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Iluminaciones (Walter Benjamin)

Leer a Walter Benjamin me resulta muy estimulante. Su prosa es exigente, pero gratificante. Algunos de estos ensayos (escritos entre 1916 y 1940) como los dedicados a la historia de la fotografía pueden parecer ya anticuados, o superados, pero por mucho que la técnica ponga a nuestra disposición cada día artefactos más elaborados, en lo tocante a lo audiovisual, el cambio radical se produjo cuando se pasó de la pintura a la fotografía, cuando el cuadro que era visto por cuatro personas y en entornos privados, se vio reemplazado por la fotografía, que pudo llegar a todas partes y donde la pregunta era cómo el artista encajaba en esa era de la reproducción técnica. Los ensayos dedicados a la religión, la historia o la política me interesan menos.

Dado que este espacio se alimenta de literatura, los ensayos benjaminianos que más me han gustado son los dedicados a Kafka -Benjamin profundiza en sus ensayos en obras como El proceso, a tener muy presentes cuando acometa su lectura-, Baudelaire, donde se transparenta la ciudad de París y el concepto de multitud y de flâneur, con anécdotas muy curiosas como esos flâneur que en plan desafiantes, salían a pasear sus tortugas, dejándose llevar por estas, sustrayéndose así al ritmo acelerado, las prisas, las tareas repetitivas y alienantes que ocupaban cada vez más a millones de personas, especializados en tareas insignificantes, abundando ahí Benjamin en lo que Marx y Hegel escribieron al respecto; el teatro épico de Brecht, el último lírico, Paul Válery; la distinción entre informar y narrar, recurriendo a Léskov
Walter Benjamin
Traducción de Roberto Blatt
y reflexionando acerca de lo que un lector busca en una novela (“Lo que atrae al lector de novela es la esperanza de calentar su vida helado junto al fuego de una muerte leída”) o Proust (de quien Benjamin reseñaría En busca del tiempo perdido, reseñas con las cuales como comentaba Vicente Valero en Experiencia y pobreza, Walter Benjamin en Ibiza, se ganaba la vida, publicándolas en la prensa alemana, ejerciendo la crítica literaria) su memoria involuntaria, donde recurriendo a las vigentes entonces teorías de Freud se analizaba la relación que existía entre memoria y recuerdo, entre vivencia y experiencia (“No importa qué opiniones uno tenga, sino en qué tipo de hombre lo convierten a uno las opiniones que tiene» dice Benjamin parafraseando a Litchtenberg), todo esto sustanciando la narración o la poesía, en el caso de Proust, de Baudelaire y de tantos otros artistas.

Estos sustanciosos ensayos se cierran con centenares de notas, un siempre necesario Índice onomástico y cuatro interesantes prólogos de Jesús Aguirre.

Comenté anteriormente que sería interesante la publicación de un libro que bien podrían titularse El libro de los prólogos, pues en los prólogos, en ocasiones, encontramos materiales muy interesantes (ahí, por ejemplo, Borges ejerció también su magisterio), prólogos que se circunscriben a los lectores de las novelas para las cuales sirve de pórtico, cuando algunos de estos prólogos, superan con creces las hechuras de la novela que prologan para abordar otras cuestiones literarias y de otra índole muy jugosas.

Lo edita Taurus, del grupo PRH, en su nuevo sello Clásicos Radicales.

Taurus. 2018. Edición y prólogo de Jordi Ibañez. Traducción de Jesús Aguirre y Roberto Blatt.

Índice
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Algo va mal (Tony Judt)

Tony Judt (1948-2010) escribe este libro con la ayuda de sus amigos, antes de morir en 2010, postrado en su cama, aquejado de esclerosis lateral amitriófica. Lo podemos entender como un testamento en el que Judt apuesta por la socialdemocracia, la mejor opción política para él. Se lamenta de la indiferencia de la que adolece el electorado, de su desencanto, de ese vacío corrosivo que debilita el tejido social y el sentido de la comunidad. Reflexiona sobre la pérdida de valores y cómo el afán de tener, el utilitarismo, las escuelas de negocios, cristalizan en un único objetivo vital: amasar fortunas.

