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Los andantes (Federico Guzmán Rubio 2010)

Los andantes Federico Guzmán Rubio portada libro relatos Lengua de trapoDespués de leer Será mañana de Federico Guzmán Rubio tenía ganas de leer más cosas suyas. Como de momento no ha publicado más novelas, recurrí al otro libro que ha publicado hasta el momento aquí en España (porque tengo entendido que en México sí que publicó libros infantiles), titulado Los andantes. Un libro de relatos premiado por Caja Madrid(¿entienden los bancos de literatura? No. Pero los jurados se supone que sí, y este lo formaban Gustavo Martín Garzo, Félix Romeo y Lola Beccaria, y estos sí que entienden).

Creo que no he comentado aquí y hasta la fecha ningún libro de relatos, más que nada porque no los leo, no por que dé por bueno razonamientos que hacen ciertos escritores (Rafael Reig por ejemplo) a la hora de decantarse por la novela en detrimento del relato o cuento.

En un libro de relatos estos pueden tener alguna clase de relación o ser totalmente independientes o conformarse como unos cuentos hilvanados o una novela disgregada si atenemos en lo que aparece en la contraportada de libro.

Aquí, los protagonistas son hombres que viajan por el mundo, ubicados en diferentes países de distintos continentes y de quienes conoceremos sus devaneos amorosos. Para ello emplea el autor mucho sentido del humor, siendo la temática de los relatos variopinta. El libro está estructurado en cuatro partes, y cada una de ellas cuenta a su vez de otros tantos cuentos. 15 relatos en total.

Lo bueno de un relato es que si está bien escrito te metes de lleno en la historia casi al tiempo que la acabas, dejándote sorprender por la capacidad inventiva y el repertorio de recursos narrativos de los que hace buen uso Federico Guzmán. Si el relato no vale la pena, lo ventajoso es que habrás pérdido unos pocos minutos en su lectura, como me ha sucedido con su relato Para eso están los amigos o mejor, con la Cuarta Parte del libro que es la que me ha resultado más floja.

La tercera parte de libro (con los relatos Los días iguales, Los días ajenos y Los días distantes) que transcurre en Lyon es mi favorita, con relatos hilarantes y procaces, donde el sexo está presente de una forma muy original y canalla, donde la mujer es la protagonista.

La imagen que nos transmite el autor de la ciudad de Bruselas es demoledora por lo que tiene de real. Una ciudad de calles cansadas, donde todo es tan perfecto que aburre y deprime.

Otro momentazo del libro es el encuentro con el árbitro que pitó el partido en el que Maradona metió aquellos dos goles a Inglatera que le confirieron, si no lo era ya, el estatus de Dios. Sí, Diegoooooooooooollllllllllllllllll Armando Maradona.

El libro a su vez aborda otros cuantos temas, no menores, e igual de sugerentes y atractivos, como el ansia de viajar y de andar de aquí para allá a cualquier precio en una huida permamente de los otros y de uno mismo, el extrañamiento que se sufre en un país ajeno, las pantominas a realizar para ser aceptado cuando eres inmigrante, las locuras y reorientaciones sexuales necesarias a realizar para retener a la amada, etc.

Un libro, en definitiva, con sus luces y sombras con el que, no obstante, he disfrutado bastante.

El secreto del orfebre (Elia Barceló)

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Una agradable sorpresa me ha deparado la lectura de El secreto del orfebre, de la autora Elia Barceló, cuya existencia desconocía hasta ayer. Llegué a ella al tun tun, sin previo aviso, ni recomendación alguna, haciendo un barrido visual por los libros de la biblioteca, hasta dar con ella. Me lo llevé a mi casita y lo he devorado como quien se zampa una caja de bombones: con avidez, relamiéndome. Un chute de glucosa en toda regla.

