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meridianosangre

Meridiano de sangre (Cormac McCarthy 2001)

Cormac McCarthy
Editorial Debate
407 páginas
2001

Meridiano se sangre, hace honor a su título. La historia transcurre a mediados del siglo XIX en los territorios fronterizos entre Estados Unidos (que seguía entonces anexando estados) y México. Un meridiano geográfico bañado de sangre. Una tierra reseca convertida en un osario, en un camposanto gigantesco.

Las más de cuatrocientas páginas, son difíciles de digerir, no por la prosa de McCarthy que resulta asombrosa, demoledora y subyugante, en su particular poética de la pura maldad, sino por el contenido. Los personajes de la novela, encabezados por el Juez, son despiadados, capaces de todo, no tienen ningún escrúpulo, y lo mismo les da matar, sin la menor contemplación, viejos que bebes. Así, las matanzas, los exterminios, los holocaustos, las degollaciones, amputaciones, cortes de cabelleras, se suceden y repiten desde el comienzo hasta el final del libro.

La novela plasma sin escamotearnos nada, la violencia pura, incesante y ciega, donde los indios mapaches son masacrados por los hombres del Juez, y estos (los indios) hacen lo propio cuando tienen ocasión, en una espiral de muerte y destrucción que baña de sangre la tierra casi a diario, sin aparente solución. En un particular juego del gato y del ratón entre unos y otros, que mantiene muy vivo el ritmo y la tensión del relato.

Como contraposición al juez, está el chaval, quien trata de mantener un corazón puro, en esa vorágine de sangre, pero quien a medida que crece se irá contagiando de ese espíritu violento, de ese matar al prójimo -convertido en enemigo- a quien abatir, a la mínima contrariedad como vemos en su final cuando el chaval ya es «el hombre».

Si la novela fuera solo muerte y destrucción, resultaría reiterativa. La figura del Juez, un hombre leído, culto, con múltiples habilidades, despiadado, tan virtuoso aniquilando y sembrando la destrucción como jugando con las palabras, hacen de él un personaje portentoso, tanto que el chaval pasa a un segundo plano y el Juez lo eclipsa todo, resultando la suya una presencia tan aterradora como ineludible.

El postrero cara a cara entre el Juez y el Hombre acaba resultando inevitable y esperado, si bien, no con el final deseado.

El personaje del juez es uno de los grandes aciertos de esta soberbia y demoniaca novela de McCarthy.

Pandora

Pandora (Henry James 2014)

Henry James
Editorial Impedimenta
2014
124 páginas
Prólogo y traducción de Lale González-Cotta

A Otto Vogelstein y a Pandora, los protagonistas de esta breve novela, sé que los recordaré con el paso del tiempo.

Aparece el conde alemán (palindrómico) Otto a bordo del barco que le llevará de Europa a los Estados Unidos, donde trabajará como diplomático en la embajada de Washington. El tedio que lo asola en la singladura, deja de serlo cuando a bordo suba una familia, y sus ojos reparen sin remisión en una joven, Pandora Day.
En ese juego de sí y no, de querer y no querer, de miradas, de encuentros que quieren parecer casuales, es donde Otto se prenda de Pandora.

Otto con su mentalidad aristocrática europea, se afana en saber qué clase de persona es Pandora, al menos aparentemente, cual su clase su social, cual su estatus, pues le choca que de unos padres tan paletos y provincianos haya surgido una mujer tan resuelta, espabilada y subyugadora y para ello requiere la ayuda de Mrs. Dangerfield, quien intenta por todos los medios de alejar a Otto de la joven imantadora.

James, nos brinda reflexiones sarcásticas (alguna hilarante como las tres horas que los padres de Pandora pasaron en la Acrópolis griega y que para el narrador explicaría que cuando estos se quedan alelados mirando el ponto vinoso, en realidad estén pensando en Pericles..), el clásico periplo de las clases pudientes americanas por Europa (la familia de Pandora regresa a Estados Unidos tras dos años por distintos países de Europa), y una prosa que pasa del puntillismo y el detalle minimalista, en pos de la introspección, a despachar otros asuntos, de un plumazo, como si el narrador no tuviera que estar a esos nimios detalles, que dicho sea de paso no le «incumben».

Las elipsis nos llevarán del barco al carnaval que Mrs Bonnycastle celebra en su mansión, donde de nuevo Otto y Pandora coinciden y donde de nuevo las brasas del deseo o del interés, se avivan. Otto pone en evidencia su interés hacia Pandora, y sacia su curiosidad cuando entiende y constata que Pandora es ese prototipo de mujer americana que pasará a denominarse como «mujer hecha a sí misma».

La narración es alegre, jovial, subyugante, hilarante, una alegría que es contagiosa, en la que el lector, como le sucede a Otto, cuando está junto a Pandora, pasa a ser testigo de su propia vida, expectante ante aquello que está por acontecer, ante una Pandora cuya alegría y simpatía es una máscara con la que ocultar sus anhelos y verdaderos sentimientos.

Muy recomendable nouvelle publicada en 1884 y editada en 2014 con una impecable factura por la Editorial Impedimenta.

