Desconocía esta faceta como prosista del poeta Vicente Gallego (Valencia, 1963), y ha sido una sorpresa muy agradable. La novela, es un texto muy breve -ganador del XVIII Premio internacional de cuentos 2004 «Max Aub»-, que me ha resultado hilarante en grado sumo.
Gallego sitúa el relato en un discoteca a la que va a trabajar un poeta, como parte del equipo de seguridad. A su lado, hombres que son sacos de músculos, montañas de carne con escaso cerebro, que esculpen los caretos ajenos con sus puños o codos a modo de buril y para quienes el crujido de los huesos ajenos es música celestial.
El poeta se maneja bien con los puños y entre situaciones delirantes que te llevan a pasar de la risa a la carcajada continuamente, nos vemos en el final de la novela -que es de traca, o mejor -de balacera-, tras algunos momentos gloriosos -merced a unos diálogos desternillantes-, cuando por medio aparece Noelia, para quien su belleza es una tortura, y su sexo dionisiaco -por todos deseados- su perdición.
No sé si Gallego ha publicado más novelas después de este relato corto. En caso afirmativo, lo leeré.