Comentaba el otro día El mapa del tesoro escondido, novela disparatada de Mo Yan que no me acabó de convencer. Ahora reincido con el Nobel chino y lo hago con Cambios, particular autobiografía escrita un par de años antes de recibir el premio de la Academia Sueca.
Mo Yan espiga de su pasado una serie de hechos acontecidos en su época escolar (incluyendo la expulsión del centro por una nadería), su paso por el ejército, su labor como profesor, sus comienzos en el mundo literario y su posterior éxito inmerecido (según el) y contrasta lo que fue, con lo que es ahora, los cambios del título y que el autor ha visto en la sociedad china durante estas décadas, desde su nacimiento a mediados del pasado siglo XX.
Me resulta curiosa la falta de pretensiones y aires de grandilocuencia de Mo Yan como memorialista, que se sustrae en su rememoración del pasado a cualquier atisbo de solemnidad y lo que le viene en mente y lo que nos refiere son episodios algunos muy graciosos como esa pelota de ping-pong que va a parar de la raqueta de una alumna, Lu Wenli, a la garganta de su profesor y contrincante que a un tris está de costarle a este la vida, si bien quiera el destino que más tarde acaben ambos esposados y luego ella viuda, o las andanzas de otro amigo de la escuela, He Zhiwu, buen negociante que sabrá sacar jugo a la coyuntura social y aprovechar la apertura del mercado chino, o las pretensiones de los chiquillos de conducir un camión (un Gaz 51 convertido en un personaje más) cuando fuesen mayores, cifrándose ahí sus ilusiones y esperanzas primeras, al tiempo que vemos como el pasar del tiempo irá disolviendo las capas sociales, pasando a ser estas algo más permeables tras la muerte de Mao, o las anécdotas relativas al rodaje de la película Sorgo rojo, ópera prima de Yimou, basada en la novela de Mo Yan que acercaría a los lugareños a las estrellas de cine chinas, las cuales como apunta Mo Yan no se daban tantos aires como las actuales.
Seix Barral. 2010. 128 páginas. Traducción de Anne-Hélène Suárez Girard.