Henry James en devaneos | Washington Square | Otra vuelta de tuerca

Hoteles

Hoteles (Maximiliano Barrientos 2011)

Maximiliano Barrientos
126 páginas
2011
Editorial Periférica

La última novela de Maximiliano Barrientos, La desaparición del paisaje, es la crónica de un regreso, un ejercicio de reconstrucción de un pasado, velado, cercenado y fragmentado. En esta novela, escrita en 2011, los personajes en lugar de regresar, huyen, son fugitivos de sus propias vidas, que se extravían por carreteras desiertas, dormitando en Hoteles, hablando con extraños, acumulando kilómetros, y experiencias, quieren creer que construyéndose un pasado, fabricando imágenes, que son las que construye y plasma sobre el papel Barrientos, flashes de escaso impacto, como cuando nos alumbran con una linterna y luego el haz de luz se dirige a otra parte.

El autor registra este tiempo fugitivo en tres voces que narran. Las voces de Tero, Abigail y Adriana. La última, es una niña que fantasea con los efectos de una tercera guerra mundial. Los dos primeros una pareja de adultos, ex actores porno. Circunstancia esta que parece reclamar una atención que luego cae en saco roto, dado que esa profesión no afectará a la historia en grado mínimo (más allá del típico tópico que hace que la gente rechace o no mire con buenos ojos a quienes hacen de la pornografía su medio de vida).

Barrientos plasma la sociedad líquida en la se insertan estos jóvenes. Si la vida de sus padres fueron largos viajes, relaciones duraderas, costumbres solidificadas, la de estos jóvenes por el contrario es la vida del movimiento, del deambular en múltiples viajes rápidos, cortos y a menudo dolorosas relaciones.

Si en La desaparición del paisaje Barrientos (novela de mucho mayor recorrido que esta) ofrecía una mirada capaz de emocionar, estos Hoteles, y el deambular de los personajes, deja poco margen a la imaginación. Sus personajes son como los coches que vemos pasar desde un área de servicio a toda velocidad: presencias reales a quienes la velocidad transfiere la cualidad de fantasmagóricas y episódicas.

La lectura de Hoteles me confirma el salto que Barrientos ha dado en estos cuatro años. Aquí ya había cosas que iban cogiendo forma, personajes que pedían la palabra, cierto estilo embrionario, que en su última novela Barrientos resuelve con maestría
.

La desaparición del paisaje

La desaparición del paisaje (Maximiliano Barrientos 2015)

Maximiliano Barrientos
2015
Editorial Periférica
268 páginas

La voz del escritor bolivariano Maximiliano Barrientos (Santa Cruz de la Sierra, 1979) hay que sumarla a la de otros compatriotas escritores: Rodrigo Hasbún, Liliana Colanzi, Edmundo Paz Soldán, Christian Vera, Fabiola Morales, Anabel Gutiérrez, Saúl Montaño, Julio Barriga, Humberto Quino, etc.

Barrientos, en esta estupenda novela hace un ejercicio de reconstrucción, en pos de armar las piezas que en el pasado vamos dejando desperdigadas por el camino y que la memoria se afanará en atesorar e ir montando como si de una película se tratara, donde no faltan las elipsis.

El protagonista es Vitor, quien tras la muerte de su madre y antes de la de su padre decide dejar el país, Bolivia y mudarse a los Estados Unidos. Una vez que los dos yacen bajo tierra, Vitor regresa, tras un lapso de más de una década fuera del país.

Vitor tiene como propósito recuperar su relación con su hermana Fabia -a quien encuentra sola y embarazada- con el hermano de su padre, con María, que ejerció de madre de Vitor y Fabia tras la muerte de esta.

Un camino pedregoso y empinado el que deberá recorrer Vitor porque nadie da la bienvenida a quien huyó, a quien se dio a la fuga, a quien dejó el marrón a los demás, sin dar señales de vida, convertido en un fantasma.

Barrientos hábilmente dosifica los silencios y la información, acerca de lo que sucedió el 15 de agosto de 1987, cuando Vitor era un niño y su padre alguien presa del alcohol y de la furia. Una adicción que facilitó la salida del entonces niño.

La vuelta al pasado trae de la mano recuerdos de juventud que Vitor quiso olvidar y no pudo y que trata de exorcizar en el presente, aunque sea recurriendo a la violencia. Recuerdos que conllevan avivar las llamas del deseo junto a la que fue su pareja antes de desaparecer. Siempre con la duda, siempre pensando cuánto de aquel pasado ha llegado hasta nuestros días, en qué medida aquellos que fuimos entonces, seguimos siendo ahora. ¿Qué hubiera sido de todos ellos si él no se hubiera evaporado?. Es ahí donde Barrientos se las ingenia para lograr con escuetos diálogos y poderosas imágenes y atmósferas, emocionarme e ir contando su historia, reconstruyéndola, encauzándola, una historia, la de Vitor, que es una historia de muerte, imposibilidad y supervivencia, donde generación a generación las enfermedades familiares se repiten, y los caracteres clónicos, impiden las reconciliaciones, y propician los reencuentros a destiempo, donde «el polvo somos», Vitor lo sufrirá de forma literal al final de la novela, cuando constate de paso que todo cuanto conocía ha sido barrido, el paisaje, y también las figuras que lo poblaban, bajo una noche oscura, helada y hermosa.