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Gonzalo Hidalgo Bayal
Tusquets
www.devaneos.com

Nemo (Gonzalo Hidalgo Bayal)

Gonzalo Hidalgo Bayal
2016
Tusquets
285 páginas

«Me gustaría escribir una novela en la que no ocurra nada, pero que obligue al lector a ser leída de forma compulsiva». Esto decía Gonzalo Hidalgo Bayal en una entrevista en 2008. Creo que con Nemo, su última novela, lo ha cumplido.

Nemo no tiene un argumento al uso. En todo caso lo que acontece en la novela lo podemos resumir brevemente. Un hombre llega en tren a un pueblo sito en tierra de murgaños y tras pasar unas cuantas horas bajo la lluvia un nativo lo lleva finalmente a alojarse a la Casona del pueblo. Una vez instalado constatan que el forastero no habla, y no lo hace por voluntad propia. Un silencio el suyo pertinaz, férreo. Al forastero lo renombran, valga la paradoja como Nemo y así se suceden los días, las semanas, las estaciones, mientras nosotros lectores nos preguntaremos ¿hablará Nemo algún día?, ¿será su silencio flor de un día?, ¿se empecinarán los vecinos por las buenas o por las malas por arrancarle alguna palabra? ¿será Nemo un ave de paso?.

Quien haya leído más cosas de Bayal, verá que este libro guarda muchas similitudes con su novela Paradoja del interventor. Allí también había un forastero, un interventor, que llegaba en tren a una localidad extraña, bajaba en la estación, perdía el tren, y decidía entonces quedarse, rodeado de Cristo, la churrera, el afilador, el barquillero. Personajes, que en Nemo cambian por el zapatero, el carpintero, el eremita, el bodeguero, los gemelos, el guardián, el viejo o el escribano, el encargado en esta ocasión de referirnos todo lo relativo a Nemo, a su quehacer, que es un no hacer, a un silencio que resulta clamoroso y elocuente, objeto de la atención de sus vecinos.

También encuentro ecos de El espíritu áspero, ante esa cartografía murgueña, con enclaves como la cruz del agua, la fortaleza, la ermita, el palomar, la laguna, la Sierra y analogías al holito como la Tebra, y a la encina cazurra como el anillo y como sucedía en esa novela Bayal nos adelanta términos, cuyo significado desconocemos y nos vemos impelidos a avanzar en la historia a fin de esclarecer por ejemplo por qué a Fiat le apodan el vinolento, a qué atiende el nombre del anillo, o cual fue el trágico final dispuesto para el Petirrojo, o que les pasó al párroco y al cazador.

Si hacemos caso a lo que dice LLedó: «El lenguaje abre las puertas a la razón y la vida», ¿el no lenguaje conduciría a Nemo a la sinrazón y a la no vida?. No parece ser el caso.

El relato que pergeña el escribano sobre las andanzas de Nemo se convierte en una odisea inmóvil, y es una reflexión aguda, sobre ese ruido, esa cháchara en la que nos empecinamos a diario, ese murmullo vacuo, a menudo estéril en el que nos consumimos. Voces banales de seres insignificantes, que vienen de la nada y se conducen hacia la nada y en el camino, ruido y furia, muy mala uva, y un odio que se mama de generación en generación, y se explicita con chanzas, burlas, ofensas, a veces letales,como una suerte (o mal fario) de alteridad que se antoja imposible.

Y no sólo es importante el silencio en la novela, sino el concepto de comunidad frente al extraño, hacia al forastero, agravado, por el mutismo de Nemo. Detestamos a los perdedores, denostamos a los triunfadores, nos aburren los parlanchines, nos crispan los silentes. Así las cosas el silencio de Nemo puede ser tanto una bendición como una afrenta, o bien puede ser un silencio hiriente, incluso ofensivo. Ahí Bayal mete una y otra vez el dedo en la llaga, donde el escribano, dando fe de lo visto y sumando a esto sus reflexiones teológicas, devaneos ora oraculares ora bíblicos, y las senectas filosóficas del viejo, actúa, en suma, casi como un antropólogo amateur.

Como siempre en cualquier novela de Bayal, muy presentes están el humor, la ironía, las burlas y las veras, los juegos de palabras, los adjetivos trinitarios, los latinajos, la prosa libérrima, cantarina, sorprendente, el ingenio, y cómo no, el cincel para esculpir las palabras y hacer que el texto refulja, siempre lejos sus obras de los agostados lugares comunes, de las mortecinas frases hechas.

Y sí, ha sido esta una lectura tan compulsiva como gozosa.

Hoy Jupiter (Luis Landero 2007)

Hoy Júpiter libro de Luis LanderoLuis Landero da muestra de sus dotes de narrador, de creador de historias apasionantes, como las que nos ofrece en su novela publicada hace pocas semanas, Hoy Júpiter, publicada por la editorial Tusquets, en las que aparentemente no pasa nada, pero en las cuales sus personajes sufren maremotos interiores, consumidos por el odio, los celos, abrasados por el amor incandescente, por los celos redimidores, por el afán de venganza. Son dos historias paralelas las que acaban convergiendo.

