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Historia secreta del mundo

Historia secreta del mundo (Emilio Gavilanes)

Emilio Gavilanes
Ediciones de La Discreta
248 páginas
2015

Esta historia secreta del mundo como se advierte en la contraportada del libro trata sobre momentos estelares y momentos no estelares de la humanidad. Sobre el primero, sobre los Momentos estelares de la humanidad, ya tenemos el fantástico libro de Stefan Zweig, donde el autor da cuenta de gestas épicas, heroicas, de naturaleza casi sobrehumana.

Aquí, Emilio Gavilanes, opta por esos otros momentos que no tienen ese fulgor, esa relevancia, esos instantes que no quedarán inmortalizados en los libros de historia porque los llevan a cabo gente normal y corriente, que en el tránsito que va de la nada de la que venimos a la nada a la que vemos, apenas dejan huella, o si la dejan es de manera casual. Interesa más la vida de Iván Yakut y su hazaña pasiva (también heroica en su intimidad) que las gestas épicas de sus contemporáneos como Scott o Amudsen. El mundo como paradoja se plasma en la historia de ese asesino que al querer ser quemado por sus ejecutores en una turbera, a razón de sus crímenes (con la esperanza de borrarlo del todo), pasados tres milenios reaparecerá muerto, pero intacto, mientras que sus ejecutores, desaparecen sin dejar rastro.

Es la narración un flujo incesante de relatos cronológicos, algunos reducidos a un instante, a un fogonazo. Desde la creación de la Tierra entre estertores, hasta mediado el siglo XX.

Hay un hilo conductor, o así lo veo yo, que es por un lado la curiosidad humana por descubrir continentes, por surcar mares y océanos, por hollar crestas montañosas, por llegar a lugares recónditos ya sean desérticos o árticos, donde el ser humano encuentra a menudo sus límites al mismo tiempo que levanta su acta de defunción.

Otros ingredientes básicos en este flujo narrativo que da cuenta de la historia del mundo, son el odio, la venganza, la sinrazón, la maldad, las cuales desgraciadamente no son improrrogables, y que desde el comienzo de la vida humana, desde que el hombre cazaba animales para sobrevivir, se vienen repitiendo y justificando, bajo distintas formas de explotación, de aniquilamiento, de genocidio.

Especial relevancia en esta historia tienen las singladuras marítimas, las hazañas bélicas, las guerras mundiales, la guerra civil, donde el ser humano muestra lo más mezquino y lo más propio de su ser, aunque quisiera éste elevarse creo, mediante las artes, pero a quien su vuelo gallináceo, hace aplomar prontamente, tomar tierra, besar el suelo, morder el polvo, y convertirse en seres rastreros, dominados por los instintos más bajos, convertido el hombre en un animal salvaje, al margen del progreso que él mismo faculta.

Asoman en estas páginas personajes conocidos como Alejandro Magno, Hitler, Stalin, Koestler, Eliade, Marie Curie, y otros muchos. Pero no es momento de dar aquí cuenta de todos ellos.

Lo que Emilio Gavilanes nos brinda en este fantástico libro (ganador del Premio Setenil al mejor libro de relatos el año pasado) es un puñado de momentos únicos, irrepetibles, relatados con una prosa directa, transparente, luminosa, apasionada y apasionante, que uno se ha visto abocado a leer de forma compulsiva y que no hurta lo peor de la condición humana, un aviso para que no olvidemos que toda conquista social es reversible y que hace falta muy poco para volvernos bestias, que bastan, como vemos a diario que haya cientos de miles de personas abandonadas a su suerte (para muchos, en su imaginario, los refugiados ya son Los nuevos Bárbaros) para que Europa (nosotros) muestre (mostremos) su (nuestra) peor cara.
Acaso la única que tiene (tenemos) y tendrá.

