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Los azucarillos del Café Bretón. Textos & tazas.

Es este un libro que tiene miga, o glucosa, o sustancia como quieran. El título ya nos sitúa: Los azucarillos del Café Bretón. Textos & Tazas. Café logroñés ubicado en la calle Bretón de los Herreros, frente al teatro del mismo nombre. Café literario. Institución cultural logroñesa. A mediados de los noventa, los dueños del Café Bretón: Colo e Isabel Gago, tomaron la decisión de publicar poemas e ilustraciones en los azucarillos del café.

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Son los textos e ilustraciones (de antaño) que vemos y leemos, más algunos añadidos. Por los textos desfilan poetas riojanos como Paulino Lorenzo, Sonia San Román, José Luis Pérez Pastor, Roberto Iglesias, Alfonso Martínez Galilea o Enrique Cabezón, entre otros y otras celebridades como Roberto Bolaño, Belén Gopegui, Eduardo Halfon, Luis García Montero, Ramón Gómez de la Serna o Roger Wolfe.
Las ilustraciones corren a cargo de artistas como Amalia Lanza, Roberto Flores, Gloria Sainz, Pepe Pereza, Manuel Llorente, Balanza, Octavio Colis, Miguel Zurbano, Julio Hontana, Rafael Amilburu, Alberto Martínez Aguilar, etcétera.

El hilo conductor de los poemas es el café, como alimento excitante o bien como un lugar de recreo, un refugio amparador, en donde beber, antaño fumar, charlar, escribir, pegar la hebra, leer o jugar al trivial.

Los poemas cifran a la perfección el espíritu del «café», que para los conocedores, usuarios y acólitos del Bretón tendrá un retrogusto melancólico, de añoranza, de tiempo pasado y «vivido».

Y ya metidos en harina no dejen de leer Poética del café, espléndido ensayo de Antoni Martí Monterde.
Poética del café

Los aciertos ediciones
Año de publicación: 2022
176 páginas

La excelsitud de lo breve

En el recuerdo de mis lecturas juveniles hay cuatro novelas cortas escritas por autores que más bien solían escribir novelas largas, cuatro novelas que al cabo de los años conservan toda su carga explosiva original, como si tras estallar en una primera lectura volvieron a estallar en una segunda y en una tercera lectura y así sucesivamente, sin llegar nunca a agotarse. Son, sin lugar a dudas, obras perfectas. Las cuatro hablan de derrotas, pero convierten la derrota en una especie de agujero negro: el lector que meta su cabeza allí sale temblando, helado de frío o cubierto de sudor. Son perfectas y son ácidas. Son precisas: la mano que maneja la pluma es la de un neurocirujano. Y son también una fiesta del movimiento: la velocidad de sus páginas hasta entonces eres inédita en la literatura de lengua española. Estas novelas son El coronel no tiene quién le escriba, de García Márquez, El perseguidor, de Julio Cortázar, El lugar sin límites, de José Donoso, y Los cachorros, de Vargas Llosa.

Esto nos cuenta Roberto Bolaño en su estupendo prólogo al libro de Vargas Llosa, Los jefes, Los cachorros.

El lugar sin límites, me falta de leer, pero las otras tres sí me resultaron magníficas.