Una ocurre en un pueblo y tiene como protagonista a Dámaso, al cual, los delirios de grandeza de su padre lo convierten en un infeliz. Son muchas las metas que el infante Dámaso debe cruzar, los retos a afrontar, las pruebas a superar, las virtudes inherentes a descubrir y ya desde niño Dámaso ha de tener claro que quiere hacer con su vida, robándole su padre, primero la niñez y luego exiliándolo de la vida familiar cuando otro joven, Bernardo, ocupe su lugar, para convertirse en el ojo derecho de su padre, que pondrá en él todas sus esperanzas, canalizando todos sus esfuerzos económicos y desvelos, hacia el triunfo de ese joven guapo e inteligente que se deja querer y redimirá a todos de sus hueras y anodinas existencias.

Tomás es el protagonista de la otra historia. Apasionado de los libros, desde joven supo que su mundo era de papel, un cosmos de letras. En la soledad de su habitación, entre sus libros, de los que ha memorizado párrafos enteros, se siente a salvo y poderoso. Un buen día Marta, aún menor de edad, entra en su vida, lo cautiva y enamora, y Tomás que aquel entonces ya da clases en un instituto como profesor de literatura y se cree destinado a grandes logros, se ve irrefenablemente atraído por ella, lo consume el deseo y juntos viven un apasionado y tórrido romance, donde Tomás se desboca, asume su papel de mentor, de profesor y la instruye, interpretando para ella las escenas de sus libros, hasta que domestican su amor casándose y tienen una niña. Son muchos los proyectos que Tomás tiene en mente; ser profesor de universidad, publicar su tesis, y transformar sus manuscritos en libros de éxito.

Landero se asoma a la profesión que él tan bien conoce, la de profesor, ya que él lo es, de literatura, en la escuela de Arte Dramático de Madrid, y así vemos como ese mundo invulnerable que pueblan los personajes de las novelas que Tomás lee, no casa con el mundo real, para una vez descreído, afirmar que debería haber libado de la flor no de la miel. La vida hay que vivirla, no leerla, sería una conclusión válida. Ese papel pasivo, de ratón de biblioteca, en las antípodas de un hombre de acción, lo consume, porque siente su vida desperdiciada, entre toneladas de tinta, más aún cuando ve de nuevo como Teresa, una de sus alumnas adolescentes, atiende embobada en sus clases, inflando el ego de Tomás, que siente de nuevo la llama de la vida, un tibio cosquilleo en la planta de los pies. Una aventura fugaz y extenuante, un amor ficcionado y astringente, una representación que agota los tópicos del amor en escasas semanas y que portará el germen del fracaso, de la derrota, de todo lo que ocurrirá después entre Tomás y su mujer Marta, dispuesta a «embarcarse» en una insólita aventura.

No es necesario embebernos en la lectura de un bestseller para desear tener un rato libre, que dedicar a su lectura. Landero lo consigue con Hoy Júpiter, con una prosa limpia, nada retórica, de léxico rico y abundante que plasma con todo lujo de detalles, lo aparentemente intranscendente, como las primeras fases del enamoramiento, el hastío matrimonial alimentado de silencio e indiferencia, la ávidez de éxito y su relativismo, el egocentrismo artístico, el abaratamiento de la cultura para acercarla a los alumnos, la cruz del condenado «a ser alguien», con una vida impuesta por los otros.

Las mujeres, con carácter secundario y poca hondura se muestran en el libro como el oscuro objeto del deseo, lúbricas y procaces, en las que Tomás buscará halagos y reconocimientos a su labor intelectual a su excelencia didáctica y protagonizarán las situaciones más hilarantes, como los devaneos sexuales postreros de Marta.

La lectura de Hoy Jupiter me ha embargado, y ya estoy entusiasmado con leer lo próximo de Landero, si al final lleva a la práctica el proyecto que tenía en mente y leí en una reciente entrevista al escritor, sobre un hombre que el día que celebra su jubilación ante sus compañeros se explaya, en una perorata, durante doscientas páginas. A Landero da gusto infinito leerlo y también oirlo. Gracias maestro

Baile con serpientes (Horacio Castellanos Moya 2012)

Baile con serpientes Horacio Castellanos MoyaA pesar de que Tusquets lo ha publicado este año, este libro de Horario Castellanos Moya se publicó originariamente en 1995. Horario pergeña una historia que tiene su encanto. Todo se desata, expande y desenfrena cuando un sociólogo en paro entabla conversación con un pordiosero, Juan Bustillo, que vive en la vía pública, dentro de su chevrolet amarillo para malestar de los vecinos que no lo ven con buenos ojos. Poco después Juan Bustillo es asesinado y el sociólogo usurpará su identidad. Descubre entonces que dentro del auto hay unas serpientes que hablan y asesinan a todo bicho viviente y tienen espíritu lúbrico y el sociólogo siembra el caos mientras la policía con Lito al frente y los medios de comunicación con Rita como buque insignia le siguen la pista o más bien el rastro que las sierpes asesinas dejan a su paso. No falta el humor socarrón en esta farsa desmadrada, donde el autor según cuenta la escribió del tirón, sin tener un guión prestablecido, vomitando sobre el papel aquello que le fue viniendo en mente. A veces esto alumbra obras maestras, otras, productos que se manufacturan y en este caso se reeditan de nuevo, una vez que el autor ha cogido ya cierto prestigio. Un pasatiempo sin mayores pretensiones que el de mantenernos entretenidos un par de horas.