Los almuerzos es la primera novela que leo de Evelio Rosero (Bogotá, 1958). Novela breve, apenas 136 páginas, pero muy cundidas. Toda la novela transcurre en el interior de una iglesia bogotana. Allá, un jorobado, Tancredo, auxilia a los indigentes a la hora de los almuerzos, repartiéndose los auxiliados por días; unos días las putas, otros los ciegos, otros los gamines. Por encima de Tancredo, el párroco Almida, por encima de este el Sacristán, la ahijada de éste, Sabina, por debajo de Tancredo o a su vera, pues entre ellos hay algo que no puede confesarse. Como testigos implacables las Lilias, cual Erinias griegas, clamando venganza, ajusticiadoras (no sólo) de mininos. En este espacio cerrado y opresivo, cual habitación menguante de Fermat, Evelio con tiento, delicadeza y una prosa precisa y opulenta (o más que opulenta, carnosa), de raíz sensorial, o así me lo parece cuando entra en escena el Padre Matamoros, el misacantano, que desatado por el alcohol, a la luz de los cirios y endulzado por las alabanzas de un rebaño entusiasmado con las canciones que Matamoros profiere, crea a su alrededor algo parecido a una atmósfera de voluptuosidad, atmósfera revestida a su vez con el ansia de la piel crepitante, de los deseos ahogados e inconfesos (que dejan de serlo). Aquí es tan importante lo que se dice (la necesidad de reconocimiento, de agradecimiento, de sentir algo de aliento en la entrega, en su “servicio” a Dios, pero también a los hombres, ante un porvenir que a las servidoras como las Lilias se les antoja estéril), como lo que se esboza (abusos sexuales, inadecuado manejo de fondos, la animalidad incipiente de Tancredo que no sabe cómo domeñar) y lo que directamente no se dice y toca imaginarnos, pues sobre ese juego de asechanzas, envidias, rencores, venganzas, enconos, cuchicheos y ansias tan insaciables como irrefrenables, como las de la llamada de la carne ajena y liberadora, es sobre lo que Evelio construye su plausible y febril novela sobre la hipocresía y la represión de los instintos.
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El móvil (Javier Cercas)
El reciente estreno de la película El autor, de Manuel Martín Cuenca, ha avivado mi interés por leer el relato de Javier Cercas, titulado El móvil, en el que se inspira. Cercas lo escribió con 24 años. Detalle a considerar a la hora de ponderar lo leído.
En parte la novela es una reflexión sobre el ejercicio de escribir, sobre la manera en la que el escritor y narrador de la historia quiere captar la realidad o parafrasearla en su texto, poniendo para ello todos los medios disponibles a su alcance, en la creencia de que su novela tendrá tirón si logra escanear o pasar a limpio la realidad, volcando sobre el papel conversaciones, comportamientos y demás actividades humanas ajenas, que el escritor cosificará y suturará.
Los quebraderos de cabeza y los devaneos del autor en su relación con la materia prima de su obra -los vecinos de la comunidad- consumen la narración y en parte el interés del lector, pues creo que lo que se aquí se enuncia no es nuevo y he tenido la sensación de escuchar un estribillo que me suena manido. El final, juega con lo metaliterario, con la idea de que su quehacer será una réplica de lo que luego irá a parar a la novela, donde los demás personajes serán poco menos que marionetas en las manos de ese que se sueña diosecillo autoral.
¿Por qué nos la quieren colar como novedad cuando es una reedición?
Vi que Gonzalo Hidalgo Bayal, uno de mis escritores favoritos, publicaba una nueva novela titulada La princesa y la muerte. Cacharreando por internet veo que este libro se publicó en 2002 por Editora Regional de Extremadura (la foto que he puesto es la única que he encontrado, de ínfima calidad). Hoy he tenido el libro que publica Tusquets en las manos, y es imposible saber que este libro es una reedición. La editorial no lo hace constar en el libro, y el autor en el epílogo habla de la génesis del libro pero no advierte y olvida que aquel trabajo pergeñado hace quince años ya se plasmó entonces en un libro que ya se publicó.
Con algún otro libro ya me ha pasado, como el de Ramón Andrés, titulado Semper dolens, publicado en Acantilado, donde me costó también lo mío descubrir que ya anteriormente había sido publicado, en este caso en la editorial Península bajo el título Historia del suicidio en Occidente, en este caso con algún añadido en la edición de Acantilado.
Próximas lecturas
Se han publicado recientemente o van a publicarse ocho novelas que me interesan, de autores cuyos últimas novelas me agradaron mucho.
La duquesa ciervo de Andrés Ibáñez (Galaxia Gutenberg)
Prólogo para una guerra de Iván Repila (Seix Barral)
Aunque caminen por el valle de la muerte de Álvaro Colomer (Literatura Random House)
Años felices de Gonzalo Torné (Anagrama)
La vida negociable de Luis Landero (Tusquets)
Los cinco y yo de Antonio Orejudo (Tusquets)
Sylvia de Celso Castro (Destino)
El retablo de no de Luis Rodríguez (Tropo)
Poco a poco voy cumpliendo mi objetivo, de momento ya he leído El retablo de no, sylvia y Años felices. El resto espero irlos leyendo en breve.