A Elia Barceló, se la conoce, o eso dicen los de su editorial, como «La dama española de la ciencia ficción«. En esta novela se mezclan también realidad y ficción en pos de un amor que no entiende de la trabazón propia del espacio-tiempo. El amor consumado entre el protagonista y Celia. De nuevo un amor entre un joven y una señora mayor (que luego se trasunta en otro amorío entre una joven y un señor mayor) a la que conocen como la dama negra. Ya sabemos que casi siempre estos amores son imposibles, lo que los hace todavía más apasionados, terrenales, incandescentes y asfixiantes.

Como lo posible sigue caminos a menudo muy trillados (lo cual no quita para que Antigua Luz sea un deleite), Barceló opta por lo imposible. Quien haya visto la película Looper, se hará una idea de por donde pueden ir los tiros. Como no está en mi ánimo destripar aquí las vísceras del libro, apuntar que las sensaciones que su lectura depara son buenas. Disfrutar con una prosa potente, reflexiva, concisa, límpida de polvo y paja, yendo a la concreto, al nucleo del alma humana en un puñado de páginas (menos de cien), donde entran de rondón la España (una Umbría imaginaria) de los años 50, 70 y de finales de y sumar la sugerencia, la evocación, la añoranza, la melancolía, hacen de El secreto del orfebre, una joyita, sí, una gema literaria.

Próxima parada: El vuelo del hipogrifo.

Fueron los tres únicos meses de mi vida, porque el resto, lo de antes y lo de después, también ha sido vida pero en sordina, en tono menor, como si a una película le bajaran el volumen hasta que todo se oyera en susurros y los colores se difuminaran hasta el sepia, el blanco y el negro. Pero no me quejo. Hay quien ha tenido menos y yo tuve aquellos tres meses y los últimos tres, los de mi regreso a Villasanta (pag 52).

El centro del frío (Salvador Galán Moreu 2011)

El centro del frío Salvador Galán Moreu

A pesar de internet llegar a ciertos libros es casi imposible. De ahí que de vez en cuando me dé por hacer una cata ciega. Esto es, ir a la biblioteca y pillar el primer libro que vea. De esa manera sin tener ni idea de qué va el libro, ni quien es el autor, y sin referencia alguna sobre el mismo, al menos abordas la lectura del libro libre de prejuicios. Decía al comienzo que es casi imposible llegar a ciertos libros, porque todos los lectores tenemos nuestras manías. A saber: leer libros de los autores que nos gusten (cerrando en parte la puerta a otros nuevos), echar mano a libros de moda, los que copan la lista de más vendidos, los mejores libros del año, esos de los que habla todo Cristo, de los que nos recomiendan los compañeros del curro, aquellos que pertenecen a un género en concreto, nunca los escritos por gente que tenga menos de cuarenta años y chorradas similiares. De ahí que a veces sea bueno tirar por la tangente y experimentar.
Dicho y hecho.

El otro día me fui para casa con un libro titulado El centro del frío. En casa leí la sinópsis, la cual no me aclaró mucho. Vi que el autor es un joven granadino del 81, que sale de perfil en la foto, con un buen matojo de pelo en la cabeza, que el libro ganó el IX Premio de Narrativa Caja Madrid por el que se embolsó 15.000 euros y que luego se lo publicó la editorial Lengua de Trapo, la cual me transmite confianza pues ha publicado a gente como Olmos, Reig, Menéndez Salmón u Obeso, entre otros.

Toda esta parrafada parece una excusa para no hablar de libro. Cierto.