Juan Carlos Chirinos

La manzana de Nietzsche (Juan Carlos Chirinos)

Juan Carlos Chirinos
Ediciones La Palma
146 páginas
2016

Si leer es viajar en el tiempo y en el espacio con este libro de relatos de Juan Carlos Chirinos se obra el milagro. Por las páginas asoman personajes reales como Nietzsche, Chomsky, Piaget, Cortázar.

En ese caso tenemos algo de información previa, un contexto o más bien un juicio hecho sobre el personaje, que el relato trata de cuestionar, desbaratar, como sucede con un modosito Piaget niño de naturaleza belicosa, o con un Chomsky aparentemente más preocupado por su economía familiar que por la salvación del mundo.

Hay relatos especialmente brillantes como Memoria involuntaria, La manzana de Nietzche, Decir casi lo mismo o El sueño de los justos, pero los otros no desmerecen para nada, ya que en cada uno de ellos hay (o yo lo encuentro) un hallazgo.

Chirinos ya sea en los relatos más extensos o en los de apenas tres páginas, capta la atención del lector, lo sorprende, lo subyuga y lo hace vibrar, en ese espacio bisagra entre fantasía y realidad, aderezados los relatos con misterio, suspense, magia, humor y carnalidad pues en muchos de ellos palpita el sexo, el deseo, los miembros enhiestos, las vulvas anhelantes. Se suceden los escenarios, distintas ciudades, diversas épocas históricas y como ese Chomsky que entiende un idioma nuevo por arte de magia, el autor muestra su versatilidad ciñendo su fértil lenguaje a cada época, lo que hace de cada lectura una aventura, dando sentido a aquello que a menudo conocemos como el placer de leer, que los buenos libros nos deparan .

En suma, ha sido ésta una lectura muy gratificante.

Guido Finzi
ACVF Editorial 2015

Miradas (Guido Finzi)

Guido Finzi
ACVF Editorial
2015
153 páginas

Este libro de Guido Finzi lo componen 28 relatos. La mayoría de ellos muy breves. En distancias tan cortas el escritor ha de resultar explosivo, arrear un zurdazo al lector y dejarlo atontado, y así, entre achuchón y soplamocos irle soltando relatos, a fin de que el lector acabe el libro conmocionado, alucinando, flipando. De no hacerse más o menos así, corre uno, el lector, el riesgo de ir mirando las páginas que faltan hasta la meta, de ir vaciándose entre bostezos lagrimales, y lo peor de todo, de tener la sensación de estar perdiendo el tiempo. Porque el quid del asunto aquí es saber diferenciar lo que es engalanar una ocurrencia o una mera anécdota de lo que es un relato bien armado (tengo todavía Los caballos azules a galope por mi mente, y es posible que esto que escribo tenga algo que ver).

Finzi se postula como un amante empedernido. En la mayoría de los relatos hay mujeres con las que el autor, a su vez personaje, se acuesta. Digo yo, que a un lector masculino leer como el escritor se va encamando a cuanta mujer se le pone a tiro de nabo, le resultará entre aburrido y molesto. En el caso de las mujeres no lo sé. Algunas estarán deseando encontrarse a Guido por los Madriles para decirle lo talentoso que es, lo fibroso que está, lo bien que le sientan los jeans, y luego si hay suerte encamárselo. Las mujeres a quienes este tipo de francotirador sexual no les atraiga, buena parte de los relatos los pueden obviar.

Además de estos relatos de final seminal, aparecen en otros relatos judíos que huyeron de sus países de origen los años precedentes o durante la II Guerra Mundial, con quienes el narrador se encuentra y le cuentan sus historias, que luego el narrador nos referirá. Ahí se nombra la ciudad de Łódź y hay también un anillo, que va pasando de generación en generación, lo cual me recuerda al libro de Eduardo Halfon, Signor Hoffman.

Hay relatos donde Guido además de ser un semental sexual es un asesino en serio. Y así o bien despacha viejunos letones, antaño miembros de las SS o a seres despreciables que deben morir sí o sí.

