Erich Fromm
2004
160 páginas
Editorial Paidos
Como nos comenta Fromm esta clase de libros, el suyo también, están más enfocados a formular preguntas que a dar respuestas. Lógico. Cómo poner por escrito, en qué consiste amar o cómo tenemos que hacerlo.
Fromm amar lo asemeja a un arte más, que como tal precisa trabajo, esfuerzo, dedicación, poner todos los sentidos alerta, etcétera.
Un amar que adopta un papel activo, ya que a menudo somos nosotros quienes queremos ser amados, la mayoría de las veces, adoptando un papel pasivo, cuando esto de amar es cosa de dos y según Fromm al final el que ama, el que da, es quien realmente recibe.
Algunos pasajes del libro me parecen obvios, y hay también desvaríos como cuando Fromm habla de los homosexuales.
«la desviación homosexual es un fracaso en el logro de esa unión polarizada, y por eso el homosexual sufre el dolor de la separatidad nunca resuelta, fracaso que comparte, sin embargo, con el heterosexual que no puede amar».
Fromm da por hecho que nos colmamos cuando el hombre y la mujer se funden, según reza la biblia, y que todo lo que nos aleja de ello nos atormenta en pos de una separatidad que nos afanamos en combatir junto o dentro del cuerpo ajeno.
Las reflexiones que me han resultado más interesantes del libro son aquellas que tienen no tienen que ver con el arte de amar sino con la domesticidad de las emociones en un contexto capitalista y democrático.
«Aun los sentimientos están prescritos: alegría, tolerancia, responsabilidad, ambición y habilidad para llevarse bien con todo el mundo sin inconvenientes. Las diversiones están rutinizadas en forma similar, aunque no tan drástica. Los clubs de libro seleccionan el material de lectura, los dueños de cinematógrafos y salas de espectáculos, las películas, y pagan, además, la propaganda respectiva; el resto también es uniforme: el paseo en coche del domingo, la sesión de televisión, la partida de naipes, las reuniones sociales. Desde el nacimiento hasta la muerte de lunes a lunes, de la mañana a la noche: todas las actividades están rutinizadas y prefabricadas. ¿Cómo puede un hombre preso en esa red de actividades rutinarias recordar que es un hombre, un individuo único, al que sólo le ha sido otorgada una única oportunidad de vivir, con esperanzas y desilusiones, con dolor y temor, con el anhelo de amar y el miedo a la nada y a la separatidad.
Las dedicadas al capitalismo:
«El capital domina al trabajo; las cosas acumuladas, lo que está muerto, tiene más valor que el trabajo, los poderes humanos, lo que está vivo, […] Como resultado del desarrollo del capitalismo, presenciamos un proceso creciente de centralización y concentración del capital. Las grandes empresas se expanden continuamente…
Y las páginas dedicadas al consumismo:
«Somos consumidores con la boca siempre abierta, ansiosos y dispuestos a tragarlo todo: películas, bebidas, conocimiento. Esa falta de concentración se manifiesta claramente en nuestra dificultad para estar a solas con nosotros mismos. Quedarse sentado, sin hablar, fumar, leer o beber, es imposible para la mayoría de la gente. Se ponen nerviosos e inquietos y deben hacer algo con la boca o con las manos (fumar es uno de los síntomas de la falta de concentración: ocupa la mano, la boca, los ojos, la nariz…»
Todo esto lo escribió Fromm a mediados del siglo XX, en 1956. Lo podemos suscribir hoy, en 2015, a pies juntillas, pero agravado con el uso de las tecnologías, como Facebook, twitter, internet, móviles de última generación, etc, que no existían en los tiempos de Fromm y que, a mi entender, lejos de mejorar, han agravado estos males sobre los que reflexiona con agudeza el autor.
Feliz día, corazones.