Un devenir que Judt define como albur moral. Critica cómo la desigualdad cada vez mayor en todas las sociedades deja en manos de unos pocos la riqueza que se distribuye mal, lo cual origina problemas de todo tipo y para ello recurre a los pensamientos de Adam Smith y Keynes. Expone el modelo de los países nórdicos, donde mejor se vive, y donde menos desigualdades económicas hay entre ricos y pobres. Pueblos marcados por la homogeneidad.
Judt en estos ensayos se centra en los Estados Unidos y en el Reino Unido, y deja de lado casi toda Europa y el resto del mundo. Muy presente Thatcher y George W. Bush y su desmantelamiento de lo público, a golpe de privatización, que según Judt resultan ineficientes, fiándolo todo a la mano invisible del mercado, la cual vemos que a menudo es mano de trilero.

Según Judt este es un libro (que a ratos resulta redundante) para los jóvenes, una invitación a pensar de forma crítica, porque cree que es necesario el debate, los argumentos, el ejercicio crítico, no escurrir el bulto, eludir las categorías y las etiquetas, renovar el lenguaje, hablar diferente para pensar diferente.

Creo que leyendo estos ensayos hay material de sobra para reflexionar, pues el debate sobre qué es y qué debe ser la izquierda y el socialismo hoy en día, qué espacio debe ocupar en el escenario político, es un debate abierto e interesante viendo cómo no es difícil caer en los extremismos, en los radicalismos, en la xenofobia, en la insolidaridad, cuando las crisis económicas, las altas tasas de desempleo, una globalización que no beneficia más que a unos pocos, una pésima distribución de la riqueza, los atentados que golpean indiscriminadamente en cualquier ciudad, el desencanto y la desconfianza ciudadana hacia la política, el olvido de la historia reciente, el vaciado de la ética en la política, aupan al poder a productos tóxicos como Trump, que Judt no llegó a ver.

Tony Judt en Devaneos | El refugio de la memoria

Aquiles en el gineceo (Javier Gomá Lanzón 2007)

Aquiles en el Gineceo Javier Gomá Lanzón

Javier Gomá Lanzón
Taurus
2014
235 páginas
Aquiles en el Gineceo
Vol 2. Tetralogía de la ejemplaridad

No doy crédito a lo que me está sucediendo últimamente pues desde que tengo la Tetralogía de la ejemplaridad de Javier Gomá en mi mesilla de noche he pasado de leer novelas a leer ensayos filosóficos con una facilidad pasmosa. Mucho tiene que ver en todo esto que los textos de Javier Gomá son asequibles para los no expertos en filosofía como yo, entretenidos, amenos, jugosos y que su mensaje llega tras un pequeño esfuerzo, y que además en sus textos siempre aparecen escritores, en esta ocasión, con especial primacía Goethe y Rousseau, los dos grandes educadores europeos en los orígenes de la Modernidad, a mediados del Siglo XVIII, con dos obras capitales: Emilio y Wilhelm Meister.

A tal llega mi fervor hacia estas lecturas filosóficas de Javier que estoy todo el día embebido en ellas, habiendo pasado ya del estadio estético al estadio etílico sin pasar por el ético. Bromas a parte este ensayo, mejor, esta tetralogía resulta ejemplar.

¿De qué va este ensayo?. A grosso modo va de esto: Aquiles era hijo de una Diosa, medio inmortal, salvo por sus talones y su madre como temía por su vida después de lo que le había dicho un oráculo decide esconderlo en un gineceo. Allí pasa Aquiles su adolescencia travestido sin pegar un palo al agua, disfrutando de su inmortalidad, enamorándose de una joven con la que tendrá un retoño, hasta que un día aparece por allá Ulises, que va tras su pista, haciéndose pasar por mercader, dueño de joyas, alhajas y demás baratijas de relumbrón. Entonces hace sonar una trompeta que llama a filas a los Griegos para ir a la guera de Troya y rescatar a Helena. Y Aquiles se desprende entonces de sus ropas, desata su ardor bélico y decide ir a Troya a luchar, a sabiendas, pues se lo ha dicho un oráculo, de que si va los griegos ganarán la guerra, pero él, Aquiles morirá, como un héroe.

