Zollinger, entretienen, divierten, provocan la risa y resultan un bálsamo para el espíritu por su buen rollito, su aliento mágico y por esa mirada esperanzada, que hacen de esta novelita una fábula fabulosa.

Pablo D´Ors

August razonaba para sí que al igual que frente a un impreso sucio y desaliñado el espíritu del lector se contrae y, sea por las tachaduras o por estar mal doblado, tienden las manos a soltarlo lo antes posible, a todos gustan, por el contrario, los impresos limpios y presentables; parece que ante ellos el espíritu se ensancha, e inicia uno la lectura de los mismos con otra predisposición; con los documentos bien compuestos y pulcros se siente uno orgulloso de la condición humana. (página 101)

No se pueden manejar expedientes impunemente. Son demasiado abstractos. (página 97)

Pablo D´Ors | El amigo del desierto

Pablo D´Ors editorial anagrama

El amigo del desierto (Pablo D´Ors 2009)

Pablo D´Ors
Editorial Anagrama
2010
137 páginas

Pablo D´Ors era otro escritor que quería leer desde hacía tiempo. Me he iniciado en su mundo literario con su novela, más que recomendable, El amigo del desierto.

Su lectura no es una experiencia religiosa, pero casi. D´Ors reflexiona sobre la potencia del silencio y su madre, la soledad, y su capacidad transformadora. Ese silencio viene ligado al desierto, una relación que todos entendemos, ya que nos es fácil visualizar ese territorio de arena, calmo, casi infinito, donde nuestra mirada se pierde en el más allá sin distracción alguna.

Nuestro personaje, Pavel, vive en una ciudad, soltero y sin hijos. No está insatisfecho, pero la vida que lleva no le parece plena, lo suficientemente intensa y verdadera, quizás.

En la solapa del libro que hojea Pavel un fulano habla de los desiertos y decide contactar entonces con su asociación, Los amigos del desierto.

Ese momento supondrá un punto de inflexión en su existencia. No necesita Pavel caerse del caballo, para ver el mundo con otros ojos. A menudo, un viaje exterior, propicia, o secunda, a su vez un viaje interior y surge entonces la necesidad de no volver, de no anhelar nada, de olvidarse incluso de sí mismo, de despojarse de casi todo. Esto nos suena ¿verdad?. Algo parecido les dijo Jesús a sus apóstoles cuando los embaucó en su aventura. Afrontar la vida desprovisto de todo, sin afanes materiales. Ser así dueño de uno mismo y sentirse finalmente libre, sin ataduras, felices de ser.

Pablo D´Ors

Pero el libro no es religioso, sino espiritual. Incluso se puede ser religioso sin creer en Dios (esto lo dice el personaje), y ahí es donde D´Ors comienza a rascar, a juguetear, de forma deliciosa, con ideas y conceptos como la poética del vacío o de la nada, en cómo colmar el espíritu no a través de la adquisición de cosas, sino a través del despojamiento, de soltar lastre, de ir borrando las líneas y contornos de uno mismo, construyendo un muro de silencio con las palabras que ya no necesita, incluso renunciando a la propia grafía.

La prosa de D´Ors me ha enganchado por su sentido del humor, su fina ironía (a veces me hacía pensar que el autor nos estaba vacilando, tomando el pelo, con algunas reflexiones u observaciones que nos brinda Pavel, que me resultan hilarantes) su prosa limpia, magnética, inteligente, sugestiva, en la que aborda entre otros temas: el silencio, el vacío, la renuncia, la libertad, el ser humano involucionando hacia su estado más primario, que me resultan sumamente interesantes y atractivos y que en manos de D´Ors logra que su lectura se haya convertido en algo apasionante.

Próxima estación: Andanzas del impresor Zollinger (Anagrama, 2003)

Eloy Tizón Editorial Anagrama 1992

Velocidad de los jardines (Eloy Tizón 1992)

Eloy Tizón
143 páginas
1992
Editorial Anagrama

Técnicas de iluminación es un magnífico libro de relatos de Eloy Tizón publicado el pasado año. En 1992 Tizón publicó con 28 años, otro libro de relatos, éste, Velocidad de los jardines. No sé la repercusión que tuvo entonces (entre la Expo y las olimpiadas), pero es un libro que hay que reivindicar y sobre todo leer.

Once relatos conforman la Velocidad de los jardines. Relatos variopintos y preciosos. Tizón desconcierta y apasiona al mismo el tiempo: hete ahí la alquimia. Sus relatos parecen estar al otro lado de la lente de un microscopio, a través de la cual, arrimamos la pupila para ver un mundo fragante, copioso, desconcertante y maravilloso, poblado de personajes singulares, donde los terrones de tiempo, nunca recuperado, se van espolvoreando, teñidos de algo parecido a la melancolía, y Tizón en cada relato obra el milagro, en unas pocas páginas, levanta un artefacto potente, inteligente, con unos puñados de palabras que cristalizan en el nucleo de las emociones, y así podemos perdernos de la mano de un viajante en la habitación de un hotel, en el aula 3ºB de un colegio, en un parque romano o en la mente de un personaje que viaja con la imaginación, y cada párrafo es fruta madura y jugosa, una ristra de frases para el recuerdo (bombillas mutiladas, hemorragias de serrín, el cielo iba cobrando el aspecto de una aguada presentada a concurso y rechazada, poseía esa piel descolorida y el dibujo de la cara era un triángulo cabeza abajo, rasgado por la boca muy escarlata y los ojos confiados y sin pintura, porque ahora sabemos que la única forma posible de morir sería la abolición de la memoria), porque Tizón aúna con brillantez el qué se cuenta, con el cómo, y el resultado es una lectura y relectura gozosa, un territorio fértil en el que uno desea perderse, porque este libro logra, lo que muy pocos consiguen, que es: evadirnos del mundo durante unas horas, darnos un respiro, amorrarnos a la literatura para beber de su pezón cálido hasta quedar ahítos, convencidos de que leer es una ganancia de tiempo.

Tizón, gracias.

Eloy Tizón en devaneos | Técnicas de iluminación