Pablo Ramos
Editorial Malpaso
168 páginas
2014
El origen de la tristeza dio comienzo a la trilogía que proseguiría con La ley de la ferocidad y concluyó con En cinco minutos levántate María. Si en esta última novela la voz cantante la llevaba en exclusiva María, en El origen de la tristeza, el protagonismo lo asume uno de sus hijos, Gabriel, que nos refiere su historia a tres tiempos.
-¿Estás bien? -me preguntó-.A mí me importa mucho lo que vos sentís, Gabriel.
Esto es lo que le pregunta María a su hijo al final de la novela. Y para mí es la clave de esta estupenda novela.
Gabriel tiene doce años, una madre que trata de suicidarse, un padre que ve como lo que viene de China echa a perder su negocio, una madre a la que adora y a quien quiere mostrar su cariño a través de un presente especial, tiene un hermano mayor con el que competir, una hermana que va a nacer y que de alguna manera lo desplazará de los afectos maternos, una abuela a la que detesta, unas hormonas disparadas que le impelen compulsivamente a masturbarse, una mina fijada en un póster, medio en cueros, de quien está prendado, y cuyo cadáver descubrirá en un cementerio oficiando de ayudante de su amigo Rolando; Gabriel tiene un barrio, que a su edad es todo su mundo, tiene varias profesoras, algunas jóvenes, que además de conocimientos, le proporcionan también pensamientos lúbricos con los que desahogarse, tiene amigos y una pandilla con la que vadear su día a día, amigos con quienes vivir experiencias como la del hurto de las damajuanas que sustanciarán su pasado cuando sea ya adulto, tiene un arroyo que cruza su barrio que un día arderá, y el fuego se llevará entonces algo físico y también una parte de él, tiene un amigo homosexual ante quien su propia bravuconería le resulta impostada y ridícula, tiene un amigo que muere en un robo y a quien le rellenan la mitad de la cabeza con algodón para mostrarlo presentable en el funeral, tiene ganas de llorar y la impotencia metida en el cuerpo, y tiene unos peces que pagarán el pato de su malestar, y va dejando de tener una infancia, porque se va distanciando de su niñez, porque empieza ya a tomar decisiones, y porque hecha ya añicos la férula materna, su madre, no verá ya en Gabriel a un niño, o no verá solo a un niño, sino a un adulto en potencia, y por eso su madre le pregunta si está bien, por eso quiere saber lo que su hijo siente, en ese momento en que la niñez ya no es tal, y todo se va volviendo cada vez más y más complicado.