Archivo de la etiqueta: Literatura Española

Ramón J. Sender

Réquiem por un campesino español (Ramón J. Sender)

Ramón J. Sender
1950
Destino
103 páginas

Réquiem por un campesino español de Ramón J. Sender (1901-1982) junto a Los girasoles ciegos, La noche feroz y A sangre y fuego. Héroes, bestias y mártires de España, son los mejores libros que he leído sobre la guerra civil española.

La novela es una obra maestra de concisión y profundidad; apenas cien páginas son suficientes para enterarnos del fatal final de Paco el del Molino, a quien el cura Mosés Millán bautiza, da la comunión, confirma, casa y finalmente da la extremaunción (a resultas de su buena fe y del poco conocimiento de la maldad humana por parte del cura), cuando el ingenuo Paco que soñaba con un mundo mejor y más justo y anidaba en su interior sentimientos de piedad y compasión que le impedían cruzarse de hombros ante la miseria rampante, constata que aquellos que habían tenido siempre el poder no lo iban a soltar de la noche a la mañana, tal que después de las elecciones y la sustracción de unos terrenos al duque, a mediados de julio de 1936, las aguas (o ríos de sangre) volverán a su cauce, y cómo los paseíllos, las ejecuciones en las tapias de los cementerios y los cuerpos luego arrojados como perros en las cunetas, pondrán las cosas de nuevo en su sitio.

El desenlace se nos va enterando mediante un romance que tiene por protagonista a Paco, el ejecutado. Un final que no acaba con la muerte de Paco, sino con el recochineo y ensañamiento postmortem de oficiar una misa en su nombre, por parte de aquellos que lo mataron o colaboraron: Valeriano, Gumersindo y Cástulo.

Elvira Navarro

La trabajadora (Elvira Navarro)

Elvira Navarro
Ramdom House
2014
157 páginas

Leí recientemente un par de novelas de Albert Cossery y en ellas sus personajes aspiraban a no tener nada, a no atarse a ninguna ambición, a ningún sueño de autorrealización personal. Un libro como este de Elvira Navarro (Huelva, 1978), va precisamente en la dirección contraria. Aquí sus personajes y la inmensa mayoría de los que aparecen en las novelas de los escritores españoles de unos cuarenta años, buscan progresar, medrar, alcanzar una estabilidad, triunfar y si no lo consiguen se frustran, patalean, lloriquean, se deprimen, se trastornan, se aniquilan y aniquilan todo cuanto tienen a mano, así Elisa, así Susana. La segunda quiere que le coman el coño un día de luna llena que tenga la regla. Así comienza el libro, lo cual de entrada ya repelerá y atraerá a los lectores a partes iguales. O no. El sexo bizarro da paso a los devaneos, neuras y trastornos mentales de dos mujeres que lidian con su día a día como pueden; una, Elisa, buscando algo de estabilidad en su trabajo como correctora externa en una editorial, ante la perspectiva de un ERE que la ponga de patitas en la calle, cobrando mal y tarde, y la otra, Susana trabajando como teleoperadora, realizando en su tiempo libre collages, que llamen la atención de alguna galería que la lance al estrellato. Entre medias, mucho recorrido por Madrid, no la ciudad que uno recorre desde la azotea de un autobús turístico, sino esos barrios periféricos, que Elisa recorre como una forense urbanística. No siendo de Madrid, estos deambulares de Elisa no me dicen nada y me recuerda también a cierta geografía urbanística que asomaba en Ejército enemigo de Olmos. En el libro, y dado los tiempos que corren, internet está muy presente, tal que al llegar al hogar los personajes ven si tienen mensajes en sus correos, en sus muros de Facebook, buscan cualquier información sobre cualquier persona en la red, buscando el rastro de antiguos compañeros de colegio o instituto (como también hacía el protagonista de Divorcio en el aire localizan un local merced a Gogle Street View o habla acerca de la influencia o papel (nulo) que los blogs literarios tienen en la venta de libros, según refiere la jefa de Elisa, lo cual me lleva de nuevo a Olmos a y su Alabanza, donde su protagonista, a la sazón escritor, se pasaba más tiempo siguiendo el rastreo de lo que se decía de su libro en las redes sociales, que escribiendo. Me ha gustado más la primera parte, la de Fabio, más aguda y filosa, que todo lo que lo sucede, donde todo se va a apagando poco a poco hasta el postrero OFF. No porque la cámara que registra los encuentros de Elisa se quede sin batería, sino porque la historia, con curación mediante o no, para mí languidece sin remisión desde que Elisa y Susana comparten techo y preocupaciones, y entonces, cualquier interés hacia la novela, se ve centrifugado hacia otros territorios, otros pensamientos, otros derroteros.
La trabajadora me ha gustado algo más que La ciudad feliz, pero no sé si lo suficiente como para acometer su inminente Los últimos días de Adelaida García Morales.

Los pazos de Ulloa

Los pazos de Ulloa (Emilia Pardo Bazán)

Leí recientemente La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín» y en esta novela de Emilia Pardo Bazán, escrita un año después que La Regenta, la autora nos presenta también a un personaje femenino muy desdichado, una joven llamada Nucha que se casa allá por 1880 con un señorito local, se queda embarazada, no puede ocuparse de su retoño -pues para eso ya estaban las vacas humanas (como las denomina la voz que narra) que amamantaran a su retoño- y tras una existencia infeliz, con un marido ausente, y un postparto que la deja debilitada, acaba muriendo pocos años después del alumbramiento y tras una fuga que no llegará a ser tal.