¿Por qué Aquiles decide dejar de ser inmortal y convertirse un mortal laureado?. A eso se dedica Gomá durante 235 páginas rizomáticas.

Si la lectura de un libro se asemeja las más de las veces a un plano secuencia o a una sucesión de flash-backs y flash-forwards, este ensayo es más algo parecido a pintar un cuadro. Gomá hace el esbozo, plantea la pregunta que he citado más arriba, y a partir de ahí, va dando capas de significación, acercándose una y otra vez a la cuestión, a la almendra filosófica: ¿por qué querría un ser inmortal ser mortal?. Aquiles elige ser mortal porque la mortalidad es el precio que debía pagar para llegar a ser verdaderamente individual y merecer el título del mejor de los hombres.

Para ello Gomá emplea la Teoría de los estadios que todo ser humano debe experimentar de forma secuencial. Un estadio estético-subjetivo, donde nos creemos divinidades, únicos, irrepetibles, donde prima la subjetividad y donde en definitiva sólo miramos por nosotros mismos sin ir más allá de nuestro ombligo y luego el estadio ético-objetivo, donde levantamos la vista y nos enamoramos, nos comprometemos, nos especializamos en el amor, fundando un hogar y en el trabajo, mediante la especialización laboral, con la división del trabajo. Ese paso, ese fundirnos en la masa, nos individualiza, y nos aliena, nos obliga a desprendernos de nuestro yo en pos de un colectivismo social, donde pasamos de ser universos individuales, a partes insignificantes de un todo. Este cambio de estadio nos pone de cara frente a nuestra finitud, frente a la muerte que nos igualará a todos, una muerte (nuestro único destino individual) que debe alentar en nosotros la emoción de ser mortales, de vivir cada cual su experiencia de la vida, para lo cual es preciso dar el salto, cambiar de lo estético a lo ético, asumiendo el sacrificio de llevar una vida normal, formando parte de la polis, pero no asentados en un nihilismo lúdico y deportivo, donde el gineceo sea reemplazado por el gimnasio, sino a través de la virtud y de su ejercicio a través de la ejemplaridad.

Resulta paradójico que esos dos padres de la educación, Goethe y Rousseau, siendo ambos geniales escritores y habiendo elaborado fabulosos tratados morales, luego en sus vidas personales, en el ejercicio práctico, en su dominios éticos fueron dos fracasados, para quienes su potente subjetividad nunca llegó a entrar en el reino finito de la polis. Rousseau convivió con Thérèse Levasseur una mujer corta de luces con la cual no se dejaba ver en público y los cinco hijos que alumbraron los dieron a un orfanato. Goethe por su parte vio como todos sus hijos se morían y sólo único llegó a cumplir 40 años mientras la relación con Lili Schönemann su verdadero amor nunca llegó a cuajar por la falta de compromiso de Goethe que quería dilatar hasta el infinito su estado estético y su vida acomodada.

A fin de cuentas, todos, dice Gomá hacemos ese trayecto que va del gineceo a Troya, aprendiendo a ser mortales para ser individuales. Y dicha mortalidad e individualidad son prerrógativas que la polis sólo otorga al ciudadano virtuoso, que imita al heróe griego, paradigma de la ejemplaridad humana.

Sin más demora, me despido ya, comenzando la lectura de Necesario pero imposible, cuarto y último título de la tetralogía de la ejemplaridad.

