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Campos de trigo, rojas amapolas

Contábamos con que a comienzos de julio brillara el sol, pero camino del León Dormido, escupía lluvia y a medida que ascendíamos hacia La Población nos veíamos en el vientre de la ballena.

GR-38

Una vez en el alto de La Aldea, a 1000 metros, no se veía abajo Logroño, a consecuencia de la niebla. Es en ese momento cuando eché de menos unos guantes, a medida que el frío iba haciendo su efecto. En la bajada hacia Bernedo la niebla era consistente, pero una vez en el llano, la niebla se iba disipando, pero no la lluvia; un pertinaz sirimiri seguía trabajando nuestros cuerpos en movimiento.

Para ir de Oyón, donde comenzamos la ruta, a Yécora, cogimos un camino. No vimos que los viñedos eran un barrizal, a tal punto que la rueda dejó de ofrecer la esfericidad negra de la cubierta para mostrar otro aspecto: un color chocolate con leche, que horas después tendría la consistencia del barro seco, con el que en otros lugares incluso hacen ladrillos y casas.

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En Lagrán está el Centro de interpretación de la GR-38, La ruta del vino y del pescado, que estaba cerrado. No nos importó pues teníamos (o eso creíamos erróneamente) la ruta memorizada en el cerebro. Tomamos un café bien caliente para entrar en calor, en el restaurante La Traviesa, ubicado justo en frente.

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Por la GR-38

De Laguardia por la GR-38, la conocida como Ruta del vino y del pescado, podemos llegar hasta Lagrán, en la otra cara de la Sierra de Cantabria, en la llanada Alavesa. Una vez superado el poblado prehistórico de La Hoya, la ascensión no da descanso hasta llegar al Puerto del Toro.

De ruta por la GR-38

Partimos de 600 metros y rebasaremos los 1200. En cuatro kilómetros ascenderemos 400 metros. Y en el último kilómetro, pasamos de 1000 a 1200; más de 200 metros de desnivel. Esto supone tener que ascender pendientes de más de un 20% de desnivel, como media; luego hay pendientes de casi un 30%. Hacerlo en bici, supone tirar de ella, porque el terreno son piedras sueltas en algunos momentos. En el tramo final el sendero se estrecha y es piedra caliza. Complicado meter la bici por trocha tan estrecha. Una vez hecha la cima aún hay que ascender otro poco para iniciar el descenso hasta Lagrán.

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A medio kilómetro de la cumbre estaba la Cruz del Castillo. Lo dejaremos para una ascensión a pie. El terreno sigue siendo roca, no sendero, y de nuevo hay que bajarse de la bici y domarla para que no se encabrite montaña abajo.

Más adelante ya entramos en el bosque. Se suceden las hayas, los bojs, los avellanos, los troncos cubiertos de musgo. El terreno está embarrado. Finalmente, el bosque se abre a la llanura con Lagrán al frente.

Regresamos por carretera, subiendo hasta Bernedo y después disfrutando de la bajada con el sol ya declinando, hasta Logroño.
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He leído que la GR38 es ciclable. El tramo entre el Poblado de la Hoya y Lagrán, al menos esos cuatro kilómetros, no me lo parecen. No obstante, las vistas panorámicas merecen la pena el esfuerzo.