Archivo de la etiqueta: Literatura alemana

Corazón de tinta (Cornelia Funke 2003)

Una amiga me recomendó Corazón de tinta de Cornelia Funke, una escritora alemana, ilustradora y autora de libros infantiles que había cosechado un gran éxito con esta novela en su país y que es autora de otros tantos libros infantiles como El jinete del dragón (2004) o El señor de los ladrones (2002), por citar alguno. El libro me ha gustado mucho. Es ameno y divertido, con un halo mágico que te mete en la historia desde el principio, donde entusiasmarse con las desventuras de Mo, Meggie, Dedo Polvoriento, Capricornio, Farid y demás personajes de la novela. La historia hace que Mo, un encuadernador de libros tenga la facultad de, al leer los libros en voz alta hacer que los personajes de los mismos dejen el libro para salir al mundo exterior. Si alguien sale de libro, alguien de fuera debe entrar en él, «quid pro quo«. Pero a veces el infortunio juega malas pasadas. De tal modo que la mujer de Mo, Teresa, pasa a formar parte de un libro titulado Corazón de tinta.

Este libro se lee con suma facilidad y entre los capítulos hay ilustraciones de la autora. La novela nos permite desconectar del murmullo circundante, de la algarabía política y de los teledarios sangrantes para embebernos en la lectura de una novela bien narrada, con una trama muy sugerente, con la que pasar unas cuantas horas de agradable lectura. La continuación de Corazón de tinta, fue Sangre de Tinta publicado en 2005 y se ha cerrado la trilogía con Muerte en tinta.

Sí (Thomas Bernhard)

Sí
, es una aceleración brusca, un continuo movimiento hacia delante de una reiteración, donde tras crear una imagen de los, Los Suizos, y en especial de La Persa, todo se dinamita. Polos iguales se repelen, personas idénticas que se aborrecen, se odian. Espejos en los que reflejarse y cristales rotos. Poca esperanza para personas que propulsadas hasta el límite de sus posibilidades, de su ambición, caen fulminados, como si la existencia fuera un espejismo, de cimientos de papel y humo. Personas viles, abyectas, recriminatorias, despreciables, pueblan las páginas de esta escritura enfebrecida, de este monólogo interior, de ese circunloquio de quien escribe para calmarse, para aclararse, para en definitiva actuar o tomar conciencia.
Schumann y Schopenhauer, dos tablas de salvación que no son tales cuando todo está perdido, en caída libre hacia la autodestrucción liberadora.

Una historia mínima, plasmado sobre el papel, dejando para el lector momentos de hastío, ante el artificio y floritura, ante el oropel de lo banal. El arte es descubrimiento y emoción. Su lectura no me ha traspado. Una mera caricia en la epidermis.
El mundo como voluntad y representación.

Hans Fallada

El escritor alemán Hans Fallada, seudónimo bajo el que escribía Rudolf Ditzen está de moda. Murió en 1947 y casi siete décadas después de su muerte, en España han lanzado casi simultáneamente dos libros suyos; El Bebedor y En mi país desconocido publicados ambos por la editorial Seix Barral. En la Revista Historia y Vida este mes dedican una página a Hans, y a estos dos libros. En Babelia, en El País, de hoy también aparece una pequeña crítica de estos dos libros. Críticas mínimas, apenas un leve esbozo, algo menos que una reseña. Lo que en ambos artículos me ha sorprendido es que aunque si se hable de otro libro suyo, Pequeño hombre ¿y ahora que?, nada se dice de su obra Solo en Berlín, de quien Primo Levi dijo que era el mejor libro escrito sobre la resistencia alemana. Libro que se publicaría a pocos meses de morir tras una sobredosis de morfina, el cual me estoy leyendo y dicho sea de paso, enganchando. Nunca es tarde para descubrir o recuperar a los grandes de la literatura alemana como Hans Fallada.

Berlín, 1945

Berlín 1945 (Pierre Frei)

De novelas ambientadas durante la Segunda Guerra Mundial o durante la postguerra vamos servidos. Me viene en mente la lograda saga creada por ejemplo por Philip Kerr. Aquí el autor es el autor alemán Pierre Frei (de quien no he encontrado ninguna foto. Hablamos pues de un autor que como Pynchon o Elena Ferrante quiere pasar desapercibido).

Esta novela negra nos sitúa en Berlín, en el año 1945. Alemania ha perdido la guerra y la ciudad Berlinesa ha sido dividida y dejada en manos de los Aliados. En ese escenario un asesino irá despachando alemanas rubias y esbeltas. Hablamos por tanto de un asesino en serie. La figura del mismo es practicamente irrelevante, dado que apenas tiene peso en la historia más allá de ser la mano ejecutora. No sabemos cúal es su motivación y no hay apenas retrato psicológico del personaje, porque al autor esto no le debe parecer relevante. El peso de la historia recae en esas cuatro jóvenes que son asesinadas. Se nos irán desgranando sus historias particulares, sus modos de vida, insertas en ese régimen nacionalsocialista que irá emergiendo con Hitler a la cabeza, hasta declarar la guerra con la intención de volver a la situación anterior al Tratado de Versalles.

Frei recoge escenas de la vida cotidiana de esas jóvenes, que quieren materializar sus sueños, mejorar sus existencias, rozar algo parecido a la felicidad, y que acaban muriendo estranguladas, vaciadas sus existencias por el sumidero.

La recreación histórica hace aparecer a miembros de las SS, SA, y la Gestapo, altos jerarcas nazis, los campos de concentración, los abusos sexuales, la eugenesia, una población alemana que parece no enterarse de nada, o de no querer saber lo que pasa, y otros tantos que deciden alistarse al partido en el poder a fin de medrar y mejorar su situación personal.

Si la primera mitad del libro me ha parecido irreprochable, luego la cosa cambia y con esa idea de comprimir el universo en unas pocas páginas el autor genera situaciones que chirrían un tanto, en especial cuando Lene parece no darse cuenta de nada de cuanto sucede a su alrededor, como si el hecho de no querer saber nada de la política, le eximiese también de saber lo que los nazis estaban haciendo con los judíos, gitanos, homosexuales o discapacitadas (y ahí me da la sensación de estar leyendo El niño de pijama de rayas). Todos se muestran sorprendidos de todo, de lo que hacen los nazis con los judíos, con los niños discapacitados, con los niños de quienes sus maestros abusan, etcétera, pero la gracia está en transmitir con verosimilitud al lector esa estupefación y eso no me ha sucedido.

También hay un crítica para los Aliados y la manera que tuvieron de celebrar su victoria. Ahí los abusos sexuales de los rusos sobre las mujeres alemanas y la forma de vejar a estas, quedan muy bien explicitados. Lo que me llama la atención es cómo todas las jóvenes que aparecen en el libro y que acaban muriendo desarrollan una gran actividad sexual. Continuamente tienen orgasmos, piensan a menudo en el sexo, y el autor se demora con ciertas escenas sexuales de todo tipo, donde los hombres quedan reducidos a bestias sexuales que no piensan en otra cosa que en follar.

Que el libro se lee con algo parecido al deleite es un hecho, como pasatiempo funciona, pero si además de adquirir cierto barniz histórico el lector quiere profundizar más en el asunto hay libros estupendos como La Tregua o Si esto es un hombre de Primo Levi, Goebbels, Heinrich Himmler del historiador británico Peter Longerich o Después del Reich de Giles Macdonogh, por citar algunos que me vienen en mientes.