A su lado hay un cura, Julián, no un canónigo ambicioso y enamoradizo como El Magistral de La Regenta, sino un cura que antepone la felicidad de su amiga Nucha al sermón religioso, que obligaría a la mujer a tener que cumplir con el marido, a aguantar ésta lo insufrible y a entender el maltrato como un elemento más del matrimonio.

La autora no sólo critica las circunstancias, a menudo nada agradables, que las mujeres, como la triste y aterrada Nucha sufren en el hogar ante maridos despóticos y violentos, cuya única ambición cultural es ir a pegar tiros all monte de cacería, sino que también valiéndose de un fino humor plasma el devenir de la aristocracia y cacicada rural en la Galicia de finales del siglo XIX y el ambiente electoral donde las ideologías (en el caso de que los políticos tuvieran una) importan menos que conseguir el poder, mantener sus privilegios, y mirar solo por uno mismo, en vez de entender la política como un servicio a la ciudadanía.

Emilia Pardo Bazán despliega una prosa dinámica que propicia una lectura muy amena, describiendo con maestría tanto los paisajes naturales como humanos, empleando distintas técnicas narrativas y distintas formas de hablar en función de la extracción social de los personajes.
Las 250 páginas de la novela (esta cuidada edición de Austral son 346 páginas, con prólogo de Julia Escobar, guía de lectura y glosario) me han sabido a poco y si leo La madre naturaleza, continuación de Los pazos de Ulloa, quizás con una visión de conjunto, mi parecer sobre esta novela sea otro.

La novela fue llevada a la pequeña pantalla. En RTVE está la serie completa

Javier Moreno

Acontecimiento (Javier Moreno)

Javier Moreno
2015
Salto de Página
178 páginas

Javier Moreno es un escritor que suscita mi interés. Eso explicaría que haya leído hasta el momento tres novelas suyas: Click, Alma y 2020.

En Acontecimiento, el discurso tiene un mayor peso que la narración.

La novela comienza con esta frase: Si quieres que lo nuestro siga adelante tendrás que buscarte una amante.

Enunciado que le permite al autor reflexionar a través de su personaje sobre las relaciones de pareja cuando a medida que pasan los años la pasión y el deseo dejan paso a la monotonía, cuando las diferencias en la manera de entender el sexo dentro de la pareja entre el hombre y mujer se hacen evidentes y casi irreconciliables.

«El orgasmo era para mí la cúspide de la relación entre dos seres, el modo en el que el placer nos desfiguraba y nos amasaba durante un instante, dinamitaba las convenciones del día a día».

Una disociación entre amor y sexo de la que nuestro protagonista es capaz, pero que en el caso de su pareja no parece posible.

Hay reflexiones acerca de lo que supone la llegada de un hijo, la paternidad; una oportunidad para volver a creer de nuevo en palabras como la inocencia, la esperanza, el amor incondicional, también irracional: la abominación de los pitagóricos.

Además de los devaneos parejiles y el bálsamo filial también hay lugar para la amistad, ese amor sin sexo que supera cualquier embate. «La amistad entendida como esos dos puntos de un círculo que se separan, pero que fieles a una geometría inapelable, volverán a encontrarse en el futuro». Así los amigos.

El protagonista es un publicista de éxito, para quien «La estadística es la metafísica de nuestra época», para quien «Todo acto humano es un acto de consumo», consciente de que en esta sociedad de la información la publicidad debe adaptarse a un nuevo escenario «donde la persuasión se ve relegada ante la contundencia de los datos (esos datos que dejamos en nuestra presencia en la red). Tú eres así y estos son tus atributos. Cómpralos si puedes». Esa es la síntesis. El protagonista no es un nativo digital, pero se siente a gusto en las redes sociales, ante dinámicas de reconocimiento y de retuiteo constante, en esos muros de facebook que a pesar de que a mí se me antojan más bien como paredones de la intimidad, enganchan cada vez a más gente.

«La gente se refugia en las redes sociales para ponerse a salvo del azar de esa aglomeración de cuerpos a través de la esfera protectora de los amigos y contactos. Las redes sociales transforman la intensidad de la vida en el aburrimiento de la intimidad, el automatismo de la convención social en la intensidad del mensaje corto».

La perspectiva del protagonista es la de un horizonte cuyos atributos son la vacuidad y la insignificancia. Un presente tan acelerado ante el que preguntarse «Cómo ser hombres de nuestro tiempo, cuando nuestro tiempo muta demasiado rápido».

Hay momentos para las infidelidades, donde la prosa del autor mezcla sexo y humor tecnológico «No hay emoticonos para expresar la sensación de mi polla haciéndose sitio a través de su coño húmedo».

Decía al comienzo que había en la novela más discurso e ideas que sustancia narrativa que se plasma en media docena de momentos puntuales: la escena de cumpleaños de un niño en El Retiro, la conversación que mantiene en una limusina cavernaria con su amigo Antonio, el puñetazo que le arrea en toda la jeta Urdazi, el polvo que echa en un baño a una compañera de trabajo, las reuniones de grupo en el trabajo, la reprimenda a un joven vecino que hurga en su correspondencia…

Y son esas ideas lo mejor de la novela, ideas que trascienden la pátina intelectual, para afianzarse con entidad, merced a momentos discursivos como la Teoría de la españolidad vía jamón, o todo aquello que Javier Moreno tiene que contarnos sobre las redes sociales y las relaciones de pareja, embrollos todos, donde nos perdemos y consumimos, todos.