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Hasta (casi) cien bichos

Aproximaciones a la literatura infantil y juvenil

Tiene bemoles que restándome (por lo bajo) solo unos 28 años para jubilarme (si la esperanza de vida sigue aumentando hasta los cien y nos toque jubilarnos a los ochenta, entonces serán más), sea precisamente ahora cuando sienta la llamada (más bien, el vozarrón) de la literatura infantil y juvenil. En fin.

El paraguas mágico

Puestos a elegir a un autor empecé con Daniel Nesquens. No puedo darle todavía el calificativo de maestro, genio, voz autorizada o similar, pues me ando en la fase de contraste y comparativa, pero lo que he leído suyo de momento me ha gustado bastante más que mucho.

eL+HOMBRE+CON+EL+PELO+REVUELTOUn deseo muy especial

Con mi propensión a atesorar, este fin de semana pasado, fui primero a la biblioteca y luego para mi casita con media docena de libros del zaragozano Nesquens. Me quedan dos pendientes de leer, La casa y El hombre con el pelo revuelto. Empecé con Un deseo muy especial, donde un niño les pide a los Reyes que nieve y ve su deseo cumplido, para bien del mocete, seguí luego con Un perro en casa, novela gráfica de final impactante e intermedio transformador. Gran trabajo el del ilustrador Ramón París.

Un perro en casa

Luego proseguí con el divertidísimo El paraguas mágico, donde un niño cuenta la historia de amor de sus padres a caballo entre París y Amsterdam (entre el Barrio Latino y El barrio Rojo) y me dejé para el final Hasta (casi) cien bichos, un libro ameno, divertido, hilarante con unas ilustraciones muy graciosas y a muy a tono con los textos, de Elisa Arguilé. Si Jardiel hubiera escrito en una editorial dedicada al público infantil, este libro de Nesquens bien podría ir firmado por él, porque las páginas de este libro son un bello ejercicio de humor absurdo, de imaginación, de creatividad, inundado el texto de juegos de palabras, de múltiples referencias a otros libros, a películas, cuya lectura es lo suficientemente placentera como para querer seguir leyendo más (muchos más, casi cien si me dejan) de Nesquens. Como tiene publicados libros de sobra, veré satisfecho mi deseo.

Tengo ahora entre manos Los derechos de la infancia, editado por Anaya, ilustrado por Emilio Urberuaga y con prólogo de Francesco Tonucci que recoge diez cuentos de autores y autoras como Antonio R. Almodóvar, Eliacer Cansino, Gloria Cecilia Díaz, Agustín Fernández Paz, Mariasun Landa, Gustavo Martín Garzo, Gonzalo Moure, Daniel Nesquens, Ana María Shua y Lorenzo Silva.

Los derechos de la infancia

Y como despedida y cierre, dejo un párrafo de la escritora Carmen Palomo García, que suscribo en su totalidad:

Hay que recordar a algunas personas presuntamente cultas que la literatura infantil no es un subproducto cultural lleno de gazmoñerías ni fantasías sedantes. Los niños no son ñoños ni estúpidos, sino un público perspicaz y predispuesto a dejarse encandilar sin prejuicios ni obcecaciones por la buena literatura. Los autores inteligentes (los arriesgados, los talentosos…) han sabido aprovechar esa especial apertura de miras infantil para crear obras excepcionalmente libérrimas y sustanciosas. Esa literatura combina con frecuencia la ligereza y el humor con el sondeo de gran calado: nuestros miedos, nuestras alegrías y nuestros anhelos más profundos; nuestra soberanía frente a la represión de las convenciones; nuestras ganas de descubrir la insospechada belleza del mundo frente al conformismo plomizo de quien cree haberlo visto ya todo. Si hubiera que poner sobre la mesa una prueba contundente de qué es la literatura infantil, la buena, la grande, Un cuento de Daniil Jarms sería una demostración irrefutable.

Leído lo cual, ando ahora a la busca y captura del libro de Jarms.

www.devaneos.com

La sustancia interior (Lorenzo Silva 1996)

Lorenzo Silva
1996
421 páginas
Ediciones Destino

Lorenzo Silva publicó esta novela hace ya casi 20 años, allá por el 1996. Nada había leído de él y esta novela la reseñaban como la mejor del autor, su obra más personal y singular.

Quien se acerque a ella como lo haría hacia un bestseller se llevará un castañazo. La novela podemos calificarla como histórica, pero no lo es. En esta novela no sabemos en qué siglo estamos. Puede ser el X o el XV. Tampoco se nos dice dónde transcurre la historia. Todo juega a ser enigmático y misterioso. Toda la novela es como un acertijo o como una broma pesada (que es lo que me ha resultado), de más de 400 páginas.

El protagonista es un Extranjero, un tal Bálder que va huyendo de algo (por supuesto no sabemos de qué), a quien contratan en una Catedral como tallista. Su misión: hacer la sillería del coro. Lo ha contratado el Arzobispo y tiene poder para demandar cuanto necesite para llevar a cabo su obra.

Toda la historia está viciada, encapsulada, limada por un tiempo y un espacio opresivo.

Como telón de fondo la Catedral que se está construyendo. Un proyecto que parece que nunca pueda llevarse a buen puerto, o cuando menos no durante la duración de una vida terrenal.

Bálder quiere ser puro e independiente, preservar su sustancia interior, y no tarda en descubrir que la Catedral ofrece dos caras. Una es la de las oraciones, las penitencias, las sotanas y la vida clerical y espartana y la otra es todo lo contrario. Las catacumbas donde por la noche los hombres y mujeres de la Obra se dan a la bebida, al sexo, y a cuantos placeres tienen a mano.

Bálder se irá pasando por la piedra un buen número de mujeres. Todas ellas le van dejando huella, hasta ir a dar con Náusica, la hija del Arzobispo, con quien copula sin ganas, porque en este libro todo son elucubraciones, un quiero y no puedo, devaneos mentales varios, disertaciones filosóficas triviales y unos diálogos que resultan demasiado actuales como para ser de siglos pasados.

Lo peor de todo no es todo esto, sino que su novela me ha resultado cansina desde el principio. Si Bálder no tiene ningún interés por la Obra, por finalizar las obras en la Catedral, a mí como lector, lo que pase en el libro me da lo mismo casi desde el principio de la obra, pues ni Bálder, ni ninguno de los siniestros hombres y libidinosas mujeres que pueblan la novela, me suscitan el menor interés.

La idea de la novela me parece una paja mental y dedicar 400 páginas a su plasmación me resulta excesivo.

Bálder se nos presenta tan complejo, intrincado y pasivo que al final su suerte me resulta indiferente, tanto como el saber si se acabará la Obra, si matará finalmente a Naúsica o si lo nombrarán Arzobispo o no.

Lorenzo Silva
Lorenzo Silva

Como en esas películas gore en las cuales el protagonista las pasa putas durante todo el metraje, para una vez fuera del pueblo de los horrores ir a dar con alguien que se ofrece a ayudarle, para mandarlo de vuelta de nuevo al horror, esta novela es también un bucle, donde queda patente que no hay escapatoria, ni salida, que la libertad, la de Bálder (y quizá la de todos), es una ficción.