Páginas de Espuma
2013
270 páginas
Leer los diez relatos del mejicano Enrique Serna ha sido todo un gozo, un disfrute, un acierto mayúsculo.
El que quiera saber de primera mano de qué va eso de vivir en pareja que lea, consulte y ojee este libro.
Los diez relatos tienen un elemento común: el sexo. No sé si podríamos vivir sin abejas, pero es evidente que sin sexo el mundo dejaría de existir.
Enrique, con un prosa deliciosa, infectada de un humor corrosivo, y sin dejar títere con cabeza, trata y lo consigue de deconstruir eso que llamamos matrimonio, pareja.
En todos los relatos -sobre el terreno-, sea en un barco, en una casa residencial, en una barriada, en un convento, en México, en París, hay hombres y mujeres que comparten un mismo techo, los mismos sueños, que afianzan mediante el sexo un amor, que luego se les irá mermando sin solución, al constatar que aborrecen, rechazan, odian, detestan a quienes tienen como compañeros de viaje y que la comodidad, la frivolidad, el estatus, el miedo, el qué dirán y otras muchas excusas reemplazan al amor y hacen posible el mantenimiento de relaciones de pareja que a pesar de los año se sostienen como cartas de naipes sobre arenas movedizas, en donde un paso en falso dará al traste con ellas, porque ellos son misóginos, machistas, egocéntricos, egoistas y ellas arribistas, consentidas, frívolas, consentidoras, leales, incondicionales, y que es bien jodido eso de compartir cama sin dejar que entren bajo las sábanas los celos, los reproches, las acusaciones fundadas o no, que se infiltre el virus de la desconfianza.
Y en estos relatos, sea cual sea la edad, los jóvenes -porque tienen energía que quemar y el deseo a flor de piel- y los más mayores -porque ven que les quedan dos viajes en la noria y quieren quemar los últimos cartuchos-, todos ellos practican sexo, entregados a la causa, aunque esto sea como ponerles una pistola cargada en la mano, esperando la bala, el polvo, el gatillazo, que los lleve de vuelta a la nada de la que vinimos. No faltan también unas cuantas acometidas a la literatura subvencionada, al mercadeo de los halagos interesados entre escritores y/o poetas, o al arte moderno o contemporáneo entendido como una frívola ostentación del ocio.
Si tienen ocasión lean este libro. Yo me lo he pasado estupendamente leyéndolo. Me he reído una jartada con las ocurrencias de Serna, con sus chispeantes y corrosivos diálogos, con las rocambelescas situaciones planteadas, con unos personajes terrenales contra los que arremete pero a los que a veces también les da una oportunidad, porque a pesar de todo siempre hay un momento, íntimo (de disfrute personal), aunque solo sea uno, en el que podemos mantener la dignidad; en el que salvarnos, un momento en el que hacer lo correcto y redimirnos.