Javier Gomá Lanzón | Ingenuidad aprendida | Razón portería | Ejemplaridad pública (Tetralogía de la ejemplaridad vol. 3)

Ejemplaridad pública -Javier Gomá Lanzón

Ejemplaridad pública (Javier Gomá Lanzón 2009)

Javier Gomá Lanzón
2009
Editorial Taurus
358 páginas
Tetralogía de la ejemplaridad -Volumen 3

Este año me he leído Ingenuidad aprendida y Razón portería, ambos del filósofo Javier Gomá Lanzón..Taurus (Penguin Random House Grupo Editorial) ha publicado en septiembre su Tetralogía de la ejemplaridad compuesta por: Imitación y experiencia, Aquiles en el gineceo, Ejemplaridad pública y Necesario pero imposible.

La tetralogía viene en un cofre (de cartón), pero envoltorios aparte, estas cuatro obras son un valioso presente.

Quien haya leído algún artículo de Gomá en la prensa sabrá que éste va al grano, que transmite bien sus pensamientos, sin florituras ni manierismos, sin restarle tampoco profanidad y complejidad según el asunto a tratar.

La lectura de Ejemplaridad pública es exigente, no es un best seller que uno puede leer mientras ve un partido de fútbol o juega con la consola, no, este libro de Gomá hay que leerlo con calma, disfrutarlo poco a poco, decantándolo.

Si todo el libro resulta interesante las últimas páginas dedicadas a los políticos y a su responsabilidad, lo son todavía más, visto que cada día éstos nuestros representantes, logran cada vez que vemos la noticias o manoseamos un periódico, abochornarnos.

Ejemplaridad Pública

Ahora que ya hemos dejado de lado las cosmovisiones, los dioses y sólo queda el hombre y su vulgaridad, la pregunta que conviene hacerse es ¿qué hacemos con la libertad que tenemos?. Gomá se explaya acerca de la democracia que hoy tenemos, la misma que nos proporcionó libertad e igualdad y nos hermanó en la vulgaridad. Una democracia que no invade nuestras vidas privadas y donde cada cual es distinto a su manera. Se ha progresado moralmente, sí, se ha ampliado mucho la esfera de las libertades individuales, pero en cuanto a su contenido y al ejercicio efectivo de esa libertad, visto lo que ha sucedido durante el Siglo XX, con dos guerras mundiales, la situación es desoladora.

Hay aquí un párrafo que me ha hecho recordar la consulta catalanista.

Ejemplaridad pública

Habla Gomá de la doble especialización del ser humano, en el trabajo y en el corazón, a través de las cuales se emancipa, y se individualiza, al socializarse, valga la paradoja. Al estar en contacto con los demás, tomamos consciencia de quien somos, explicitándose cual es nuestra forma de ser. De este modo los humanos dejan atrás la minoría de edad (la cual según Nietzche estriba en la incapacidad de servirse del propio entendimiento, sin la dirección de otro).

Desecha Gomá la excentricidad, ya que hay que hallar lo virtud en lo cotidiano, en lo que hacemos todos, todos los días, como decía Montaigne en sus ensayos:

“Las vidas más hermosas son las que se sitúan dentro del modelo común y humano, sin milagros ni extravagancias”

Diserta luego Gomá sobre la vulgaridad reformada, esto es, la ejemplaridad, en su modalidad igualitaria, abierta a toda subjetividad existente, y finita, brotada del consenso sentimental de una comunidad libre y con buen gusto.

Leer tantas páginas sobre la ejemplaridad, contrastándolo con lo que uno ve y sufre cada día, suena a ciencia ficción, pero a pesar de todo, es una utopía en la que vale la pena creer, dando por bueno el poder y la potencia de las buenas costumbres, de los buenos ejemplos (El mal ejemplo me absuelve, el buen ejemplo me condena).

Hay tantas cosas que leído que me han hecho pensar que necesitaría mucho más tiempo y espacio para dar cuenta de ello, pero me voy a dedicar a seguir leyendo los otros tres libros de la tetralogía, que estoy convencido de que me saldrá más a cuenta.

Dejo algunos párrafos que me han llamado poderosamente la atención, en especial este, en el que reflexiona sobre la literatura actual:

Ejemplaridad pública -Javier Gomá Lanzón

He echado en falta un índice onomástico al final de cada libro de la tetralogía.