Después de visitar El túnel de la Engaña, por fuera, pues está clausurado, y ver todas las construcciones abandonadas: casas, escuelas, la iglesia, etc. Se puede seguir con el coche por una pista de tierra, que salvo algún socavón, se encuentra en buen estado. Al cabo de unos cuatro kilómetros aparcamos y tras andar unos cien metros y descender por una ladera entre árboles hallamos unas pozas espléndidas. El agua está fría pero no lo suficientemente como para no darse un buen chapuzón.