Otra cosa que no entiendo es que en relatos mínimos (donde no debe sobrar ni una coma) una y otra vez el autor nos hable de la novela que está escribiendo (algo que de tener algún interés, lo tendría para su editorial), o esas autorreferencias a otros libros publicados, que sorprenden en alguien con dos libros de relatos en el mercado. Dicho lo cual, no es óbice para que algunas mujeres quieran cepillárselo tras haber leído su anterior libro de relatos Rumbo Sur. ¿Escribir sirve para convertir al escritor en un conquistador sexual?. Parece ser que sí. De hecho es un libro que cuesta leer con tanto polvo.

Y si los piropos no te vienen de fuera, pues ya tienes al personaje femenino de marras que recalcará lo sarcástico, tierno, inteligente, vivaz, lúcido, que resulta el autor, a la sazón Guido Finzi.

Y ya para acabar. Si uno es ingenioso, lo es, pero lo demuestra. Algo de eso se barrunta cuando lee los Obituarios imaginarios, pero si uno quiere mofarse de gente que no son buenos escritores, recurrir a Dan Brown, Coelho o Larsson, me parece ir a darse un rulazo por La Plaza Mayor de los Santos Lugares Comunes. Si un tío está forrado llevar un Rolex es otro tópico. Si aparece un holandés, este es alto, rubio, sonrosadete y asalvajado, y los portugueses son chiquititos y …. no sigo, porque en ese caso me vería abocado a tener que releerme el libro de cabo a rabo.

Ricardo Menéndez Salmón, Ediciones Trea, 2005

Los caballos azules (Ricardo Menéndez Salmón)

Ricardo Menéndez Salmón
2005
Ediciones Trea
108 páginas

Nunca sab(r)emos qué es pose y qué estilo, qué es artificio y qué esencia.

Quien haya leído algo de Ricardo Menéndez Salmón, sean sus novelas o sus libros, ya sabe a lo que se atiene.

El asturiano no lleva al lector por caminos trillados, plagados de lugares comunes, desplegando a tal fin una prosa rutinaria, unos recursos limitados. No.

Salmón, valga la redundancia, va a contracorriente, así el autor desbroza, nos abre camino, a nosotros lectores, que en ese deambular, en ese leer, que deviene una actividad gozosa, plena diría, nos mudamos a épocas pasadas, ya sea de la mano de un abuelito encantador que juega con su nieta y tumba piezas de ajedrez sobre un tablero, como antaño empleaba la picana para tumbar a los insurgentes durante el régimen de Videla, o bien nos asomamos a la fantasía con ese árbol que dará como frutos peces exóticos, porque exóticas son las historias, como la de esos equinos enamorados de la música clásica, y hay lugar también para el misterio policíaco con personajes duplicados, y para el dolor como el que desgarra a ese padre improbable cuyo abrazo a un contrario es metáfora del mundo que se desangra, y no faltan los personajes que buscan ser engañados, a fin de ratificar que a pesar de todo hay que creer en algo, aunque sea falso, y se asoma también a estas páginas el demonio tentador, a quien un artista no podrá nunca resistirse si a cambio le ofrece saber qué será de él en el futuro. !Ay, ese afán de posteridad!.

Salmón desempolva palabras antiguas, viejas, en desuso (víctimas de una literatura uniforme), que en estos relatos reverdecen, cobran vida, son argamasa del relato y marcan el estilo del autor, y tengo la impresión de que cuando Salmón escribe un relato, lo hace con la furia propia del que sabe que pudiera ser el último, de tal manera que a la brevedad que marca la esencia de un relato, se une la tensión, el abigarramiento de tratar de jibarizar el mundo, la realidad, el pasado, en las cárceles de celulosa que manejan los escritores. Es este un empeño, una ansia común a todo escritor. Unos pocos lo consiguen. Los menos.

Ricardo Menéndez Salmón en Devaneos