Una vez leído comentar que me ha dejado frío. No porque no tenga muy claro de qué va, que eso se soluciona leyendo alguna entrevista concedida por el autor a algún medio y se puede leer en internet, donde nos cuenta qué es lo que pretendía contar a sus posibles lectores con su libro, sino porque si el libro no te llega de buenas a primeras, las interpretaciones sobran. Los personajes se mueven mucho, eso es lo único evidente, y así los vemos en Escandinavia, Florencia o Cataluña. Todos parecen querer escapar de sí mismos, buscar algo, no sé el qué, huir de Florencia para ir a Lund. Quizá la juventud del autor le lleva a echar mano de temas recurrentes: los hombres de negocios exitosos, las relaciones de pareja imposibles, la prensa del corazón, la relación empleado-jefe, etc. De todos modos en el ánimo de Salvador seguro que está la idea de no ponerle las cosas fáciles al lector con historias lineales. De ahí que a pesar de lo fragmentario, en cierto modo parece que haya un hilo conductor, una atmósfera común.
El centro de frío, podría ser uno de esos libros que como ciertas películas, no hay que entenderlas sino disfrutarlas, una mera cuestión estética. Pero en este caso, mi sensibilidad, quizá anestesiada por el ibuprofeno, no ha sido capaz de apreciar los posibles valores de esta obra, sí los hubiera.

Alimento para moscas (Jon Obeso 2012)

Alimento para moscas Jon Obeso Lengua de TrapoEsta novela corta de Jon Obeso desasosiega. Es una novela atmosférica donde no hay salida, donde todo está viciado, sucio, podrido, donde un entomólogo (sí, un fulano que dedica su vida y obra al estudio de los insectos) escribe en un cuaderno las reflexiones sobre su trabajo (doce años aislado del mundanal ruido), los nematóceros, y de los habitantes de la Merindad (¿valles de Allín, Guesález, y Yerri?) en la cual vive, pero apartado de ellos, al ser visto también él, un bicho raro, como esos con los que trabaja.

La prosa de Jon es sugerente, rígida, sin concesiones al humor, marcada por lo analítico, algo lógico y normal si quien nos cuenta la historia es un entomólogo, un científico, que maneja hipótesis, sobre las que contrastar sus resultados.

37 capítulos cortos en los que ir desgranando la naturaleza de los habitantes de la zona: El Guarda, El Alguacil, El Enterrador, Matías, El Veterinario, etc. Las mujeres reducidas a mero vehículo de transmisión de genes, de alumbradoras de la prole que permita reproducir y mantener la especie. Los hombres, bestias en estado puro.

El lugar que nos pinta Jon es asfixiante, algo a menudo propio de lugares pequeños, donde todos se conocen, donde la intimidad ni se consigue, ni se pretende, donde lo estático se hace fuerte, y los días y los años se suceden calcándose los unos a los otros, sin el menor dinamismo ni concesiones a la modernidad. Pero lo peor no es eso, lo peor es el alma enferma, carcomida de los humanos que allí moran. A saber:

Todas esas gentes se dicen las cosas con la mayor de las arrogancias. Nadie como los que se han dejado atrapar por este lugar han asumido de manera tan espontánea la amenaza que siempre les supone el otro. En este lugar solo viven verdugos. Se habla para derribar. Se abrazan por ver todo lo blanda que pueda ser la piel del adversario. En este lugar nada como el miedo ha logrado hacer tantos estragos, devastar el carácter con tan sobrada eficacia. Estas gentes golpean sin mirar, en todas las direcciones, no vaya a ser que hayan, sin ellos saberlo, descuidado algún flanco..

Podría decir que estos hombres se odian, pero no sería cierto. Solo odia aquel que se para un instante para observar, y estos hombres no se paran, continúan y se esquivan torpemente. (pag 112)

Respecto a la trama, tras 12 años de reclusión, nuestro entomólogo parece que va a obtener algo grande, dado que hay visos de una epidemia que está matando a los caballos (y eso alimenta el interés de lector). Si bien esto luego se desinfla para acabar hablando de quienes viven, no ya en el valle, sino en El alto.

A destacar el lenguaje cuidado de Jon, esa visión científica de la realidad, con el ser humano como objeto de estudio, el magnetismo que generan muchas situaciones bien narradas por lo repulsivas que resultan.

Blog de Jon Obeso – Poéticas de Ixil