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Visionarios

Criticar o parlotear con la punta de los dedos. Sigmund Freud anticipó el Twitter y el Facebook allá por el 1905: «Aquel que tenga ojos para ver y oídos para escuchar se convencerá de que ningún mortal es capaz de guardar un secreto. Si su boca permanece callada, parloteará con la punta de los dedos».

Contra todo esto. Un manifiesto rebelde (Manuel Rivas). Alfaguara. 2018

Manuel Rivas

Las voces bajas (Manuel Rivas)

Manuel Rivas
208 páginas
2012
Alfaguara

Sea la literatura un eco, un eco de voces en sordina; voces que nos cuentan anécdotas, vivencias; voces humorosas, melancólicas, que nos retrotraen a la España del franquismo, donde el narrador entrevera sus recuerdos escolares (los castigos físicos como plan pedagógico, o excursiones para ir al bar a ver un combate de boxeo, liderados por su profesor) con los familiares (un padre albañil y con vértigo que odia las multitudes, una madre lectora absorta no sólo en las vidas de los santos, una hermana anarquista y libertaria, a la que le dolía el mundo…), con las pérdidas irreparables que la edad o el cáncer arrebatan; momentos de la infancia en un paraíso inquieto, un paraíso donde los caballos de colores comían espinas, un paraíso duro, donde las mujeres jugaban al fútbol y sus manos eran devoradas por la sosa, con hombres taciturnos y a ratos alegres, animososos por el fútbol, por la música; derrotas cifradas en la entrega paterna de un precioso saxofón a alguien a quien le hace más falta, un narrador que sigue el consejo de su madre una noche en la que al llegar su padre a casa empapado, ésta le recomienda a su hijo que se busque un trabajo en el que no tenga que mojarse, unas palabras que como sucede en El perdedor de Bukowski le llevan a su destinatario a pelear desde entonces, no con los puños, sino con las palabras, contra el carro de una máquina de escribir.

Los últimos capítulos están dedicados a la materialización de la carrera de escritor de Manuel Rivas, primero con unos poemas que le permiten acceder a trabajar como meritorio en el periódico el Ideal y más tarde realizando unas prácticas en TVE, un Rivas que mientras estudia periodismo en la facultad, al entregar una redacción, su profesor le reprocha que aquello no era periodismo, que era literatura. Rivas escribiría años después el estupendo El periodismo es un cuento, donde abordaría esta cuestión.

Rivas tiene un estilo propio, reconocible, y ese manoseado realismo mágico que se le achaca, quizás sea la manera que tiene él de mirar; una mirada sensible, prolija, poética, que no rehuye la magia de las cosas, una magia que es eso que está ahí y que no vemos: el envés de las cosas, su entraña.

El libro ahora ya cerrado, da paso a otras voces, a unas risas libres, de mujeres, ora su madre, ora su hermana, que resuenan por los campos vacíos, que la memoria y la escritura de Rivas reverdecen.

Manuel Rivas

Todo es silencio (Manuel Rivas)

Todo es silencio, así se titula el último libro publicado de Manuel Rivas. Este silencio es el que impera en Brétema, en la costa gallega, donde ciertas personas se dan al contrabando de matute primero, y de cocaína después. El silencio es lo que permite vivir a las personas, ese mirar para otro lado, o sencillamente tomar parte de esas actividades y lucrarse, las cuales mueven cantidades ingentes de dinero. Al frente el cacique local, ese a quienes todos rinden pleitesía y depositan sus silencios y voluntades.

En poco más de doscientas páginas Rivas pergeña una historia apasionante, con personajes creíbles, bien definidos, que evolucionan con el paso del tiempo, de ahí que los que antes eran jóvenes, ahora ya tienen sus profesiones respectivas o bien están sumidos en las drogas o se han pasado al otro lado de la ley, y eso permite que uno de esos jóvenes que dejaron Brétema vuelva ahora al pueblo convertido en policía encargado de investigar esas redes de contrabando que allí imperan y que tan bien conoce, pues también él fue testigo mudo.

La historia sigue una trayectoria lineal hasta que un momento dado se fragmenta, dando pie a diversos saltos temporales. Rivas sabe de lo que habla, y más allá de la historia del narcotráfico que abunda en elementos propios del thriller, lo que prima son las mareas interiores, esas acciones que definen al ser humano, esa lucha interior entre el sentido del deber y la desobediencia civil, con momentos hermosos, evocadores, sugerentes, cargados de dramatismo, de sensualidad, es ahí donde Rivas esplandece.